Los pobladores y/o trabajadores petroleros que circulan entre Añelo y Rincón de los Sauces, o Añelo y Chos Malal, continuamente transitan por los caminos que dibujaba la línea militar formada por los destacamentos de Añelo, Frontera Ojo de Agua, Agua de Patos, Fortín Carranza, Aguada Crespo y Cortaderas (gran parte de la actual ruta provincial 7).
En Punta Carranza se situaba un Fortín. Es bien conocido el arroyo Carranza por la gente que lo cruza obligadamente. La mayor parte del año está seco, pero cuando llueve, un caudal impresionante deja aislada a Rincón de los Sauces de la zona Sur de la provincia.
El fortín «Carranza», así como el arroyo y el paraje, tomó el nombre del sargento así llamado que sucumbió, junto con todo su grupo de sus soldados, defendiendo la guarnición. Sobre ello escribe Juan Mario Raone en su libro Fortines del desierto, mojones de Civilización:
Denominación
Añelo es la población cabecera del departamento del mismo nombre, ubicada en la orilla septentrional del río Neuquén, en el vértice que forma su cambio de curso de SO a NE que traía hasta allí.
Respecto a la toponimia dice el señor Juan Benigar: «La forma criolla es El Añelo. Araucano La Gelu; La, el muerto; Gelu, estando; libremente: donde está… ; el paraje del…» Debe notarse que G, en Gelu, no representa el sonido del alfabeto castellano, sino el característico del araucano, para el cual sería preciso recurrir a un gráfico especial.» Hoy se lo representa con «Gnelu».
Félix San Martín no da la misma acepción: «La: el muerto; gelu: donde está; lugar. «El paraje o lugar del muerto«. El nombre se usa siempre con el artículo el. Esto indicaría que como en otros casos la L pertenece al nombre, resultando «La gelu«, no único en su género y cuya traducción no ofrece dificultad. Es un paraje de la margen izquierda del Neuquén, donde estuvo emplazado uno de los tantos fortines que cubrieron esa línea desde 1879 a 1883».
Es indudable la jerarquía de Benigar y San Martín, avalada por sus conocimientos personales sobre la zona y sus antiguos pobladores, como así de la lengua mapuche.
En lo que atañe al fortín «Carranza«, tomó el nombre del sargento así llamado que sucumbió, junto con el grupo de sus soldados, en un ataque indígena .
La zona era bien conocida por los indios, que la utilizaban algunas veces para evitar las vueltas y la gran curva que hace el rio Neuquén.
Escribe Raone: “Hace poco, en 1967, con el doctor Emilio Zingoni, de Neuquén, fuimos a ver unos petroglifos pintados en una cavidad de una roca, en la aguada «La Escondida», cerca de Auca Mahuida. Los signos grabados nos dan una idea de lo antiguo que era el camino a través del departamento Añelo, utilizando las pocas aguadas que existen.”
Su construcción
Sin duda data de poco tiempo después de 1887, en que el gobernador Olascoaga fundara Chos Malal para asiento de la gobernación del territorio nacional. El camino desde Añelo acortaba distancia y tiempo, si bien era por sendero desierto y sin agua en la mayor parte de su recorrido. La oficina de Tratayen, postal y telegráfica, pasó a Añelo, constituyendo aporte al núcleo de población que se alojaba en la zona.
Carrasco nos informa:
«En todo el camino, desde el Neuquén hasta Chos Malal, éste es el único punto en que hay telégrafo y algunas casas de comercio en que se puede comprar provisiones.
El Añelo tiene, en resumen, una docena de ranchos, a la margen de una laguna formada por desprendimientos del río Neuquén, que corre a una legua de distancia.
Existe allí un depósito de artículos para el Ejército, custodiado por un corto destacamento, que sirve, también, para asegurar las comunicaciones del correo.
La oficina, que es a la vez correo y telégrafo, se encuentra a cargo de un valiente joven de 22 años, Esteban Guerrero, que está haciendo allí sus primeras armas.
iQué vida! Su oficina es un rancho que él mismo ha trabajado: palo a pique, revocado con barro y techo de carrizo, que es como quien dice de pasto embarrado.
Mostrador de este último y barato material, cubierto con una tabla: su aparato, «sobre una mesa de pintado pino», a la cual, para que el verso sea verdad, sólo le falta la pintura; su cama, protegida contra el viento del sur (que entra como Pedro por su casa) por una manta sostenida por cuatro clavos (artículo que aquí es de lujo) y una excelente biblioteca (es decir, libros) sólidamente acomodada en uno que fue cajón de kerosene.
¡Qué vida a los 22 años!
¡Estos son los verdaderos «pioneros» de la civilización!
Allí se reciben o trasmiten unos trescientos despachos por mes, que ponen en comunicación a Añelo con el mundo civilizado”.
Antecedentes históricos
El que registra el mismo señor Inspector de Gobernaciones, D. Gabriel Carrasco, en el diario de su viaje, en enero de 1902, publicado en La Nación, de Buenos Aires, y también en su libro. Dice el viajero:
«La tercera jornada de nuestro penoso viaje, comenzó a las 8.40 de la mañana del sábado 11 de enero. Despertamos en el “Agua del Pato” y continuamos con día nublado y agradable temperatura (23 grados) en dirección al arroyo de Carranza, donde llegamos a las once, habiendo hecho tres leguas entre Médanos y arsenales.
Aquel arroyo está constituido por una delgadísima cinta de agua que serpea trabajosamente luchando contra los arenales que amenazan absorberla.
Fue en aquel sitio donde el sargento Carranza, con veinticinco hombres luchó heroicamente contra mil indios, recibiendo gloriosa muerte, con todos sus compañeros, después de un combate en que agotaron las municiones y rompieron sus armas en la pelea.
Allí sólo hay dos ranchos y dos hombres para el servicio del correo».
Se estima que el hecho ocurrió mucho antes, por el dato que aporta el Padre Paesa, que se transcribe mas abajo. Es indudable que la cantidad de indios que intervinieron en la refriega no serían tantos, ya que no pasarían de dos centenares los que pudieran transitar por esa zona, donde la falta de pastos y la escasez de agua imposibilitan la marcha de grandes efectivos. Lo indudable es que todos murieron en la custodia del puesto que se les había confiado a su valor y disciplina.
Otros antecedentes
Relata el P. Paesa en su documentado libro sobre las andanzas del misionero salesiano P. Domingo Milanesio, en el que nos trae este interesante dato:
«El 2 de diciembre de 1901, después de haber misionado por las márgenes del Río Negro en todo su alcance, hasta Roca y Neuquén, Mons. Cagliero afrontaba por segunda vez la travesía que le separaba de Chos Malal. Su fiel Adelantado le había advertido con filial confianza:
«Recuérdese Monseñor, que no puede viajar sin el compañero que le evite los riesgos de 1887.»
Subieron luego por las riberas del Neuquén. Se detuvieron en Añelo, asiento de la 1era Guarnición de los Fortines, y allí les dio alcance el P. Milanesio. Prosiguieron por la línea militar formada por los Destacamentos de Frontera Ojo de Agua, Agua de Patos, Fortín Carranza, Aguada Crespo, Cortaderas. En ellos fijaban los centros de la misión y cambiaban caballada«.
Es de hacer notar que el viaje se efectuó apenas un mes antes del que realizara Carrasco, y que ellos citan como «Fortín Carranza» y los dan como «Destacamentos», confirmando que todos los puestos eran mantenidos por personal del ejército (¿quién si no haría ese trabajo?).
El antiguo camino a Chos Malal fue reemplazado por la ex-ruta Nacional 234, hoy Ruta Provincial 7, que sigue hasta Paso de Indios, para correr paralelamente, pero alejada del río Neuquén, hasta encontrarse con el mismo camino antiguo, en Puesto Ranqueles es decir, el siguiente destacamento luego de «Cortaderas», de la antigua línea.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuente: Juan Mario Raone – Fortines del desierto – Mojones de civilización – Tomo III
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