Mientras se vivían las últimas vicisitudes del gobierno de Juan Ignacio Alsina, el ministro del Interior (Joaquín V. Gozalez) preparaba la asunción del nuevo gobernador (Bouquet Roldán) y secretario (Eduardo Talero), todos contertulios y amigos de los discursos floridos y la poesía.
Desde mediados de julio de 1903 el precario camino por Añelo que unía a Chos Malal con Confluencia, comenzó a registrar, en pleno invierno, un tránsito más propio del verano. El motivo: comunicaciones de tracción a sangre y peregrinajes suscitados por las cesantías policiales, o como derivación de otros cambios que abortarían súbitamente.
El trazado del camino -que evitaba pasar por Las Lajas- se habilitó en 1897 a propuesta de José Cámpora (más tarde vecino notorio de Choele Choel) cuando Neuquén era gobernado por el coronel Rawson. Pero en el invierno de 1903 los destinos del Neuquén se ventilaban en Buenos Aires.
El lunes 20 de julio de 1903 Juan Ignacio Alsina, el renunciante gobernador del Neuquén, caminó hasta la Casa Rosada, donde el horno no estaba para bollos, ni Joaquín V. González para garabatear poemas. En su despacho, el ministro del Interior recibió a Alsina con mínimo protocolo y tomó la renuncia manuscrita que le traía. La había rubricado dos días antes sin incluir el «indeclinable» que estilan los funcionarios categóricos. Ese fue el detalle al que aludió el diario El País del martes 21 para sugerir que el texto delataba la esperanza -o el empecinamiento- de Alsina por mantener su cargo. Sobre todo si tenía defensores como La Nación, que ese martes 21 precedió la noticia que incluía el texto de la dimisión con un edulcorado comentario para el gobernador que ponía «término a una corta pero fecunda acción administrativa en la cual pudo acreditar su probidad, su rectitud y su espíritu de iniciativa y progreso».
El trascendente matutino aceptaba que Alsina, «al mismo tiempo que servía los intereses públicos, se arrostraba una serie de enemistades, tanto más agrias cuanto que para cumplir con su deber veríase obligado a herir intereses personales desarrollados en el territorio…».
Luego La Nación aludía a las denuncias contra del dimitente, las investigaciones y la desestimación que finalmente sepultó las imputaciones. Pero cargó contra el ministro González: «…el ministerio del Interior -lamentó el diario- al mismo tiempo que da la razón al Sr. Alsina, le infiere un desaire…». Aludía a la cesantía de la cúpula policial de siete días antes, plantel que sustentaba el apoyo de Alsina.
Pero el riojano Joaquín V. González no era un funcionario faccioso. Se manejaba con mesura y estudiaba con ecuanimidad los asuntos territoriales. Crecería comprometido con el país y su cultura. Un año después echaría a andar la nueva capital neuquina y en 1905 -ministro del presidente Manuel Quintana- fundaría la Universidad de La Plata (la rigió durante los 10 años subsiguientes). Es cierto que en 1903 González -que no ocultaba su vena de escritor y poeta- prefería tener en Neuquén a un hombre de confianza y muy experimentado en las cosas de Estado. Por eso convino con el presidente Roca sobre el nominado Dr. Carlos Bouquet Roldán, también amigo de la pluma y los poemas, pero con antecedentes de peso en la función pública. No sólo porque acababa de cumplir la diputación nacional por Córdoba, sino por el temple demostrado desde 1871 cuando a los 17 años asumió la subsecretaría de gobierno de Córdoba, hito inicial de su trayectoria elogiable.
Es cierto también que el candidato para sustituir a Alsina era un amigo de las tertulias literarias que incluía a varias plumas prestigiosas de la época y a las que se había incorporado un colombiano de Bogotá en exilio itinerante. El bogotano también había compartido funciones en el periodismo nativo con el ministro González: se llamaba Eduardo Talero.
El ministro González, después de leer las noticias de ese 21 de julio del año 1903, dio a recortar las que aludían a la renuncia de Alsina y llevó a la firma del presidente Roca el nombramiento de Bouquet Roldán como gobernador del Neuquén. Dos días después Eduardo Talero fue nombrado secretario del gobierno, aunque es posible que el decreto quedó congelado en un cajón por algunos días: el designado había molestado con su pluma al propio Roca. Esto allana la disidencia respecto a la fecha del nombramiento, ya que El País recién el 4 de agosto anunció que al día siguiente «el Poder Ejecutivo dictará…un decreto nombrándose secretario de la gobernación del Neuquén a don Eduardo Talero».
La noticia continuaba señalando que «Talero es un poeta nicaragüense que ha sido compañero de tareas periodísticas del actual Ministro del Interior. Ha escrito algunos volúmenes de versos desde su llegada al país, varios cuentos en revistas ilustradas, entre los que se han destacado determinadas sátiras políticas contra el régimen presidencial imperante que rige el general Roca» (el diario se equivocaba con lo de «nicaragüense» -quizá por ser Talero amigo de Rubén Darío- pero en realidad había nacido en Bogotá en 1869, hijo de un general colombiano y sobrino carnal del presidente de la república -el también poeta Rafael Nuñez- a quien Talero dedicó su poema «Tirano», además de su participación en una revolución contra semejante tío, algo que le costó el destierro).
Ese jueves 23 de julio el corresponsal de El País, Adolfo León D’Achary, eufórico, despachó por telégrafo «la gran noticia para el Neuquén entero por la caída del inepto Alsina». Volvió a enumerar el listado de funcionarios «que anarquizan al pueblo» y anunció los preparativos del comandante Montiel (del regimiento 7 con asiento en Chos Malal) para tomar el camino de Añelo y viajar a Buenos Aires. Por ese camino, pero a fines de junio, había arribado a Chos Malal, Carlos López, apoderado general del coronel -y ex gobernador- Manuel Olascoaga y de la esposa del asesinado en Milla Michicó, el ingeniero norteamericano y buscador de oro Carydon P. Hall (la viuda era hija de Olascoaga).
El apoderado López «pidió y obtuvo que el juez Pardo ordenara la entrega de los bienes dejados por esa víctima de la barbarie (mister Hall) … los que se encuentran en el lugar del martirio». Para el cumplimiento de la resolución judicial, se convino que el apoderado de Olascoaga esperara en el lugar del crimen a la policía que debía ejecutar la restitución. Esperó 7 días sin que nadie llegara para dar cumplimiento a lo ordenado por el Dr. Pardo. Pero el apoderado López, al menos, pudo comprobar que «el sargento Jorge Magnasco, del mismo lugar, se ha apoderado de su parte como heredero de las ricas minas de oro de Hall, otorgando bajo su firma y con el sello de la comisaría, infinidad de permisos para explotación de las mismas».
El abogado y poeta Bouquet Roldán se tomó varias semanas para preparar su viaje a Chos Malal. Peregrinaría hacia tierra neuquina -junto al también poeta Talero- recién en agosto.
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Artículo escrito por el periodista Francisco Juárez, publicado en el diario Río Negro el 13 de Julio del 2003: “Neuquén y la peregrinación de los poetas“
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