Francisco Calendino nace en el corazón de la Patagonia Norte, cerca de General Roca, el 2 de enero de 1924. Falleció en el 2003. Sus restos descansan hoy en Colipilli (Comunidad mapuche Huayquillan, entre El Huecú y Chos Malal), como fue su pedido antes de morir. Figura relevante de los últimos tiempos del Neuquén y la Patagonia, en 1973, con más de 50 años, luego de una larga y brillante etapa académica, pide a sus superiores salesianos irse de misionero a las comunidades mapuches que habitan en los parajes rurales de la precordillera neuquina. Allí realizó una intensa tarea. Viendo los atropellos que sufren las comunidades, promueve la organización para la comercialización y consumo de sus productos, a través de las “cooperativas mapuches neuquinas”, que fueron un bastión frente a los atropellos de los comerciantes y terratenientes de la zona.
De vida sumamente austera, el camión que lo transportaba era no pocas veces su dormitorio y capilla, cuando la noche lo encontraba en el camino. Hizo importantes aportes a la lengua escrita mapuche con la elaboración de un diccionario, un libro de verbos y otro con fragmentos del evangelio, en mapudungun. Estimulaba a la gente de la comunidad a participar de los Nguillatunes (rogativas) y a no olvidar sus orígenes.
Las Cooperativas Mapuches
Se quejaba siempre Jaime de Nevares, de que los bolicheros explotaban a los mapuches cambiándoles por un poco de yerba, azúcar y vino, sus obras de arte tejidas primorosamente en lana de oveja o pelo de chivo. El Padre Barreto comenzó en El Malleo una cooperativa de alimentos, de compra y trueque. Alguno de los maestros se hacía cargo de llevarla adelante con relativo éxito.
Luego llegó como Misionero el Padre Francisco Calendino, Salesiano, recibido de Doctor en Psicopedagogía en Roma, que venía de ejercer la docencia y de manejar el laboratorio de Psicopedagogía del Instituto Terciario Juan XXIII, que tienen los Salesianos en Bahía Blanca.
El Padre Barreto, Francisco Calendino y Don Jaime fueron compañeros en el teologado. Ahora se encontraban los tres.
El Padre Francisco Calendino creó una red de cooperativas, que llegaron a ser 26, en las distintas Comunidades mapuches de la provincia. Se consiguó a través del Obispo la ayuda de una Fundación Interamericana que daba dinero con tal de que, en la obra que se emprendiera, fueran protagonistas los beneficiarios. Y así fue, Trabajó todo el mundo.
Cada cooperativa tuvo su galpón de depósito y venta del pelo de chivo y lana, de alimentos no perecederos de almacén y de recepción de artesanías manuales indígenas, que la cooperativa compraba o canjeaba. Era todo un adelanto económico para la zona. Los bolicheros comenzaron a irse a otras partes, ya no podían estafar a los Mapuches.
Algunas cooperativas tenían su propio tractor para los sembrados y lo prestaban solidariamente. También ocho cooperativas llegaron a tener su radio teléfono, con lo que se intercomunicaban esas Comunidades y se pasaban todos los datos y precios.
La lengua Mapuche
El Padre Francisco se zambulló de lleno en la realidad indígena, al punto de aprender y conocer el idioma a la perfección. En la Argentina esta lengua era sólo hablada y no había escritura. Así que decidió que también aquí, como lo hay en Chile, los Mapuches tuvieran material para leer y enriquecerse con un mayor conocimiento y manejo de su idioma.
Hizo un diccionario español-mapuche de 3.500 vocablos; una gramática; una cartilla con frases de iniciación en el idioma mapuche; tradujo el Evangelio en texto bilingüe.
Como fruto del racismo y de la marginación que habían sufrido tanto ellos como su cultura, a muchos mapuches les daba vergüenza hablar su idioma. Pero ahora que el “padrecito” hacía punta, comenzaron las clases de mapuche en El Malleo, en el colegio salesiano Ceferino Namuncurá de Junín de los Andes. Y los que no hablaban bien la lengua le preguntaban al padre Francisco.
Hubo un despertar que ha movido a las autoridades escolares a que se enseñe el idioma en las escuelas de zonas mapuches. Y ellos son los maestros.
El Padre Francisco escribió también cartas que fueron compiladas en el libro ¿Dónde está tu hermano? Son concientizadoras de la realidad Mapuche y de la obligación del cristiano de no olvidarla y dar una mano.
Jaime de Nevares, decía que “frente a la personalidad del padre Francisco me siento como ante una catedral”.
Una multitud se reunió en el paraje Colipilli para darle el último adiós antes de confiarles sus restos a la Mapu. Su féretro fue cubierto con la bandera mapuche, cada comunidad con sus carteles y flores. Los mapuches lo nombraron PILLÁN que quiere decir Espíritu benéfico del pueblo.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído de: “Don Jaime de Nevares – Del barrio Norte a la Patagonia”, del padre Juan San Sebastián
Otras lecturas: “Al querido papi Francisco“
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