Cuando no era provincia, el actual territorio neuquino ya había sido visitado por sacerdotes católicos como Diego de Rosales, Nicolás Mascardi, el inquieto Bernardo de Havestadt (primero en escribir la palabra Neuquén en un documento), Domingo Milanesio y José Fagnano, entre otros.
En la cordillera, dos años después de fundada San Martín de los Andes, el sacerdote Zacarías Genghini informaba a su superior, Mons. Juan Cagliero que había realizado varias misiones en el flamante pueblo. Tiempo después cuando visitó la localidad próxima al lago Lácar junto a los curas Genghini y Domingo Milanesio, fueron recibidos en el Regimiento 3 de Caballería, por el Tte. Cnel. Celestino Pérez quien ofreció las instalaciones militares para que los clérigos cumplieran su cometido.
Así fue que durante una semana instruyeron a soldados y pobladores, bautizaron, ofrecieron oficios religiosos y bendijeron uniones matrimoniales. Celestino Pérez fue padrino en varios casos, según cuenta el sacerdote José Beraldi que integraba el grupo religioso y era el encargado de enviar los informes a los superiores cuya lectura ofrece interesantes detalles.
Según Beraldi entre las personas que se casaron estaba Abel Curruhuinca de quien pondera “la instrucción e inteligencia” que observó en él y estima que fueron bautizados los hijos del capitán Mariano Fosbery entre los niños que recibieron el sacramento.
En diversos documentos figura la intención de edificar una capilla, pero fue Domingo Milanesio quien generó una acción para concretarla. En esos años los temas cotidianos y administrativos del pueblo los resolvía la Comisión de Fomento que elegían los pobladores. Milanesio envió una carta a esa Comisión pidiendo autorización para contar con ladrillos y levantar el templo. Su pedido no fue resuelto favorablemente, pero periódicamente los sacerdotes salesianos de Junín de los Andes concurrían a prestar servicios religiosos.
Llegaban cuando podían los curas Genghini, Pedro Bonacina, Ludovico Pernisek, Raúl Gruslin, Ginés Ponte y Alcides Gayone y se alojaban en las viviendas que ofrecían las familias cristianas o en el hotel Lácar.
El pequeño pueblo, como toda la región en las primeras décadas del siglo pasado, pertenecía a la jurisdicción de la Diócesis de Cuyo. Cuando su obispo, Monseñor José Américo Orzali visitó la localidad, dejó escrito en la documentación salesiana que no debía retardarse la fundación de una capilla en Zapala y otra en San Martín de los andes. Al tiempo se formó una Comisión Pro Capilla integrada por vecinos sanmartinenses.
La capilla
Cuando se reunieron los fondos, la Comisión encargó a don Luis Lerín la construcción que comenzó a levantarse entre agosto y setiembre de 1922. Construyó un edificio en madera de raulí proveniente del aserradero de Rancho Quemado, según relataba su hijo Gastón, en una entrevista realizada por docentes de la Universidad Nacional del Comahue. La pintura y los vidrios se compraron aparte y su colocación y mano de obra fueron donados por el constructor.
El templo de una sola nave con techo a dos aguas era de tejuelas de madera de alerce y la cumbrera remataba con una cruz. La única ornamentación que tenía era una cenefa flor de lis en el techo. Decoración similar estaba en las instalaciones del Regimiento asentado en San Martín de los Andes. Otros edificios en Zapala y Neuquén lucían cenefas similares, influencia de la arquitectura ingenieril proveniente de Inglaterra, que había llegado con la construcción de viviendas, estaciones y depósitos de los ferrocarriles oriundos de ese país.
El ábside donde funcionó la sacristía se construyó posteriormente. Es probable que haya sido entre 1936 y 1938, dado que no se observa en las fotografías anteriores a esos años y no hay documentos que lo informen. Posteriormente se erigieron espacios para que funcionara el despacho administrativo de la capilla y una sencilla vivienda para el sacerdote.
El campanario era exento y consistía en dos postes unidos por un travesaño del que pendía la campana y remataba con una cruz.
En el interior, el altar tenía un retablo tallado en madera por el ebanista Juan Enrique Hassler. Un crucifijo y una imagen del Sagrado Corazón, que actualmente están en la capilla Nuestra Señora del Carmen del barrio El Arenal, ornamentaban el interior. Asimismo, había una imagen de María Auxiliadora y otra de San José que hoy están en la Parroquia homónima.
Finalmente, el 22 de abril de 1923 el templo abrió sus puertas bajo la advocación del San José y fue el sacerdote Pedro Bonacina quien tuvo a cargo la celebración de la misa y ofreció las comuniones a veinte niños.
Poco después, acompañaban los oficios religiosos, la música que interpretaba don Guillermo Alder en un armonio.
Custodio de la fe y en el corazón de la gente
Mons. Adolfo Buteler del Obispado de Mendoza al que pertenecía entonces la localidad, dispuso la separación de San Martín de los Andes de la jurisdicción de Junín de los Andes.
Desde 1945 es parroquia. Funcionó como tal atendida por los sacerdotes Gregorio Raceli, Rodolgo Bodefel, Raúl Gruslin, José Garnica y Enrique Olivares de inolvidable actuación en decenas de acciones comunitarias. A él le tocó gestionar gran parte de la construcción de la nueva iglesia. Por sus meritorias acciones la que la escuela N° 274 de la localidad cordillerana lleva su nombre.
Por la antigua capilla pasaron los prelados Alfonso Buteler, José Borgatti de la diócesis de Mendoza y también el recordado primer obispo neuquino, Jaime de Nevares. Como el crecimiento de la población demandaba más espacio, se iniciaron gestiones y realizaron esfuerzos para contar con un templo más amplio. Por esa razón la última misa que se ofició en la antigua capilla fue en 1979, cuando se inauguró la iglesia San José a pocos metros de allí. La construcción permaneció cerrada tres años hasta que dio lugar a la puesta en marcha del teatro que conservó el nombre del patrono del pueblo.
Lo visitaron los obispos Agustín Radrizzani, Marcelo Melani, Virginio Bressanelli y Fernando Croxatto, todos salesianos de Don Bosco y celebraron oficios religiosos en la nueva parroquia. Los sacerdotes que se desempeñaron allí son Ciro Brugna, Roberto Chiogna, José María Lynch, Fernando Barrufet, Agustín Taladriz y Gabriel Mora, entre otros.
Solemnes, emotivos, enternecedores… los momentos vividos por los feligreses en la capilla San José son inolvidables. Vale puntualizar que la construcción centenaria fue uno de los primeros templos de la provincia, dado que en 1888 se erigió el de Chos Malal; en 1895 el de Junín de los Andes y en 1907 el de Neuquén capital, hoy catedral de la ciudad. Dieciséis años después, abrió sus puertas la significativa construcción que conmemoran los sanmartinenses, a un siglo de su nacimiento.
Ana María de Mena (*) anamariademena@gmail.com
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Artículo escrito por Ana María de Mena para Más Neuquén
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