Los manzanos del Reñileo
Complementando las informaciones históricas del posible origen e importancia del manzano en el sur provincial , el norte neuquino tiene también su propia historia de manzanos desde muy antiguo, a pesar de no ser considerados en los manzanos históricos tradicionales propios del sur del Neuquén. Luis de la Cruz es el primero en referirse a la existencia de manzanos en la transitada y antigua vía pehuenche del Pichachén. En su viaje de 1806 los describe como existentes del lado chileno al pié del volcán de Antuco y del lado neuquino los encuentra en el valle del Reñileuvú en el paraje Butacura: ”dos frondosos manzanos, y en la orilla del Tocomán, (Trocomán) tres tan abultados y fecundos, que hasta entonces tenían frutas como los cultivados en Chile”. Los vuelve a encontrar en la subida del paraje Vilu Mallín.
En la formación institucional del Neuquén con Chos Malal como centro, desde 1879 se registran varios topónimos con el nombre de manzanos o manzanas, siendo los más reconocidos: El Manzano, primitivo nombre de Campana Mahuida (capital provisorio del Territorio) y los Tres Manzanos, nombre primitivo de Taquimilán, una de las primeras escuelas rurales y otros varios que aparecen en las crónicas de los misioneros salesianos y autoridades de entonces.
El próximo será el Padre Carvajal en 1903, en el paraje Memanque, en la costa izquierda del Neuquén, formando parte de una de las primeras y más antiguas chacras organizadas del Neuquén: “Entre los árboles frutales tiene duraznos guindos, cerezos, ciruelos, perales, manzanos, higueras, membrillos, nogales” En el diario resalta los topónimos “Manchano” en varios lugares de su recorrido, identificación de la manzana y el manzano traducidos a la media lengua hispano pehuenche. Es llamativa esta repitencia en “lengua”: Manchana Có, Manchano verde, Manchana Covunco, y en “castilla” para arroyos con el nombre Manzano, Manzanito (Huinganco, La Primavera, Cura Mallín).
Especialistas y profesionales del INTA de General Roca están llevando a cabo estudios de marcación genética de manzano silvestres en la zona norte que ubicaron y dejaron señalados sobre la costa del Nahueve, siguiendo la vía pehuenche y española del paso Epu Lauquen. La máxima sorpresa se la llevaron en la margen izquierda del río Lumabia en la veranada de la Sra Tillería, donde encontraron un manzano silvestre de ¡8 metros de circunferencia! formado por seis columnas basales soldadas, lo que da un tamaño fuera de lo normal. El padre de los manzanos neuquinos y según los pobladores, el resto de lo que fue un bosque silvestre de manzanos que fueron desapareciendo utilizados como leña por los veranadores. También se identificaron ignotos ejemplares en Huinganco y se reportaron otros más sobre la costa del Neuquén hasta Varvarco, por el Nahueve y el Buraleo y el mítico ejemplar de Manzano Amargo, una leyenda en sí mismo .
El manzano de Pincheira
A esta altura de nuestras historias, se puede decir que el manzano ya es casi como una planta autóctona, o asilvestrada. El más desprevenido lo podría incluir –con mucha razón- en la categoría de las nativas o por lo menos de las más antiguas en su aclimatación y difusión, con un éxito prolífico que llegó a dar nombre a la región sur neuquina: “el país de las manzanas” con un jefe indígena emblemático: Sayhueque. Aunque menos conocido, el norte también tuvo su proliferación de manzanos desde muy antiguo, visibles aún hoy en la rastrillada de la sal por el valle del Reñileuvú, y también su leyenda respaldada por la historia: el manzano de los Pincheira.
Se lo encuentra en la margen izquierda del Lumabia un poco antes de su afluencia al Nahueve, en la veranada de la Sra Tocha . La corpulencia de su tronco, que en realidad son varios troncos unificados en una sola masa retorcida, habla de su antigüedad. Su misma apariencia sirvió para salvarlo de otros muchos más que había y que terminaron en los fogones de la veranada. Se dice que se originaron de un campamento pehuenche en sus intercambios de ponchos y tejidos por trigo, armas y manzanas de los españoles de Chile. En tiempo de las incursiones de los hermanos Pincheira, su sombra y protección alentaron la formación allí de un grupo de vigilancia militar en el campo cercano. A la sombra de este ejemplar, Juan José Pincheira, último de los hermanos, -alejado de su tropa y los “realistas” que lo seguían, pasaba su noche confiado cuando fue sorprendido por las tropas del General Bulnes en la madrugada del 14 de enero de 1832. Alertado por sus ayudantes, alcanzó a escapar con lo puesto y los vencedores chilenos pudieron resarcirse con parte de los bienes dejados en el campamento de Las Lagunas.
Dicen las leyendas que Bulnes y sus soldados estuvieron varios días escarbando en los alrededores del manzano porque según se decía, allí se tenía enterrado y custodiado el famoso tesoro de la banda. Las crónicas nada dicen si lo encontraron, pero allí sigue firme el antiguo manzano de los Pincheira, cargado de historia, misterios y secretos.
Isidro Belver
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