Después del 30´
En el orden nacional, la política a partir del golpe de 1930 ofrece ciertos contrastes respecto de la década anterior. Por una parte, el general Uriburu depone a Yrigoyen gobernando dictatorialmente hasta febrero de 1932; sus sucesores, los “neoconservadores” desde Justo a Ortiz, mantuvieron el poder apelando en algunos casos, a los mismos mecanismos electorales de los gobiernos hasta 1916. El hecho político producido inicia una nueva etapa en la política del petróleo, ya que se desdibuja la idea de la nacionalización y desaparece la del monopolio estatal del recurso. Tanto Uriburu como sus colaboradores eran decididos adversarios del monopolio y permitir la actividad de las empresas privadas, a las cuales estaban ligados -varios de ellos- por intereses económicos.
Uriburu amplió la reserva fiscal establecida por Alvear en 1924 a todo el territorio de Tierra del Fuego, le otorgó a la empresa estatal la representación del Poder Ejecutivo para realizar exploraciones y explotaciones petrolíferas en todo el país y para ejecutar los actos judiciales o extrajudiciales que fueran necesarios para el cumplimiento de su finalidad. Una de las medidas más importantes tomadas por el gobierno provisional fue la creación de un fondo de vialidad. En este sentido, el 2 febrero de 1931, el Ministerio de Agricultura firmó convenio con las 19 empresas importadoras y productoras de nafta, por el que se estableció un sobreprecio de m$n 0,02 por cada litro de nafta, destinado a la reparación y construcción de caminos. Poco tiempo después, el 19 de enero de 1932, se crea un nuevo impuesto interno de m$n 0,03 por litro de nafta entregado a la venta. Con este Fondo Nacional de Vialidad inicia una política que, continuada por Justo, apuntó a la construcción de caminos.
Si bien uno de los primeros actos del gobierno de Uriburu fue reemplazar a Mosconi, ello no implicó un debilitamiento de la empresa. Por un lado, porque el ex director de la compañía estatal había logrado que fuera una organización bien arraigada, lo que significaba tener presencia y poder dentro del Estado. Por otro, son designados al frente de la petrolera Fliess y Allaría. Ambos militares estaban vinculados a Mosconi y al yrigoyenismo; particularmente el último, quien había tenido un papel destacado enfrentando a la Standard Oil en el conflicto con Salta y era miembro de la Alianza Continental. Estas designaciones eran, de alguna forma, una transacción con YPF: el presidente demostraba que no podía (o no quería) ‘sacrificar’ a la empresa.
No obstante, durante la gestión de Justo se dio por una parte la legislación nacional del petróleo (ley 12.161) de 1935 conocida como Ley Nacional del Petróleo, que mantuvo el régimen de propiedad nacional y provincial de los yacimientos en todo el país. Se descarta el tema de la nacionalización, más aún el del monopolio; sí hubo consenso en el establecimiento de sociedades mixtas. El problema de las reservas fue contemplado estableciéndose dos zonas permanentes, en Chubut y en Neuquén, que extendía a 10 años las reservas en los territorios nacionales. La nueva legislación estableció que la compañía que explotara el hidrocarburo debía pagar al Estado nacional o provincial, según donde se encontrara el recurso, una regalía del 12% del producto bruto obtenido de la explotación. En definitiva, la instancia nacional quedaba en la misma situación que los particulares y la constitución de la empresa mixta no terminó de conformar al capital privado, que prefería la apertura de las reservas ya que el régimen mixto planteaba el riesgo de ser vetado por el gobierno. Asimismo, se dictó la Ley Orgánica de YPF (ley 11.668) en 1932 que reconocía a la empresa fiscal como el órgano del Estado nacional para la realización de su política petrolera. Se le concede la facultad de estudiar, explorar, explotar los yacimientos de hidrocarburos que la Nación tuviera o adquiriera, como así también se la faculta para la industrialización, transporte y comercio de los productos derivados.
Se lleva a cabo una serie de estudios geológicos, geofísicos y trabajos topográficos a través de los cuales se ubican nuevos yacimientos en todo el país. Los estudios apuntaban a buscar nuevas áreas, intensificación en la explotación de las ya conocidas, agregándose a partir de 1941 una nueva tarea a la empresa: la búsqueda de carbón. Los yacimientos fiscales eran, para esta época, los que estaban proporcionando el mayor porcentaje de petróleo nacional, en particular Comodoro Rivadavia (82,63%) y Plaza Huincul (5,78%) a partir del descubrimiento de Challacó. Tanto en Mendoza (1,18%) como en Salta (10,41 %) se observa cierta disminución en la producción, en parte porque el rendimiento de los pozos terminados no cubría la declinación de los más viejos.
El éxito del descubrimiento de petróleo en el territorio neuquino no radicaba precisamente en el poder productivo de la napa hallada, sino en la importancia del hecho en sí, ya que observando desde el punto de vista geológico, los yacimientos resultaban de incalculable valor. Entre 1927 y 1935 no se descubren nuevas estructuras, hasta que en marzo de este último año se ubica el yacimiento Bajo los Baguales, en 1938 Avanzada Norte y Minas Chita; por último, Senillosa en 1940 y Loma Negra al año siguiente. Sin embargo, la baja producción petrolífera de los yacimientos ponía en peligro la existencia de la Administración Plaza Huincul, en la crisis energética del país, debido a la escasez de combustibles líquidos derivados del petróleo y de carbón mineral por falta, -entre otras cosas- de bodegas en momentos de la Segunda Guerra Mundial. Ello motivaría el almacenamiento de granos y su utilización como combustible en hogares con uso de calderas.
Cuando ya se estaba pensando en levantar la Administración, la empresa estatal encuentra petróleo en Challacó (diciembre de 1941) -cercano a Plaza Huincul-, con lo que no sólo pudo continuar con la producción, sino que también fue estimulada a intensificar la exploración, cuyos efectos positivos no se harían esperar. Todo ello redundó en beneficio no sólo de YPF sino también de los pueblos de Plaza Huincul y Cutral Co que dependían de los servicios que demandaba la explotación de petróleo, favorecidos más aún por el movimiento que generó la inauguración del ‘cargadero’ ferroviario de Challacó que permitía la evacuación de la producción de los yacimientos de Challacó, El Sauce, Cerro Bandera y Aguada Baguales, yacimientos descubiertos a comienzos de los años 1950.
La cuenca neuquina ofrecía nuevos yacimientos. En abril de 1952 se localizó el importante yacimiento de Cerro Bandera, situado a 30 km al oeste de Plaza Huincul. Este depósito alcanzó hacia 1954, en recuperación primaria, una producción de 1.500 m3/día, decayendo posteriormente. Cuatro años después la empresa realiza el hallazgo del El Sauce, anticlinal ubicado a 85 km al sudeste de Huincul, y poco después se localiza la reserva gasífera de Sierra Barrosa, a 75 km al noroeste de la ciudad de Neuquén.
La industrialización del petróleo con la destilería en Plaza Huincul, se fue ampliando lentamente en los años 1930, simultáneamente a su explotación, instalándose una serie de equipos sobrantes de la Destilería de Campana con lo que se concretó una nueva unidad de destilación primaria. Comienza de esta forma, una nueva etapa en el desenvolvimiento de la destilería que hacia 1940 alcanzó a procesar más de 38.000 m3 de petróleo. Diez años después se instala una unidad de craqueo térmico proveniente de la destilería de Godoy Cruz (Mendoza) que dejaba de ser utilizado debido a la habilitación de la destilería de Luján de Cuyo. Con la incorporación de hornos, torres de destilación y otros equipos e instrumentos, mejoró sustancialmente no sólo la capacidad de destilación sino también el rendimiento y la calidad de los subproductos más valiosos, particularmente la nafta normal (la súper aparece en el mercado en 1958) para automotores, acorde con las necesidades del mercado consumidor local y de la región del litoral. Es que en lo que hace a la industrialización, transporte y almacenaje del producto, el gran paso se dio -como ya se enunció- con la instalación de la destilería de La Plata. A partir del ’30, se introducen mejoras vinculadas, entre otras cosas, al tratamiento del gas y supergas (gas licuado) necesarias como consecuencia del incremento de la elaboración del crudo de la zona de Challacó (Neuquén) que contiene alto porcentaje de azufre. Es decir, no sólo se aumentó su capacidad de elaboración sino también el tipo de derivados obtenidos. Se construyen nuevas destilerías: San Lorenzo (Santa Fe, 1938), Godoy Cruz (1937) y Luján de Cuyo (194l) estas dos últimas en Mendoza.
El transporte de crudo o derivados en vehículos automotores había sido en esta década significativo, como lo sugiere el elevado parque automotor del país y la nafta consumida. No obstante, en el conflicto mundial se redujo la importancia de los automotores, repuestos y particularmente neumáticos. La capacidad de almacenaje en tierra que tiene que ver con la infraestructura había tenido un importante aumento, no obstante lo cual no tenía relación lo producido con las necesidades del país. La escasez de tambores obligó a extremar las medidas tendientes a obtener el máximo aprovechamiento de los existentes sin perjuicio del empleo de cascos de madera para el envasado de lubricantes y asfaltos. Hacia 1943, la repartición fiscal contaba con 23 plantas de almacenamiento en sus zonas de influencia.
La acción de YPF en el mercado estuvo vinculada a la venta de combustible. La empresa actúa como reguladora al imponer, por un lado, el precio de la nafta y por otro, cuando es conveniente a los intereses del consumidor, lo unifica en todo el país. Así, se había impuesto el precio de $ 0,20 (1930), elevándose a $0,25 en la ciudad de Buenos Aires y Territorios Nacionales y $0,27 en las provincias debido a los impuestos nacionales y provinciales creados. En 1933 lo unifica para todo el país, haciéndose cargo de los impuestos provinciales en $0,23 por litro. A su vez, el tema del combustible estaba relacionado directamente con el problema de los caminos y la introducción del automóvil en función de la fuerte demanda presentada por el aumento poblacional. Recordemos la creación del Fondo Nacional de Vialidad y el sobreprecio de la nafta destinado a la construcción y reparación de caminos; en ese sentido, es significativo el aumento de caminos pavimentados o de tránsito permanente. Entre 1932-39 el consumo nacional de nafta aumentó el 50,13%, en el mismo período la producción fiscal, a su vez, había aumentado el 95,43%. Mientras, el total de vehículos en uso (incluye automóviles y camiones) que era en 1920 de 48.007 unidades, ascendió a 408.194 en 1940. Lo expuesto no implicaba que el combustible nacional cubría las necesidades del país. Se debió apelar a la importación de crudo (refinado en el país) o introducir combustible. De todas formas, si comparamos dos momentos clave en el desarrollo de la economía: 1914 y 1939 (los dos conflictos mundiales), se puede observar que la relación combustibles nacionales e importados no es tan desfavorable, producto de la expansión de la industria petrolera estatal, aunque no lograra aún el abastecimiento del país y se observa entre guerras una fuerte disminución de la concurrencia de otros combustibles, como el carbón y la leña.
Las compañías privadas que en la mayoría de los casos se ubican alrededor de la empresa estatal, habían realizado para esta época algunas construcciones precarias en sus respectivos campamentos. A pesar de diversidad de origen, las empresas más importantes eran subsidiarias de la Standard Oil (EE.UU.), desarrollando simultáneamente su accionar en el territorio de Neuquén y en la provincia de Salta. Desde 1923 se venían instalando algunas compañías extranjeras en la zona próxima al octógono fiscal: la Standard Oil Company S.A. y La República, Compañía Argentina de Petróleo S.A. -entre las más importantes- que aportaron hacia fines de la década del ’40, el 8% de la producción nacional de petróleo.
Sabido es que la explotación del recurso a escala comercial crea, entre otros, el problema del transporte. En general, en nuestro país se realizaba solo por medio de las estaciones ferroviarias de embarque o a través de pequeños oleoductos que llevaban el petróleo desde los yacimientos hasta los puertos, desde donde se concretaba el traslado hasta las destilerías en vagones de buque-tanque de limitada capacidad. En 1946 YPF, contaba con 25 buques que representaban 135 mil toneladas; sin embargo, los yacimientos distantes de los puertos, como el caso de Plaza Huincul, dependían del transporte ferroviario o de la construcción de oleoductos. Se proyectará el de Plaza Huincul a Bahía Blanca con una longitud de 660 km; mientras tanto, el petróleo iba hasta esa última ciudad en los vagones del ferrocarril y desde allí, por vía marítima a la destilería de La Plata.
Argentina había intensificado sus exportaciones a EE.UU., sin una contrapartida, fundamentalmente, en material crítico, vital para acelerar la industrialización. Las Fuerzas Armadas demandan modernizar sus equipos y los sectores nacionalistas intensifican sus críticas a la situación frente a los cambios operados al nivel del Estado y de la dominación. A su vez, desde YPF sus directivos, técnicos, empleados, etc., solicitan al presidente Perón el monopolio del recurso y la nacionalización de las compañías extranjeras teniendo como referencia las medidas tomadas respecto de otras empresas y servicios públicos. En consecuencia, desde la perspectiva que privilegia la multiplicidad de factores internos y externos enunciados, no es posible afirmar la factibilidad de generar una definida política energética.
¿Por qué el presidente Juan Perón desarrolla fuentes alternativas de energía, no capitaliza la empresa petrolera nacional en un proceso tendiente a mantener el ritmo de la economía ávida de combustible e inicia una lenta pero sostenida política, orientada a la incorporación del capital privado a la industria petrolera? Pretender explicar este proceso que intentó asociar intereses contrapuestos, sugiere la necesidad de realizar un análisis en varios niveles y momentos. En el primer momento, que coincide con la puesta en marcha del Plan Quinquenal y de la creación del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), Perón está interesado en activar el ingreso del capital extranjero y piensa en su incorporación en algunos sectores de la economía a través de la conformación de empresas mixtas; esto último incluye los combustibles. Si bien el Plan no abunda en explicaciones sobre los hidrocarburos, había coincidencia tanto dentro como fuera del gobierno, acerca de la carencia de combustible para abastecer el mercado interno a largo plazo. Esto aumenta en la medida que avanza la industrialización por sustitución de importaciones sin modificar la estructura productiva argentina, denotando claramente sus limitaciones. Es decir, a medida que avanza el proceso, crecen los requerimientos de insumos, bienes de capital e intermedios como el combustible para cubrir la demanda. Perón no descarta, simultáneamente a la puesta en marcha de la planificación de su gobierno, conversaciones con representantes de los EE.UU. (embajador Messersmith) y de la Standard Oil (Metzger) sobre el tema que le resulta preocupante: la dependencia argentina del combustible importado, que se corresponde con la expansión del transporte y de la industria. Las conversaciones se dan en momentos (1946) en que aún no se había distendido la relación argentino-norteamericana, aunque el representante (que sucedía a Braden) actuaba firmemente en favor de que mejoraran. La inversión norteamericana en el petróleo podía ser al mismo tiempo objetivo y consecuencia para una solución. El presidente debe accionar en el frente externo y en el interno; en este último, las Fuerzas Armadas plantean su preocupación por el reequipamiento armamentista. Hay simultáneamente dualidad y pasividad en los hombres del Ejército; mientras que en otro sector de las armas, en la Aeronáutica, el problema se plantea con mayor consistencia.
Lo sucedido en la relación capital extranjero-YPF da muestras de las diferencias ideológicas al interior de un gobierno que, aunque no revisten la intensidad para traducirse en lucha facciosa, son expresión de intereses contradictorios producto del heterogéneo acuerdo que le dio el triunfo a Perón en febrero de 1946. A un año de gobierno, la retórica nacionalista queda al desnudo: la política de nacionalizaciones no debía necesariamente ir asociada a la estatización de la economía. Las tratativas del gobierno destinadas a incorporar capital extranjero, norteamericano o británico y sus consecuencias, obligan a Perón -pragmático respecto del petróleo- a posponer su accionar, aunque manteniendo públicamente la construcción discursiva nacionalista, hasta que en las nuevas condiciones internas y externas, concreta la alianza con el trust estadounidense (1955).
Las diferencias
La composición química de los petróleos argentinos es muy variada y pueden ser de base parafínica, de base asfáltica o de base mixta. Por ejemplo, el petróleo de Comodoro Rivadavia es rico en nafta y petróleos livianos, el de Plaza Huincul tiene mayor porcentaje de nafta, además de kerosene y gasoil. El recurso en Salta posee mayor porcentaje de nafta y kerosén que el de Comodoro, pero menor porcentaje de aceites viscosos y asfalto que el de Plaza Huincul. Por último, el petróleo de Mendoza difiere del producido por los anteriores tres yacimientos, ya que es el que contiene elevado porcentaje de parafina.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído de: El pulso del Viento (Historia de Neuquén) – Fascículo 5, publicado en el año 2001 como suplemento del diario La Mañana del Sur. Autora: Orietta Favaro.
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