Durante el Proceso de Reorganización Militar, la sociedad neuquina tuvo sus particularidades. Compartió y vivió con el resto del país el terrorismo de Estado, por el cual se dividió a la Nación en “Zonas de Seguridad”, y cada una de ellas – bajo la jurisdicción de un cuerpo de ejército se dividió en dos o más Subzonas y éstas a la vez en Áreas de Seguridad, teniendo en cuenta la extensión y densidad poblacional. La Patagonia conformó la Zona de Seguridad 5, bajo la órbita del V Cuerpo de Ejército a cargo del Gral. René Azpitarte, quien designó a los interventores para gobernar las provincias, universidades y empresas estatales dentro de su jurisdicción, durante las semanas que siguieron al golpe del 24 de marzo de 1976. De esta manera, las provincias de Rio Negro y Neuquén quedaron unidas en su pertenecía a la Subzona 5.2 y la última fue además dividida en seis Áreas de Seguridad, de tal manera que en ese ámbito la policía provincial y federal, gendarmería y el personal penitenciario estaban bajo las órdenes “operativas” del comandante de la Subzona.
Ahora bien, no se produjeron en esta provincia atentados de organizaciones armadas que permitieran “justificar” la utilización de la “Doctrina de Seguridad Nacional”, pero aun así, existieron 18 desapariciones en Neuquén Capital y un centro clandestino de detención llamado la “Escuelita”. El número total de víctimas de la represión ilegal fue como en el resto del país por lo menos cuatro veces mayor que la cifra correspondiente a los desaparecidos. Entre esas víctimas se encontrarán a los detenidos puestos a disposición del PEN (Poder Ejecutivo Nacional) sin causa ni proceso. Estos ciudadanos, recluidos durante años en las cárceles de la Dictadura Militar, pasaron inicialmente días o semanas privados ilegalmente de su libertad en los chupaderos de la ZONA 51 o de la misma SUBZONA. O bien, conducidos directamente a las Unidades del sistema penitenciario federal, fueron secuestrados desde allí mismo, para ser sometidos a tortura en dependencias clandestinas.
A su vez, un número importante de los damnificados por este tipo de delitos fue liberado desde “La Escuelita” de Bahía Blanca, o desde su similar de Neuquén.
La postura de los partidos políticos, en lo que se refiere a los mayores referentes del Movimiento Popular Neuquino (principal partido de la provincia) y puntualmente Felipe Sapag (con la muerte de sus dos hijos), toma una actitud opositora a la dictadura, acercándose a organizaciones de derechos humanos colaborando con ellas y con la Iglesia, hasta económicamente, y participando en las marchas. Si bien no se integró a la Asamblea de derechos humanos, luego de la pérdida de sus dos hijos, se sumó a marchas por los derechos humanos y hasta mejoró sus relaciones con la Iglesia, deterioradas durante los setenta con motivo de su papel en la última parte de la Revolución Argentina y en los hechos del Chocón.
Entre 1966 y 1973, los representantes del Movimiento Popular Neuquino fueron convocados por los militares, específicamente en el gobierno de Onganía, por ser representativos del sentir de esta provincia y también como una estrategia de las Fuerzas Armadas de “probar” cómo funcionaba la teoría de los gobernadores naturales. Esto no se repetirá en lo que se llamó Proceso de Reorganización Nacional. Precisamente, durante esta época, no existieron relaciones aceitadas con Trimarco – gobernador interventor de la Dictadura- aunque se mantuvo parte de la estructura emepenista en el COPADE.
En este marco de acción surgió el Movimiento de los Derechos Humanos, apareció como un actor colectivo que apelaba en su principio aglutinador de su práctica política, a un sistema de valores fundamentales como son la vida, la verdad, la justicia, planteando exigencias éticas.
La historia Argentina no ha estado exenta de episodios de violencia que puedan considerarse violatorios de los derechos humanos, que dieran lugar a críticas y reacciones negativas, pero no provocaron el mismo efecto en la sociedad que los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas a partir de 1976, ni generaron, como en este caso, a un vasto movimiento de protesta cuya influencia en la vida del país ha sido significativa y sin duda se prolongará a través del tiempo.
Ello se debe a dos cosas, al desarrollo de la concepción del derecho humano posterior a la Segunda Guerra Mundial en donde dicho concepto fue considerado como valor supremo universal y, a su vez, la novedad que generó la figura del detenido-desaparecido, dado que la sociedad Argentina no había sufrido nunca antes las agresiones de una represión clandestina por parte del Estado o dicho en otros términos un Terrorismo de Estado.
El régimen militar inauguró en Argentina la temática explícita de los Derechos Humanos, lo que no significa que no hubiera históricamente problemas de Derechos Humanos con anterioridad. Lo que ocurrió fue que la represión sistemática bajo este régimen implicó una regresión que puso en el centro de la sociedad el problema de la vida en su dimensión elemental, casi biológica, de sobre vivencia o integridad física. El nombre con que se enfrentó tal regresión fueron los Derechos Humanos .
En principio durante la dictadura y ante el autoritarismo que esta ejerció, fue este Movimiento un intento defensivo ante la situación de agresión a los Derechos Humanos elementales. Si bien en la Argentina existían algunas organizaciones relacionadas con ellos, como movilización defensiva y reactiva fueron tomando fuerza en el transcurso de la dictadura a medida en que se iban cometiendo las violaciones, centrándose principalmente en el derecho a la vida. Los organismos preexistentes cambiarán su centro de acción, como son el caso del Servicio de Paz y Justicia. Y otros nuevos serán creados, como es el caso de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos a fines de 1975. Luego aparecerán los organismos de las Madres de Plaza de Mayo, más tarde las Abuelas, los Familiares de desaparecidos y presos políticos. Los organismos han tenido en común la denuncia y oposición a la dictadura pero se han constituido de manera diversa y eso será importante en la determinación de objetivos, perspectivas y modos de actuar. La Delegación Alto Valle y Neuquén de la APDH se constituyó producto del llamado de Jaime De Nevares (Presidente del organismo en el ámbito nacional) convocando a personas de la zona para repudiar el terrorismo de estado.
El Obispado neuquino tuvo una postura de franco apoyo a las víctimas de la represión y su actuación siempre siguió esa línea de critica al gobierno militar. En la provincia la Iglesia se convirtió en protectora de los perseguidos, como señala Inés Ragni, una de las Madres de Plaza de Mayo “la Iglesia de Neuquén nos abrió las puertas desde el primer momento”.
Diferente fue el apoyo de la Cúpula de la Iglesia Católica al gobierno militar, y se puso de manifiesto en la actitud de sus principales jerarquías, aun cuando hubo una moderada y contenida oposición emergente de los documentos que se emitieron como crítica a la dictadura. El episcopado argentino convivió con el golpe y no tuvo una actitud de oposición. Los orígenes de ese apoyo hay que rastrearlos no solo en sus tradicionales vínculos con la burguesía y las fuerzas armadas, sino también en su deseo de liquidar al “tercermundismo” del seno de sus filas.
En un país como el de ese momento, donde la actividad política y gremial se veía obstruida por la censura, donde agrupaciones partidarias y sindicatos no podían ejercer una actividad publica, el papel de la Iglesia tomaba características particulares.
En el caso de Neuquén, en forma contraria al comportamiento nacional, su Obispo Jaime De Nevares asumió el riesgo que implicaba comprometerse con la defensa de los Derechos Humanos. Fue el Pastor típico, formado sacerdotalmente antes del Concilio Vaticano I, ordenado Obispo al iniciarse las sesiones conciliares y que al regresar a su querida y flamante diócesis puso todas sus energías apostólicas en construir una Iglesia “puesta al día”… Una Iglesia que sabe escuchar la Palabra de Dios y celebrar los Misterios Sacramentales porque sabe de dónde viene… Una Iglesia que se pone a servir al hombre y mujer neuquinos para cumplir su misión de “servidora de la humanidad”.
Quienes necesitaban apoyo, se acercaron al Obispo de Neuquén. Algunos lo buscaban sabiendo que formaba parte de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, desde la creación de ese organismo. Pero los más, creyentes o no, buscaban al Obispo comprometido con la búsqueda de la Justicia durante otros episodios vividos por la comunidad neuquina. Por ejemplo en el conflicto conocido como “el choconazo” durante la dictadura de Onganía que reflejó la huelga que se produjo en El Chocón, condenó severamente el autoritarismo, la represión y el desconocimiento de los derechos humanos y sindicales, con gestos de presencia y palabras duras, y esto constituyó una opción tangible y concreta para el sostén de los más humildes y desamparados. Y fue uno de los primeros pasos del Obispo en su enfrentamiento con el poder político.
Jaime de Nevares construyó una Iglesia católica “atenta al clamor del pueblo”. Ese sesgo testimonial se demostró en la opción a favor de “los obreros, los migrantes chilenos, los mapuches y los desaparecidos”.
En septiembre de 1973, tras el golpe militar chileno que encaramó en el poder a Augusto Pinochet, De Nevares creó la Pastoral de Migraciones para atender el exilio de los expulsados políticos y sociales.
En general se tiende a determinar que Neuquén debe fundamentalmente su rotulo de “Capital de los Derechos Humanos” a la existencia y el actuar de Jaime de Nevares. No me parece que su permanencia y presencia en esta provincia sea un dato menor, pero me gustaría preguntarme qué hizo que un sector de esta sociedad tomase los valores de los derechos humanos y se movilizare tras ellos. O bien como una Iglesia con la orientación de la neuquina se vinculó con una sociedad en formación, sin núcleos ideológicos “tradicionales”. Sí relacionamos el concepto de marcos de acción, con la idea sobre la cual Neuquén se constituyó como una sociedad “nueva”. Una sociedad donde todo debía hacerse y donde no existían años de tradiciones sociales que conservar. Es así como se fue convirtiendo en una provincia nueva, donde la idea-guía era que todo estaba por hacerse, los esfuerzos se ponían en la concreción de las condiciones para el “despegue”.
De esta forma, se logró desarrollar un movimiento que aglutinó tras la concepción de los derechos humanos y que resistió desde la sociedad civil al gobierno militar. Lo que surgió durante la dictadura, en Neuquén, es un caso claro de Movimiento Social, que logró canalizar las demandas cuando los canales institucionales estaban truncos. Nace como un grupo que aglutina sus demandas a través de la defensa de los derechos humanos (sobre todo el derecho a la vida) y permite, de esta forma romper con la desmovilización y la atomización que impone la represión. Ante la falta de oposición, se convirtió en un espacio de participación y antagonismo a la dictadura. Surgió y se perfiló como una mediación entre la sociedad civil y el Estado. Permanentemente su rol en la escena política y social reflejó un gran dinamismo y su perdurabilidad es indudablemente mayor que en otras regiones del país.
Unidos por la adhesión a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y su rechazo al “Proceso de Reorganización nacional”, las reuniones se realizaron en la dependencia del Obispado de Neuquén. La primera reunión núcleo a 13 personas de la región Alto Valle, quedando constituido más tarde por un grupo estable de más de 20 personas.
Dentro de la heterogeneidad de participantes, fue el dato sobresaliente, algunos eran militantes de partidos políticos o tenían experiencia en otras luchas sociales, muchos no habían desarrollado hasta ese momento militancia alguna. El testimonio de Inés confirma ese lugar referencial que ocupaba la iglesia neuquina, “las personas que sufrimos la desaparición en ese momento faltaban nuestros hijos de nuestra casas, vamos a la Catedral …”
Pese a las restricciones, la Delegación realizó durante esos años reuniones con el afán de informar y dar a conocer – mediante las denuncias- la situación de los presos, las persecuciones desatadas en la Universidad Nacional del Comahue o en los organismos públicos, la censura a los medios de comunicación, etc. El esfuerzo de la Delegación se centró en lograr un registro detallado de las denuncias, para ser presentadas a las autoridades militares o ante la Justicia, y ser llevadas a organismos internacionales. Se buscó apoyar a las familias de las víctimas de la represión, y a pequeños grupos de apoyo que iban surgiendo en Gral. Roca, Bariloche, Cutral Co, y otras localidades de la región.
En 1978, se constituyó el movimiento de Madres de Plaza de Mayo como grupo local, y hasta el fin de la dictadura trabajaron integradas a la conducción de la Delegación Alto Valle de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. En el año 1982 se formalizó la filial Neuquén con la presencia de Hebe de Bonafini.
Si bien en un primer momento las relaciones entre ellos fueron de mutua cooperación, se pudo detectar y reconocer que entre los mismos hubo discrepancias bastante lógicas y producto de estratégicas que no eran compartidas.
El campo de los derechos humanos es complejo y se encuentra atravesado por diversas posiciones que pueden ser vistas como producto de la complejidad inherente a la figura del detenido-desaparecido. Como producto de ello, existieron heterogeneidades, entre los organismos y entre los individuos que los componían, cuestiones que fueron no solo estratégicas sino también de liderazgo y conducción.
La convocatoria fue el trabajo de difusión y denuncia pública de las violaciones, llegando a atacar las bases mismas del discurso represivo y comenzando a movilizar a una sociedad indiferente. Otra de las Madres, Lolín, decía: “todos juntos en ese momento que estábamos medios ciegos y no sabíamos que hacer, estábamos todos juntos ahí”.
Los secuestros fueron realizados mediante procedimientos, muchas veces cruentos, efectuados por personas uniformadas o de civil que podían identificarse o no como pertenecientes a fuerzas de seguridad, llevándose a cabo en las casas, lugares de trabajo o en la vía pública. Lo que distinguió a este hecho de otros es la pérdida de toda referencia acerca del secuestrado y del secuestrador
Las tareas de los organismos cubrieron varios frentes, por un lado, cumplió con el papel de contener a las víctimas y a sus familiares, a la vez que llevó adelante la protesta y la denuncia de las violaciones. Se encargó de hacer circular información sobre la magnitud de las violaciones, de organizar y sumar muestras de solidaridad y de promoción del tema en el ámbito internacional.
La problemática afectiva, la contención del dolor y la desesperación, estaban íntimamente ligadas a las tareas de orientación y asesoramiento a los familiares. Cuando las violaciones afectaban a personas con una práctica anterior en el espacio público y con conexiones políticas, se podían activar esos contactos. Cuando las gestiones con el “conocido” no resolvían nada, se volvía a caer en la desorientación y la desesperación.
La sociedad neuquina había adquirido una importante dinámica política, que construía o conservaba subterráneamente – en medio de la oscuridad- sus lazos de solidaridad. Y las organizaciones de derechos humanos lograron paulatinamente inscribir su problemática de las violaciones a los derechos humanos como conflicto social.
Los partidos políticos estaban prohibidos, al igual que los gremios, mucha gente encontró en la Asamblea por los Derechos Humanos con el apoyo de Monseñor de Nevares un lugar donde participar y resistir a la dictadura impuesta por el “Proceso de Reorganización Nacional”. Beba: “ese momento no estaban funcionando los partidos políticos, ni los gremios, entonces la gente se volcó mucho, hay gente que le gusta participar y que extraña toda esa actividad y el único lugar era ese. Todos los martes a las 9 de la noche nos juntábamos todos.”
Se fueron realizando las tareas de la Delegación neuquina de la difusión del material que editaban los diferentes Organismos de Derechos Humanos de Buenos Aires, Amnesty Internacional, la Vicaría de la Solidaridad chilena y el Arzobispado de San Pablo, Brasil. Y desde 1978, la edición de un boletín trimestral de la propia Delegación de Neuquén y Alto Valle, cuya distribución se hacía de mano a mano .
Pero aún con diferencia en los criterios para afrontar la resistencia, pudo conformarse un movimiento de confrontación política, que tuvo detrás un planteo ético y que mantuvo una presencia a nivel nacional y a su vez una expresión local, por medio de la Delegación. Estos organismos conformados por Madres de Plaza de Mayo y APDH elaboraron una serie de documentos que lograban publicarse en el diario regional, Río Negro. De esta forma cobraba visibilidad pública la situación, encontrando en el periodismo local una puerta abierta para la denuncia. Lolin: “salían documentos que nos pedían desde Buenos Aires por el Rio Negro. En ese momento nos publicaba mucho.”
Inés: “En esa época el diario Río Negro la página central era nuestra. Digo nuestra, de los organismos.”
Los atropellos eran puntualmente denunciados en comunicados que el Diario Río Negro publicaba in extenso, a diferencia de la prensa nacional, y además publicaba sin cargo las solicitadas de la Delegación.
En un primer momento el Gobierno militar pudo neutralizar la visibilidad pública con relación al escenario nacional, pero no lo pudo lograr en el plano internacional, con la presencia de Amnesty Internacional, y el fuerte respaldo que iban obteniendo los organismos argentinos en la red internacional de Derechos Humanos.
A esto debe agregarse que con la llegada de Carter al gobierno de los Estados Unidos se redujo la ayuda militar para los gobiernos de América Latina en general.
En año 1979, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), llegó a nuestro país para confeccionar un informe sobre los derechos humanos en Argentina. A diferencia de lo esperado por las Fuerzas Armadas, dicho informe, observó la existencia de las violaciones.
La Delegación de Neuquén, trabajó en ello desde fines del 1978, y fue así como se hizo posible reunir los testimonios referidos a los detenidos a disposición del P.E.N.
Se organizó institucionalmente a las familias para que viajaran a Buenos Aires a radicar personalmente la denuncia ante la Comisión de la O.E.A.
Un 14 agosto de 1980 al mediodía frente a la Gobernación, se dio comienzo a lo que será más tarde la movilización ciudadana neuquina y el primer acto de repudio en plena dictadura . Un grupo de personas de la Delegación Neuquén, con un cartel, (hecho con una sábana celeste desteñida) fue a la Casa de Gobierno para hacer entrega de un petitorio. El “trapo” será por mucho tiempo el símbolo convocarte para muchas marchas de protestas. Lolin: “… el primer cartel es nuestro en la calle Roca frente a la gobernación”
Pero para que el movimiento logre la obtención de una legitimación dentro del contexto nacional tuvo que llegar el año 1981, cuando Adolfo Pérez Esquivel ganó el Premio Nobel de la Paz. En mayo, Pérez Esquivel, fue invitado a Neuquén a presidir actividades. Fue la primer provincia que visitó luego de la distinción obtenida. Mientras la Dictadura trataba de ocultar el premio recibido y la prensa cómplice no realizaba ningún tipo de apertura hacia la problemática, en Neuquén la figura de Pérez Esquivel fue rápidamente incorporada tanto por los organismos como por la comunidad en general. Por ese entonces convocó a dos charlas en la Catedral que contaron con la presencia de muchas personas. Se produjo un acompañamiento cuantioso en las actividades y entrevistas organizadas durante tres días, donde pudo verse un crecimiento de la militancia por los Derechos Humanos en la región. Meses más tarde, y en conmemoración de un nuevo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un grupo de militantes y de familiares de víctimas de la represión inició un ayuno, en la “iglesia vieja”. Se reclamaba:
– aparición con vida de todos los detenidos-desaparecidos,
– libertad para todos los presos políticos y gremiales,
– la paz definitiva con el pueblo hermano de Chile y el cese de la carrera armamentista
– la vigencia total del estado de derecho, basado en la verdad y la justicia.
Durante toda la semana, la afluencia de simpatizantes para expresar su solidaridad con los reclamos fue continua y aseguró una concurrencia importante a las actividades de difusión organizada tales como charlas y debates, exposiciones gráficas, teatro y canto “de protesta”. Protagonistas de esta movida fueron los integrantes del “seminario de jóvenes” de la APDH.
En marzo de 1980 Videla llamó al “Dialogo político”, este intento pretendió establecer un nuevo orden donde los militares serían los encargados de tutelarlo, pero para ello primero debería legitimarse lo actuado durante la represión. Se visualizó entonces la idea de una posible transición. Sin embargo, en la práctica el gobierno militar se vio obstaculizado por las tensiones internas, Viola asumió la presidencia en Marzo de 1981 y en diciembre fue reemplazado por Galtieri quien destruyó la posibilidad de apertura.
Las resistencias comenzaron a ser más visibles, se vislumbró una modificación en la opinión pública, el régimen pasó de una legitimación inicial a una deslegitimación.
En julio de 1981 se formó la Multipartidaria, constituida por los dos partidos mayoritarios y otros partidos menores. En sus inicios la postura fue cauta. Aunque dentro de ella se distinguían dos grupos, uno que buscaba una mayor movilización social y política hasta conformar una multisectorial, otro sector claramente más moderado. Si bien la Multipartidaria modificó sustancialmente su cautela, comenzó en marzo de 1982 a presionar con mayor fuerza. El fracaso de las Malvinas, conllevó una caída del prestigio de los militares y a un aumento de los cuestionamientos internos hacia la organización jerárquica que tuvo como resultado un debilitamiento de la institución militar.
En síntesis, el desgaste del gobierno militar se evidenció, la crisis se agudizó y fue la salida electoral la propuesta para calmar los reclamos. Esta derrota modificó lo que hasta ese entonces iba a ser una salida controlada o tutelada por los militares. Se produjo entonces un intento de negociar por parte de los partidos y se llegó de esta manera a una transición no pactada. En la Multipartidaria se comprometieron en ella a no colaborar con el gobierno en una salida electoral condicionada, ni aceptar una democracia sometida a la tutela militar.
En este contexto del rechazo a una tutela militar las Fuerzas Armadas decretaron la Ley de auto amnistía como un último intento antes de dejar el poder para evitar la crítica a lo actuado, intentando anular posibles acciones judiciales.
El régimen militar producía sus documentos finales con la intención de persuadir a la opinión pública sobre la justicia de su actuación pasada. El Obispo y los Sacerdotes de la ciudad de Neuquén, emitieron un comunicado, para rechazarlos , sosteniendo que estos no servirían ni para la reconciliación ni para la pacificación : la vía judicial es la única capaz de canalizar la demanda de justicia hacia la violencia.
“En el documento militar ni se dice la Verdad ni se orienta a una justicia verdadera, por lo cual se nos hace imposible aceptar que “para luchar por el derechos a la vida” se haya sembrado de muertos el país con métodos que repugnan a todo ser civilizado, cuanto más a un cristiano.
Estamos seguros de que no todos los miembros de las Fuerzas Armadas aceptaran como “actos de servicio” cargar con secuestros, torturas, desapariciones y muertes; y es por eso mismo que, como pastores y como argentinos, no podemos aconsejar a nuestro pueblo que acepte el contenido del documento militar, pues lo haría partícipe de todos estos crímenes.
Queremos para todos la reconciliación, pero como lo pide la Iglesia, dentro de la verdad, la justicia y el amor fraterno”.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuente:
Fragmento de:
Areta, M. G. (2002) Movimiento de derechos humanos en Neuquén [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.499/te.499.pdf
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