El pozo descubridor de Comodoro Rivadavia no tenía por objeto comprobar estudios geológicos de superficie, sino el fin práctico de buscar agua. Distinta es la historia en la cuenca neuquina.
Las piedras que hablan.
Buscar petróleo es hacerle contar a las piedras la historia de las cuencas sedimentarias. En determinados sitios de la tierra, los plegamientos geológicos llevaron hasta la superficie a los sedimentos sumergidos, que la erosión pone en limpio. En el corte de esos afloramientos el geólogo obtiene señales o indicios mediante los cuales recompone el trazado de las borradas orillas de los mares prehistóricos. Las piedras comienzan a hablar cuando el geólogo, geógrafo de profundidad, reconstruye los relieves enterrados partiendo de observaciones de superficie.
Las piedras de la cuenca neuquina empezaron a hablar en 1912, cuando la División Minas, Geología e Hidrología envió al doctor Anselmo Windhausen, geólogo contratado de dicha repartición, quien realizó un primer viaje de estudio entre el 5 de febrero y el 17 de marzo, y después otro, que le llevó toda la primera quincena de julio. Luego de un tercer viaje cumplido en mayo de 1913, Windhausen elaboró el primer informe científico sobre esta cuenca y adelantó sus principales datos en una conferencia que pronunció el 6 de setiembre, en la Sociedad Científica Argentina, sobre el tema Constitución geológica de la zona petrolífera del Neuquén. En ella expuso sus observaciones y las indicaciones para explorar mediante futuras perforaciones.
Windhausen distinguió entonces tres zonas principales: la preandina, la de las mesetas y la oriental. Señaló que se hallaban manifestaciones de petróleo en esas tres zonas, pero explicó el origen de su presencia por el estudio de la preandina. Distinguió los yacimientos primarios de los secundarios, observando que el de Cerro Lotena era el único primario estudiado hasta entonces en la región. “Los afloramientos de petróleo de Covunco y de Huincul —dijo—, y el yacimiento de rafaelita (asfaltita) de Auca Mahuida, son yacimientos secundarios, pero siempre manifiestan la existencia del horizonte primario a cierta profundidad”. Aconsejó, en fin, como punto muy conveniente para realizar sondeos explorativos “la comarca comprendida entre el kilómetro 81 y la ciudad del Neuquén”. Es decir, un sitio ubicado entre Plaza Huincul y la capital neuquina, de modo que los trabajos de explotación quedasen localizados en una zona cuyo centro estuviese formado por los afloramientos de Huincul y Challacó.
Cabe consignar que Windhausen prefirió en su informe, por razones técnicas, los anticlinales de la región de las mesetas y no el Cerro Lotena, donde anteriormente había perforado pozos la compañía The Argentine Oil Field Syndicate, ni Covunco, donde, hacia 1909, realizo varías perforaciones la Sociedad Lannon, en áreas posteriormente transferidas al Acme Oil Syndicate.
Keidel confirma.
Los Informes de Windhausen fueron completados y ampliados por el doctor Juan Keidel, geólogo alemán de gran capacidad científica, quien viajó al Neuquén a fines de 1913 y recorrió al año siguiente una amplia región de la cuenca. Corroboró las observaciones de su predecesor y reafirmó la existencia de yacimientos petrolíferos en aquella. El informe de Minas, Geología e Hidrología de 1914 recogió la comprobaciones efectuadas expresando: “En el Neuquén, según resulta de los estudios efectuados, el ala oriental del geosinclinal andino que corre desde el sur de Mendoza hasta el río Limay, reúne perfectas condiciones geológicas para encerrar yacimientos petrolíferos, revelados en la superficie por algunas manifestaciones características (manantiales de petróleo, depósitos asfaltosos, etc.)”.
Perforación en el morro. Keidel aconsejó realizar la primera perforación en el lugar denominado Plaza Huincul, entre las estaciones Challacó y Ramón Castro, del Ferrocarril Sud, ramal Neuquén-Zapala. A un kilómetro al norte del Km 1.297 y “en el alto de un morro, al lado de una mata verde”.
En el mes de setiembre de 1915 la repartición oficial ordenó el traslado a Plaza Huincul de una perforadora Fauck, a la que se bautizó con el nombre de “Patria”. También comunicó a la gerencia del Ferrocarril Sud el programa de trabajos, a los efectos del transporte y descarga de equipos y materiales. No existía por ese entonces paradero ferroviario alguno a la altura de Plaza Huincul. Por eso las operaciones de descarga debieron realizarse en la estación Challacó, distante 22 kilómetros del lugar. Este trayecto debía ser salvado con medios primitivos, de tracción a sangre, y por malos caminos. Posteriormente fue celebrado un convenio con la empresa del ferrocarril a fin de descargar los materiales a la altura del Km 1.295, operación que era completada por carros tirados por bueyes y mulas.
El 9 de octubre de 1915 tuvo lugar la llegada de los bultos con los elementos de la Fauck, cuya capacidad de perforación era de 500 metros. Otro de los problemas por resolver fue el de la falta de mano de obra para los trabajos iniciales. Este inconveniente fue superado cuando el gobierno del Neuquén facilitó 30 presos de la cárcel provincial, los que percibieron en el caso los jornales correspondientes.
El 29 de octubre.
Con la supervisión del Ingeniero Enrique P. Cánepa, la perforación n° 1 fue empezada el 17 de febrero de 1916. El avance de la máquina “Patria” fue lento. Aparte de la poca o ninguna experiencia del personal en labores petroleras, se debieron afrontar otras dificultades: la escasez de agua, cuya provisión debía ser hecha por el ferrocarril, y las características del terreno (arenisca, dura-roca). Entre febrero y el 31 de diciembre de 1916 el pozo avanzó hasta los 260 metros. A partir de los 340 metros, la pesca de una herramienta llevó cuatro meses de tarea, desaprovechados para la perforación. Al llegar ésta a los 516 metros aparecieron rastros de petróleo, y el 29 de octubre de 1918 la máquina alcanzó el horizonte petrolífero, entre los 603 y los 606 metros.
En medio de aquella meseta despoblada, prevista por Windhausen y por Keidel como un futuro centro de explotación petrolera, los hombres del 29 de octubre tuvieron en sus duras jornadas y en su esfuerzo interminable menguados consuelos: el almacén de Castagnous en Challacó y la hospitalidad de doña Carmen Funes de Campos, en su fogón de la Aguada. Doña Carmen pasaría a la leyenda con un sobrenombre famoso, la “Pasto Verde”, recogido después por los juglares.
Trabajaron en el pozo n° 1, aparte del ingeniero Cánepa, los siguientes técnicos, auxiliares y operarios: José Almendra, Santiago Antón, José Arroyo, Rosendo Artigas, Benigno Bouza, Juan Carrosino, Emilio Castelón, Jorge Dompé, Pedro Espinosa, José Garrido, Rafael Garrido, Francisco Gruber, Pablo Gunter, Guillermo Helberk, Max Kessler, Oscar Lenhard, Juan Lunghi, Carlos Mayer, Santiago Martinelll, Fernando Melneke, José Melo, Juan Miralles, Benito Pérez, Juan Pollo, José Potenzone, Cipriano Salto, Focas Sánchez, Juan Schreiber, Juan Soufal, José Sproviere y José Vigna.
Información geológica.
El pozo descubridor de Plaza Huincul fue profundizado hasta los 1.060 con fines de estudio. Más que por su valor productivo, asumió importancia por la información geológica que brindó a la incipiente exploración petrolera argentina. Las napas de agua y de hidrocarburos que atravesó, al igual que las formaciones alcanzadas, fueron valiosos elementos para orientar los trabajos posteriores de dicha cuenca.
El pozo descubridor costó aproximadamente 110.000 pesos y rindió hasta fines de 1918 un total de 12.655 litros. Entre el 30 de enero de 1919 y el 30 de agosto de 1922 fueron realizados en Plaza Huincul seis pozos más. Como señalara el general Enrique Mosconi, en su obra clásica, esta vez el descubrimiento no fue debido al azar, sino a la aplicación por el Estado de la ciencia y de la técnica en la exploración petrolera.
Primera reserva.
La primera reserva en la cuenca neuquina derivó del ya citado decreto del 30 de setiembre de 1909, que fijaba una extensión de cinco kilómetros a todo rumbo de cada perforación efectuada por el Ministerio de Agricultura en terrenos fiscales, y prohibía dentro de los mismos tanto los permisos de exploración y cateo como de pertenencias mineras.
Con el éxito obtenido en esta cuenca, el Estado empresario afirmó su capacidad en el campo explorativo y demostró su aptitud para afrontar una labor en la que, hasta entonces, había fracasado la iniciativa privada. Alguien ha recordado, con razón, que no obstante existir en dicha cuenca diversos afloramientos superficiales, que indicaban la presencia del aceite mineral, no hubo en verdad trabajos de exploración; y en cambio los pedidos de cateo fueron numerosos en torno a la reserva, con posterioridad al éxito logrado por Minas, Geología e Hidrología.
La cuenca sedimentaria neuquina, considerada un apéndice del geosinclinal andino mesozoico, ofrece dos secciones —una al Norte y otra al Sur-, divididas por un antiguo elemento positivo del basamento cristalino, genéricamente llamado “dorsal Charahuilla- Picún Leufú- Plottier”. El sector Sur corresponde a los yacimientos de la zona de Plaza Huincul y sus adyacencias. Sobre el borde meridional de la cuenca, en cambio, se encuentra el yacimiento El Sauce, situado a unos 80 kilómetros más al sur del centro mencionado. Todos los yacimientos de la sección Sur comenzaron a ser explotados en 1918 y 1919.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuente: Libro Cincuentenario de YPF – 1972
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