Edilio Novoa vio la luz por vez primera en Plaza Huincul, el 12 de Octubre de 1925. Lo habían apodado “El Ñato”. Su niñez fue feliz en la pujante y emergente ciudad petrolera. Su familia lo educó en los principios de la buena gente y los buenos modales, teniendo acceso a la educación pública. El 24 de agosto de 1942 con sólo 17 años, ingresó a Yacimiento Petrolíferos Fiscales (YPF), donde empezó a desempeñarse como soldador. Algunos años después y habiendo tenido un desempeño laboral óptimo, en 1948, empezó su actuación gremial en el ex Sindicato de Obreros y Empleados de YPF, donde fue elegido delegado del sector de soldadura para el período 1948-49, con la complacencia y cariño de todos sus compañeros de sección. Se involucró y participó directamente en la retirada de los dirigentes de la Dirección del Gremio del ex Sindicato de Obreros y Empleados de YPF (a los cuáles en esa época los tildaban de dirigentes comunistas y pseudos comunistas).
En 1950 fue miembro integrante de la primera Comisión Directiva Provisoria que constituyó la Filial Plaza Huincul del Sindicato Unidos Petroleros del Estados (S.U.P.E.) de la que era secretario general provisorio Eusebio Mendiberri, comisión que estuvo actuando en ese carácter desde el 7 de enero de 1950 hasta el 7 de agosto de ese mismo año. Posteriormente y al quedar constituida en forma legal dicha comisión, Edilio Novoa fue electo Delegado del Sector Soldadura por el período 1950-51, y al finalizar el mismo fue electo Secretario General de la Junta de Delegados por el período 1951-52. Al terminar su mandato fue electo miembro de la comisión directiva por el período 1953-55. El 22 de Diciembre de 1952 al crearse la Proveeduría Justicialista Eva Perón dependiente del SUPE, fue designado por resolución de la comisión directiva, Gerente de dicha Proveeduría. El 25 de febrero de ese año pasó a ocupar también el cargo de Secretario de la Sub Comisión de Recepción y Homenajes, por renuncia de Clodomiro Abarzúa. Su participación política y gremial dentro de los diferentes cargos en SUPE fue muy activa y su desempeño por esos años fue ejemplar. No gozó de licencia como agente de YPF por cuatro años, a excepción de cuando tenía que llevar a cabo gestiones del SUPE fuera de la región, a fin de ahorrar los pasajes y otros emolumentos. Su norte era el General Juan Domingo Perón y Evita, de ahí su lineamiento político al Partido Justicialista.
Se dice que para el acceso a la vivienda propia de sus compañeros, ya que era difícil comprar ladrillones en la zona por su costo elevado, se organizaban juntando leña (la cuál abundaba), para luego ser llevada y vendida en el valle a cambio de ladrillones. Esto no fue bien visto por los comerciantes de la zona.
Un buen día, pese a su vida intensa gremial y laboral, Edilio se enamoró de una joven y bella mujer del lugar, Mercedes Pezoa. Pese a la diferencia de edad entre ambos, formaron una hermosa familia que los encontró para el año 1954 con dos retoños fruto de ese amor, Jorge Eduardo de un año y Norma Elina de dos. La vida les sonreía. Él disfrutaba de su profesión de soldador, donde podía ejercer libremente su afición política y gremial al amparo del Gobierno del General viviendo en su tierra. ¿Qué más podía pedir?
La mañana sin viento del domingo 15 de mayo de ese año, Edilio recibió un telegrama donde lo pusieron en conocimiento de una situación que se iba a gestar, que requería su necesaria presencia como referente gremial. Se hablaba de una huelga. Justo ese día debía viajar a Cipolletti con su esposa y sus dos niños, dado que habían planificado bautizar al menor de ellos, Jorge. Edilio habló con su esposa y decidieron que ella vaya primero en colectivo con los hijos. En su camioneta los llevó hasta el lugar donde se encontraba el transporte. Nada anticipaba una desgracia. Se despidieron con un beso. Ella lo miró con sus joviales años y él, petrolero apuesto, de voz firme y físico esbelto, la abrazó con ternura mirándola con ojos de tranquilidad, diciéndole que a las ocho de la tarde, casi noche, estaría con ella para el bautismo de su primogénito. Se fundieron en otro interminable abrazo, y se besaron nuevamente. Él luego besó a sus dos retoños, la luz de sus ojos. Nunca imaginaron que esa despedida, sería la última. Seguramente Mercedes guardó en sus retinas la imagen de su esposo Edilio mirándola con cariño diciéndole adiós con sus brazos.
Cerca del mediodía, en el patio y enfrente del Salón de los Obreros, de la calle Alberdi 173 entre Roca y Avenida del Trabajo, sucedieron acontecimientos que culminaron trágicamente, arrojando un manto negro sobre el movimiento obrero zonal. La gestión del obrero petrolero José Demófilo Marín (que dirigía SUPE), no conformaba a un grueso grupo de afiliados, que por ello le exigían el llamado a asamblea o en su defecto la entrega de las llaves del salón para realizarla.
Marín no tenía intenciones de ceder, pero ante la fuerte presión a la que era sometido, abandonando solo un poco su intransigencia, partió de la secretaría del SUPE y se dirigió caminando al Salón de los Obreros. Allí, sin abrir el salón, parado cerca de uno de los pilares del cerco, habló a los manifestantes que se habían desplazado hasta el patio y la calle del local. Nadie cambió de idea, ni quiso ceder. La gran tentación ¡…darle una golpiza a Marín…! Cayeron sobre él pedazos de ladrillos y gruesos insultos. El ambiente se tornó tenso. La magnitud de la hostilidad y el peligro acechaban la integridad física del Secretario. En esos graves momentos apareció Novoa en su camioneta, luego de dejar a su esposa e hijos. Frenó en la calle Alberdi, cerca del local y del tumulto. Bajó del vehículo y decididamente socorrió a Marín, alejándolo con la ayuda de otros compañeros.
Novoa volvió y se dispuso a subir a su camioneta cuándo un grupo de exaltados, que propinaban fuertes insultos hacia su persona, lo atropellaron y apuñalaron mortalmente, en un ataque traicionero por la espalda. Esta dramática escena solo duró unos segundos. Un testigo presencial (que también lo fue en el sumario policial), vio enfundar un cuchillo teñido de sangre. Se habló que lo portaba un tal Galván ayudado por un tal Lillo. Novoa alargó la mano al interior de su camioneta y extrajo un revólver. ¡Qué gran momento! Apuntó a su agresor sin martillar el arma y le dijo:
– ¡No te mato por tus hijos!
Instantes después subió a su camioneta “teniendo la puñalada encima”, sin conciencia de la gravedad de la misma. Pensando que podría arreglárselas solo, se alejó manejando. La mayoría de los actores del drama no percibieron lo sucedido y se dispersaron, pero el testigo mencionado salió corriendo a buscar a Marín.
– ¡Qué mala cara traes!
– ¡Sí… apuñalaron a Novoa…!
Marín salió inmediatamente en busca de Novoa. Lo encontró sangrando y sin sentido detenido a la vera del camino, cerca del Hospital de YPF (actual Sanatorio Plaza Huincul en el Barrio Campamento Central de esa localidad). Seguramente Novoa hizo un vano intento de salvar su vida queriendo dirigirse al nosocomio, cuando los efectos de la mortal puñalada le hicieron saber que algo grave le iba a ocurrir.
Fue ingresado al establecimiento sanitario, pero pese a la esmerada atención que le prodigaron, Novoa murió a consecuencia de la herida mortal que recibió, la cual le atravesó la pleura y el hígado. Tenía solo 29 años. Dejaba una viuda muy joven con dos hijos muy chicos.
Las crónicas de la época dijeron que fue un excelente joven. Muy querido. Muchos lo lloraron y muchos lo acompañaron a su responso final en el cementerio de Plaza Huincul. El movimiento obrero perdió con su muerte un líder en formación y se tiñó de sangre. Mataron a Novoa. Rugió el “viento” de la comarca petrolera.
Fue velado en primera instancia por 24 hs en el domicilio de su padre en el Barrio Campamento Central de Plaza Huincul, y luego llevado a pulso hasta la capilla ardiente de la Secretaría del Sindicato de SUPE en Cutral Có (que se encontraba por ese entonces en calle Roca Nro. 760), para la despedida de amigos y afiliados. En un sentido discurso al momento del velatorio, Mendiberri dijo “…se estremecen también de espanto los pueblos de Plaza Huincul y Eva Perón (actual Cutral Có, denominación que tuvo al momento del homicidio de Edilio Novoa, desde el 26 de enero de 1953 al 6 de septiembre de 1955, durante el Gobierno del General Juan Domingo Perón), ante el bárbaro crimen que los priva del amigo dilecto, del luchador incansable, del honesto padre de familia, del insobornable dirigente gremial…”
Una vez finalizado el oficio religioso, el cortejo fúnebre se puso en marcha por la avenida Roca de Cutral Có hasta el cementerio de Plaza Huincul. Fue llevado a pulso por la Ruta Nacional 22 por una multitud de compañeros y correligionarios, los que se turnaban para la tarea del traslado del féretro (no hay registros en la comarca de otra situación así), y detrás miles de personas del movimiento petrolero, partidario, familiares y amigos. De a pie, en colectivos y vehículos. YPF autorizó un paro total de tareas de las 12 a las 18 hs para la asistencia al cortejo. Al llegar a la necrópolis se depositó el ataúd en el panteón de la familia Churrarín hasta su ubicación definitiva. En nombre de los delegados de la Junta del SUPE habló Horacio Mabuini y luego Silverio Viedma en representación de la Comisión Directiva del gremio.
G.Ramos en un tocante poema titulado “Al compañero Novoa”, grita su dolor y finaliza:
“Duerme tranquilo tu eterno descanso,
tu espada caída luchando seguirá
y en tú acción diaria como en el remanso,
tu imagen sencilla nos sonreirá.
Porque fuiste bueno, unidos lloramos
y en la pena inmensa te damos el adiós,
Edilio querido por siempre juramos tenerte,
en el ruego que hagamos a Dios”
Sus restos descansan actualmente en el panteón que YPF le construyó en el cementerio de Plaza Huincul. Su familia nunca se pudo reponer a tan irreparable, inesperada y trágica pérdida.-
Su esposa Mercedes y su hija Norma Elina ya partieron. Tal vez se encuentran con Edilio en otra vida juntos. Su hijo Jorge todavía en esta tierra, los sigue llorando.
Juancito
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuentes:
- Cutral Có Tiempos de viento, arena y sed, de Alesio Miguel Saade
- Suplemento informativo “El Buril” (SUPE) Nros. 13 y 14 de Abril de 1954
- Testimonio de Natalia Daniela Novoa (nieta de Edilio Novoa)
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