Hasta este momento, se han develado tres tesoros en forma de troncos fósiles, cada uno con sus historias. En uno de estos lugares, las araucarias petrificadas alzan sus fragmentos erguidos como valientes guardianes del tiempo, bañados en un cálido matiz anaranjado. Este descubrimiento es verdaderamente singular y se distingue como un regalo único en nuestro país.
Hace aproximadamente 80 millones de años, Neuquén era un rincón donde el clima prevaleciente abrazaba la calidez y la humedad, alternando con periodos de sequía. Esta ventana al pasado no fue trazada por centros de estudio climático ni estaciones meteorológicas, sino por el detenido análisis paleobotánico, una suerte de arqueología botánica, de los restos petrificados de árboles hallados en nuestra provincia. Además, estos tesoros naturales comparten su espacio con los vestigios de dinosaurios de la era Cretácica. En uno de los lugares, una serie de secciones de las antiquísimas araucarias permanecen en pie, manteniendo su esencia y su característico tono marrón-naranja de madera convertida en piedra.
La magnificencia de estos troncos, con más de un metro de diámetro, petrificados y descansando sobre la meseta o la cordillera, es un espectáculo que supera cualquier descripción. En el corazón de nuestra tierra, donde el viento y la arena juegan su danza enfrentando a ñires y alpatacos, inmensas piedras largas y redondeadas de araucarias esculpidas por el tiempo, emergen como un regalo que la historia ha revelado en el presente.
Dentro de la provincia de Neuquén, tres lugares privilegiados dibujan un triángulo geográfico donde los sueños de la prehistoria se manifiestan en forma de plantas fosilizadas. El Sauce-Picún Leufú guarda un tesoro, el cerro San Pedro en Huinganco sostiene otro, pero es en la zona de Aluminé-Ruca Choroy donde el asombro alcanza su cúspide al encontrarnos con troncos fosilizados que desafían el tiempo y la gravedad, erguidos como guardianes de antiguas historias.
El área de troncos fosilizados, que se despliega al aire libre en medio de la meseta del centro neuquino, a unos 155 kilómetros del Alto Valle y en estrecha proximidad al yacimiento Vaca Muerta, ha sido declarada por el gobierno provincial como una “zona paleontológica exclusiva y protegida”. Ya se ha anunciado la creación de un Museo al aire libre en El Sauce, pequeña localidad del Departamento Picún Leufú cercana al río del mismo nombre. La ciencia revela, el turismo nos guía, y así, este tesoro se convierte en un encanto más para la región.
En el caso de los troncos fosilizados del cerro San Pedro en el norte neuquino, “pertenecen a una era en la que los helechos arborescentes dominaban el paisaje, y las coníferas y las angiospermas, las plantas con flores que predominan hoy día aún no existían”, nos cuenta Mateo Gutiérrez, paleontólogo de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural, con la pasión de quien escucha los ecos del pasado en las huellas de la tierra.
Hace casi dos décadas, una patrulla de Gendarmería del Escuadrón de Aluminé descubrió una maravilla: un bosque petrificado con elementos únicos en el país. Esta vasta extensión en las laderas orientales del lago Ruca Choroy alberga no solo troncos petrificados que yacen en el suelo, sino también ejemplares que se alzan majestuosos, asombrando con su porte y color.
Según los datos disponibles, las araucarias petrificadas que se encuentran a unos 12 kilómetros de Aluminé, en una zona de difícil acceso, se esparcen en una hectárea. Este bosque es considerado uno de los más hermosos del país y el único en la provincia donde los troncos se mantienen en posición vertical, como si aún estuvieran vivos. Con 34 troncos y 20 ejemplares bien conservados, estos restos pertenecen a angiospermas y representan la primera evidencia de una comunidad boscosa del Oligoceno. Estos ecosistemas ya existían hace unos 25 millones de años, en el lado chileno, con especies similares a las actuales, según explicó Leandro Martínez, especialista del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata.
Este científico, uno de los investigadores más versados en la vida del Cretácico en Neuquén, actualmente colabora con la Provincia y está fuertemente vinculado al Museo Histórico Regional de Villa La Angostura y la mencionada Dirección de Patrimonio. Nos cuenta que: “La paleobotánica es una rama compartida entre la paleontología y la botánica que estudia las plantas fósiles. La geología aporta un tipo de información. Los restos fósiles de dinosaurios y de plantas también contribuyen. Cuando se juntan todos los elementos se puede ver el panorama completo. Hay troncos, semillas, hojas, granos de polen y hasta flores fósiles en el territorio neuquino”.
La minuciosa labor de Martínez, que realizó su tesis y vivió en Plaza Huincul, ha explorado la Formación que se extiende entre esa ciudad, Cutral Co, Sierra Barrosa y El Chocón. Si bien su enfoque es en el período Cretácico, también se adentra en el Jurásico y el Paleozoico. Sobre todo, en relación con los bosques petrificados de Neuquén, su proceso investigativo comienza con un fragmento de apenas diez centímetros de diámetro y se lo “divide en diferentes planos con cortes de láminas delgadas y se las pule hasta que la luz pase a través de la roca. Luego la mira en el microscopio. Es un trabajo muy delicado porque a medida que se pulen los troncos a veces se parten y rompen. Estas láminas de madera fósil se estudian de la misma manera que cualquier madera actual. Si están bien preservadas, se ven las células. Las características presentes en esas células, su tamaño y alteraciones indican que pasó con los árboles en el tiempo”.
Así como el análisis de los anillos de un árbol puede ofrecer información sobre su vida y edad, lo mismo ocurre con el estudio de la madera fósil. La huella interna de un árbol también se halla en los ejemplares fosilizados de Neuquén. Sin embargo, los científicos descubrieron algo sorprendente: en las zonas de clima tropical, los árboles no desarrollan anillos de crecimiento.
Esto contrasta con los fósiles de El Sauce, lo que lleva a la conclusión de que, en aquel período, el clima en esta región de la Patagonia era tropical, con su alternancia de humedad y sequedad que los fósiles han revelado.
Hace unos 80-90 millones de años, la actual meseta del centro provincial albergaba un bosque similar al actual parque provincial Copahue-Caviahue y otros. En este paisaje, las araucarias (pehuenes) dominaban la altura, con plantas tropicales creciendo bajo su sombra. Lo intrigante es que, en los troncos fósiles estudiados, aparecen estructuras como canales junto a anillos irregulares. Estos patrones se formaron en la madera de los árboles que enfrentaron traumáticos largos periodos de sequía, y nos brindan un vistazo a su lucha por la supervivencia.
La mayoría de los troncos petrificados que emergen de la Formación Huincul son araucarias, guardianas de antiguas épocas. A veces, encontramos especies emparentadas con los cipreses actuales, acompañadas por grupos de angiospermas más pequeñas, que crecían como pensamientos bajo la sombra de las gigantes. La paleobotánica, nos ha enseñado que las araucarias “han llamado hogar” a la provincia desde tiempos lejanos. Estas antecesoras surgieron en el Período Triásico, hace unos 240 millones de años, presentando rasgos que reverberan en las araucarias de hoy. Con el Mesozoico, se esparcieron por todo el planeta, depositando fragmentos de su historia en cada rincón del mundo.
En la Sierra de la Vaca Muerta, cerca de Bajada del Agrio y Las Lajas, se descubrieron helechos extremadamente raros llamados Tempskya, que pertenecen a un linaje extinto sin parientes cercanos en la actualidad. “Hoy en día, no existen plantas con ese tipo de estructura. Tenían tallos pequeños de los cuales brotaban raíces entrelazadas”, concluyó Martínez.
Hace tres años, un equipo científico de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego detectó un gran bosque petrificado bajo tierra utilizando georradar, una tecnología no invasiva que mapea los sitios mediante ondas electromagnéticas. Este descubrimiento proporcionó valiosa información a los investigadores neuquinos, impulsando la exploración de este tesoro oculto bajo la superficie.
Toda la riqueza del pasado se despliega sobre y bajo la superficie, a disposición de la ciencia y la tecnología para ampliar nuestro conocimiento y trazar los orígenes de nuestra actualidad. Cada tronco petrificado, cada rastro en la tierra, nos ofrece una ventana al tiempo que nos conecta con la herencia que precede a nuestro presente.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Publicado en el Portal Pasó Hoy – Portal de contenidos patagónicos.
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Me enamora la historia de tan bella y rica Provincia.