Cuando el designado primer gobernador del Neuquén, el Coronel Manuel José Olascoaga, se encontraba aún en Buenos Aires ultimando detalles previo a su partida en dirección al Sur para ocupar su puesto, fue entrevistado allí por algunos inmigrantes alemanes recién arribados al país que se ofrecían para colonizar el territorio neuquino. Así lo hizo conocer Olascoaga el 26 de febrero de 1885 mediante la nota que le cursara al Ministro del Interior, don Bernardo de Irigoyen, agregando que dichas personas solicitaban se considerara la posibilidad de ser trasladados juntamente con los demás funcionarios y empleados de la gobernación, asegurándoles en el destino su manutención por el término de un año, o sea permitiéndoles que pudieran formar los recursos o capital básico para la subsistencia de sus familias. Los colonos que no contaban en esos momentos con sus familiares, estaban decididos a traerlos de Europa ni bien tuvieran asegurado su lugar de residencia.
Conviene aclarar que por entonces estaba vigente la Ley de Colonización promulgada el 19 de octubre de 1876, la cual establecía una serie de interesantes beneficios para todos aquellos decididos a colonizar zonas deshabitadas del país. En base al conocimiento de las prerrogativas de esta norma, es que Olascoaga accedió gustosamente al pedido que le formulaban los interesados comprometiéndose firmemente a concretar las gestiones necesarias para el éxito de tan valiosa propuesta, consignando en parte de su informe:
“… En vista de estas consideraciones, no dudo que el señor Ministro, adoptará las resoluciones conducentes a favorecer el establecimiento de este pequeño pero valioso núcleo de población que seguramente atraerá dentro de poco tiempo una corriente espontánea al rico y fértil territorio cuya administración se me ha confiado…”.
Un primer listado (incompleto), dado que el número alcanzó a 60 individuos, comprendía a las siguientes personas: Achiles von Rentzell, Conrad von Rentzell, Otto von Duisburg, Georg Hertzog, Oswald Hogel, Oskar von Manteuffell, Francisco von Manteuffell, Julio Rodlepch, Max Rapold, Alfons Hoffmann, Enrico Hermiss. Guillermo Kreisler, Carlos Brinkmann, Bernardo Brinkmann, N. Cork, N. Bune, Guillermo Honegen, Augustin Azuana, Antonio Caprielo.
Casi un mes después el gobernador Olascoaga recibió del Ministerio del Interior una copia del decreto por el cual se aprobaba un contrato que había sido celebrado en Berlín entre el representante argentino en Alemania y el señor Cristian Petersen, acto que confirmaba la concesión para colonizar en las márgenes de los ríos Negro y Limay dos secciones de veinte kilómetros por costado cada una.
Este acto generó una gran expectativa dando nacimiento a un ambicioso proyecto que, de alguna forma, era coincidente con la visionaria idea de Olascoaga acerca de la conveniencia de fomentar la colonización en el Sur donde hacía falta brazos fuertes y gente resuelta a trabajar duro para extraer de la tierra las inmensas riquezas latentes y que él mismo avizorara a través de los estudios que años antes había realizado. Ante esta realidad, el gobernador decidió proponer un referente del grupo de colonos para que se encargara del orden y la armónica convivencia de sus paisanos a la vez de ser el vínculo e intérprete entre éstos y las autoridades. Para ello solicitó y logró que el Gobierno Nacional nombrara el 2 de marzo de 1885 al señor Otto von Duisburg como Comisario de la “Colonia Alemana del Neuquén“, con un haber mensual de $ 100 m/n.
El 26 de mayo de 1885 el gobernador Olascoaga informó al Ministerio del Interior que arribó a Carmen de Patagones vía marítima junto con los integrantes de la Colonia Alemana que había sido autorizado formar, aguardando la primavera para continuar su trayecto debido a las dificultades que se le presentaron en el transporte. En el poblado maragato se alquiló una vivienda para posibilitar, aunque muy precariamente, el alojamiento de las familias germanas proveyéndoles los víveres necesarios al igual que para los demás integrantes del equipo que acompañaría en su gestión al gobernador, los cuales iban siendo nombrados progresivamente al tiempo que se acentuaban los trámites para que el Ministerio del Interior dispusiera los fondos para la compra de diez carretas, bueyes, mulas, caballos y demás elementos para posibilitar el transporte por tierra del personal y bártulos, dado que por vía fluvial, tal como estaba planeado desde un principio, no resultaba factible por la gran bajante que experimentaba el río Negro que con dificultades y mucha fortuna solamente permitiría arribar a Choele Choel.
Ante la inevitable estancia en Carmen de Patagones, el Coronel Olascoaga decidió ganar tiempo y solicitó se lo autorice a adquirir para uso de los colonos alemanes útiles de labranza y semillas, como también el “ganado de labor” que iban a necesitar en su destino.
Unos meses más tarde, más precisamente en noviembre, el gobierno le respondió que no se hacía lugar a su pedido pues en fecha 27 de febrero de 1885 se había emitido un decreto que, contrariamente a lo resuelto en casos similares para colonizar tierras en el Chaco, Río Negro y otros lugares, restringía considerablemente los beneficios que anteriormente se daban a los inmigrantes-colonos, limitándose la asistencia a solamente el transporte y la provisión de alimentos. Esta desalentadora noticia hizo que Olascoaga exteriorizara su disgusto haciendo notar su incomprensión por la medida decretada y que seguramente iba a generar desaliento entre los ya impacientes futuros pioneros, más aún porque hacía meses que los mismos permanecían demorados y ociosos en Carmen de Patagones estando deseosos de emprender una nueva vida en los lugares que se les prometió asignar.
De haber sabido a tiempo esta contrariedad, comentaba Olascoaga, era seguro que los europeos hubieran preferido optar por los territorios próximos a la zona del litoral argentino donde se les ofrecía todas las ventajas de la Ley de Colonización, además de contar con más comodidades como comunicaciones y la facilidad de comercializar los productos que lograsen elaborar o cultivar.
Poco tiempo después, el 11 de enero de 1886, transcurrido casi un año del inicio del proyecto y permanencia en Patagones, se le comunicó al responsable de la Colonia, Comisario Otto von Duisburg, que alistara a su gente en razón de que de un momento a otro se emprendería el viaje hasta General Roca. Allí otra vez se iba a permanecer un período aún no definido pues se debería aguardar la construcción del camino carretero entre “Paso de indios” hasta el asiento original de la gobernación que era por entonces, “Campana Mahuida”.
Esta comunicación en cierta forma actuó como un detonante pues al día siguiente produjo la deserción de 6 colonos con familia a quienes luego se les otorgó pasaje para regresar a Buenos Aires. Otros se fueron separando durante la estadía en Patagones radicándose por su cuenta en esa población y otros puntos de la costa del río Negro.
Ante esta situación, producto del desánimo generalizado, en fecha 13 de enero de 1886 se resolvió la disolución de la proyectada “Colonia Alemana del Neuquén”, no obstante, unos pocos pretendían, pese a las contrariedades experimentadas, hacer efectivamente el viaje a General Roca con el personal y bagaje de la gobernación pero sin detenerse allí. Esta idea no fue aprobada por las autoridades debido al riesgo que implicaba una marcha larga, las enfermedades que ya se estaban registrando por falta de aclimatación del personal y no haber otro punto que no fuera General Roca que sirviera de permanencia provisoria de los colonos. Otros querían quedarse en Carmen de Patagones y los restantes retomar a la Capital de la República. Finalmente quedaron dos: Carlos von Groeber y Ernesto Jork, para quienes se solicitó al Gobernador del Territorio del Río Negro, General Lorenzo Vintter, tuviera a bien darles alojamiento, comida y ubicación en el lugar que considerara conveniente.
El 30 de enero de 1886, se le comunicó a Otto von Duisburg que, por haberse disuelto la Colonia, cesaba en sus funciones, ofreciéndole los pasajes para que él y su familia pudiera retornar a Buenos Aires, lo que así se hizo. El espíritu y voluntad de un puñado de agricultores y artesanos venidos de la convulsionada Europa con el firme propósito de volcar todo su esfuerzo en una tierra que se asentaba pródiga y dispuesta a incorporarlos, se truncó impidiendo que se concretara en aquel nuevo Neuquén una colonización como la que con tan buenos resultados habían logrado los chilenos en su zona Sur a partir de 1846. De este modo también se tronchó la actuación del primer Comisario alemán designado para dirigir a un grupo de compatriotas en tierras extrañas de la América del Sud.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído del libro: Guardianes del Orden, Primera recopilación de datos y antecedentes históricos de la policía de Neuquén 1879-2000, Tomo 3, de Tomas Heger Wagner, – Comisario para una colonia que no pudo ser.
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