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El 3 de diciembre de 1903, en carta al Ministro del Interior, el por entonces Gobernador del Territorio Nacional del Neuquén, don Carlos Bouquet Roldán, dice: “Oficial. Estando vacante el puesto de médico de esta Gobernación y habiéndose ausentado el médico del Regimiento, no ha quedado aquí ningún facultativo, por lo cual solicito a V.E. el nombramiento de médico en la persona del Dr. Julio Pelagatti. Me permito encarecer a V.E. la urgencia de dicho nombramiento. Saluda a V.E. con mi consideración distinguida. Bouquet Roldán. Gobernador”.
Aparentemente el nombramiento fue rápidamente acogido por el Ministerio del Interior, ya que el 17 de marzo encontramos una carta oficial firmada por un tal Juan Trujillo (de la cárcel de Piedra del Águila) dirigida al Comisario López de Neuquén, indicándole retirar del almacén de Miguel Muñoz en Km 1190 útiles destinados a esa institución, y si le quedara lugar, cargar también los bultos pertenecientes al médico de la Gobernación, Dr. Pelagatti.
El 18 de abril de 1904, en Chos Malal, el Gobernador Bouquet Roldán solicita por nota al Ministro de la Guerra Coronel Pablo Ricchieri, se designe con un sobresueldo al Dr. Pelagatti para cumplir, además de sus funciones como médico de la Gobernación, tareas en la Compañía militar radicada en esa ciudad, hasta ese momento capital del Territorio.
El 2 de mayo de 1904, el nuevo Gobernador del Territorio del Neuquén, Eduardo Talero, según una nota que hemos encontrado en el Archivo Histórico de la misma Provincia, ordena depositar el giro N° 168 por valor de $ 100 (cien) en el Banco de la Nación a la orden del Dr. Julio Pellagatti (sic), con imputación a sueldos de Gendarmería. Suponemos éste era el sobresueldo que se menciona en la nota antes referida.
En mayo de 1905, el por entonces Gobernador del Territorio de Neuquén, Bouquet Roldán, forma una comisión compuesta por él mismo, Pedro Linares y el Dr. Julio Pelagatti, con el objetivo de “… dirigir y entender en la construcción de un Hospital en la localidad”.
Para juntar fondos para tal propósito se comisionó a la Sociedad de Beneficencia recientemente formada, que organizó kermesses (muy de moda en la época). En abril de 1907 ya se habían juntado 1.500 pesos, con lo que se inició la construcción con una donación de 1500 ladrillos de Pascual Claro. Rechazada por el Gobernador la moción de que el hospital llevara su nombre “por haber sido el fundador de esta Sociedad y por los numerosos beneficios que le aportó”, se decidió que el hospital llevara el nombre de Hospital de Caridad u Hospital Rivadavia . El edificio se levantaba en la manzana N° 19, donde había estado el polígono de tiro, y que perteneció más tarde al barrio militar. La construcción nunca pudo ser terminada, paralizándose por falta de fondos en 1907. En 1913, el Congreso de la Nación votó un subsidio para construir un Hospital Regional, hecho que alentó la esperanza de terminar la obra inconclusa, pero finalmente el subsidio fue destinado a construir el mencionado nosocomio, con características de regional, en la ciudad de Allen (se inauguró recién en 1925).
En marzo de 1909 se instaló en Neuquén capital una pequeña Enfermería, en el mismo local que anteriormente ocupara el Consulado de Chile . Su atención estaba a cargo del Dr. Pelagatti, que continuaba siendo médico de la Gobernación . Lo sucedieron en este puesto los Dres. Antonio Mare, Ventura Robledo y Alejandro Iarcho.
Otros datos y reconstrucción biográfica
Giulio Benedetto Alfonso Pelagatti , hijo de Angiolo Pelagatti y de Demi Sofía nació en Montecatini Val di Cecina (Italia) el 9 de diciembre de 1867. Estudió en su pueblo natal hasta que decidió seguir Medicina, para lo cual se trasladó a Siena, obteniendo su diploma en 1893, a los 26 años. Poco después se trasladó a Suiza para realizar estudios de postgrado.
En 1896 se vino a la República Argentina, por esa época tierra de promesas para los europeos, que afluían en grandes cantidades a nuestro país, constituyendo lo que habría de ser una etapa fundacional del país moderno.
A su llegada, el Ministerio del Interior lo autorizó a ejercer la medicina con su título sin reválida, destinándolo al norte de la Provincia de Santa Fe, en el Departamento de Vera, para atender a los pobres e indigentes de la zona, en su mayoría indígenas. Desde allí atendía también en la provincia del Chaco.
A mediados de 1897 se trasladó a Hurlingham en la Provincia de Buenos Aires, y dos años después a Santiago del Estero, donde ejerció hasta 1903. A fines de ese mismo año, como hemos visto antes, fue requerido como médico de la Gobernación del Neuquén, trasladándose a principios de 1904 a Chos Malal, para mudarse junto con el asiento de la autoridad política a la Confluencia; era empleado de la Gobernación cuando Neuquén, meses después, fue nominada Capital del Territorio. Formó parte, entonces, del reducido contingente humano testigo de este acontecimiento histórico.
Como persona culta que era, tuvo importante actuación social y política. Fue nombrado concejal tanto en Chos Malal primero como en la capital territoriana mas tarde. En éste último lugar llegó a ser vicepresidente del Concejo Municipal .
Viviendo ya en Neuquén, cruzaba frecuentemente a Colonia Lucinda (hoy Cipolletti) para atender sus pacientes. De ello nos queda el testimonio documental en las múltiples actas de defunción firmadas por él. Cruzaba a caballo, probablemente por sobre el puente ferroviario, única vía de comunicación entre Neuquén y Colonia Lucinda hasta 1912, en que se inauguró la balsa. Era un buen jinete. Más adelante, su medio de transporte fue un sulky, hasta que compró un Ford T.
En mayo de 1910 le fue limitada la autorización precaria para ejercer en Neuquén, en razón de haberse radicado en la ciudad un “médico nacional”, según marcaban las reglamentaciones del Ministerio del Interior. Esta reglamentación produjo honda conmoción, como volvería a suceder en otros casos, motivando por parte de la población protestas y telegramas a las autoridades del Ministerio del Interior. En otra parte de esta obra hemos dado cuenta de la polémica que se veía reflejada, incluso, en los medios gráficos de la época. La presión de la población logró se revirtiera la revocatoria, hecho que fue festejado con un banquete popular de homenaje en el Hotel Nacional, el 24 de julio de 1910 . En la oportunidad se le hizo entrega de un pergamino artístico firmado por los vecinos, obra del joven Samuel Edelman. Sin embargo, a pesar de ello, años después, en mayo de 1917, Pelagatti partió poco después en busca de otros destinos. Según Spinelli, se trasladó primero a Zapala y más tarde a Las Lajas.
El Dr. Pelagatti, después de los destinos señalados, partió hacia el sur, radicándose en Dolavon, en el territorio Nacional del Chubut. Vivía con su esposa e hijos en esta ciudad, pero trabajaba de lunes a viernes en la cercana localidad de 28 de Julio; allí ejerció hasta concluir su vida profesional en 1950.
Pelagatti fue un pionero absoluto, que participó de la fundación de la hoy ciudad más grande de la Patagonia, a la que cariñosamente llamaba “medanópolis” por los arenales que entonces constituían el paisaje dominante . Se codeó con todos los personajes importantes de la historia regional, que lo conocieron y reconocieron su aporte fundacional.
Hombre muy austero y absolutamente desinteresado por el dinero, afirman sus descendientes que nunca cobró honorarios a sus pacientes, y que no vivía de la Medicina. Su esposa Zelmira Pieretti era por lo general quien proveía el sustento familiar, dedicándose a los cultivos de algunas pequeñas extensiones de tierra como la que le concedió el gobierno provincial de Neuquén en la costa del río Limay vecina a la capital fundada en 1904. Con Zelmira tuvo cuatro hijos: Julio, Orestes, Iris y Livio.
En 1911 publica un novedoso método para embalsamar cadáveres humanos. Su trabajo “Conservation integrale du cadavre”, publicada en Francia, llamó tanto la atención que, con preparaciones anatómicas realizadas en Buenos Aires en la morgue de la Universidad de Buenos Aires bajo el auspicio del profesor Avelino Gutiérrez, viajó a Europa, dando numerosas conferencias en casi todas las capitales del continente, haciendo demostraciones y obteniendo una importante repercusión internacional. El mecanismo del procedimiento que detiene la putrefacción cadavérica, cubriendo después los períodos de deshidratación, momificación y petrificación, pasó como legado familiar a su hijo Orestes, también médico.
Más tarde se dedicó de lleno a la cancerología, instalando un laboratorio en su misma casa, donde pasaba muchas de sus horas libres experimentando nuevas técnicas de tratamiento. En 1927 publicó una técnica de aplicación parenteral de uranio a pacientes con cáncer. Publicó numerosos trabajos científicos en el país y el extranjero (97 en total), entre los cuales se destacan: “Anarquía celular”, “Carcinogénesis”, «El estímulo como coeficiente canceroso” y “La ciencia electrónica”.
El laboratorio fue la gran pasión de su vida. De él salió también un método para tratar la diabetes mellitus, mucho antes del descubrimiento de la insulina.
Cuenta Spinelli que era un hombre de “apostura patriarcal, barba florida, sencillez apostólica y serenos ojos azules” y que “solícito e incansable, de día y de noche, ataba solo el caballo al sulky y acudía a mitigar un dolor, aunque tuviera que continuar a pie sobre los médanos” que todo lo invadían en la joven capital territoriana. Cuenta su nieta Norma que los grandes eucaliptus de las avenidas del centro neuquino están allí gracias a la iniciativa de Pelagatti, quien contribuyó incluso a plantarlos con su esfuerzo personal.
Era un hombre muy culto, que hablaba varios idiomas (inglés, ruso y francés, además por supuesto, de su italiano natal y el castellano), tocaba el piano, el violín y el órgano, siendo un apasionado de la música clásica. Muy parco y de costumbres austeras, nunca fumó ni tuvo vicios; sus comidas eran frugales, y frecuentemente, absorto en su laboratorio, se olvidaba de comer.
En 1950 decide dejar el ejercicio profesional, sintiéndose enfermo; se muda entonces a la Capital Federal, al barrio de Villa Devoto, donde falleció el 5 de mayo de 1951. Sus restos descansan en el cementerio de Chacarita .
Una calle de Neuquén capital lleva su nombre como homenaje al pionero.
Augusto Ciruzzi
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Aporte del Dr Augusto Ciruzzi para Más Neuquén, tomado de su libro “Los médicos de Colonia Lucinda”.
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