La prensa escrita fue muy importante durante la etapa territoriana (Neuquén y Río Negro fueron Territorios hasta que en 1955 pasaron a ser Provincias) pues fue parte del ideario “civilizatorio” de quienes administraban el nuevo Estado Nacional. Todos comparten, según la investigadora Leticia Prislei (sean críticos o no del poder) el ideario de “progreso, civilización y orden” que había que desarrollar en los nuevos espacios ganados a las poblaciones indígenas.
Eran tiempos de escasa educación y las pobres alternativas promovidas por el gobierno nacional en los Territorios hacía que los pocos “ilustrados” se interesen por la prensa, tanto para impulsar sus carreras políticas cómo para fortalecer redes de poder político y/o social según sus intereses.
La prensa fue entonces ese espacio donde podías encontrar ideas para un modelo de desarrollo institucional, conflictos y tensiones de la sociedad de la época junto, a todo lo que acontecía en la vida cotidiana de los nuevos pueblos patagónicos. La prensa escrita fue un medio de información que construía opinión pública entre los distintos sectores implicados, fundamentalmente, en el desarrollo institucional.
Frente a la gran cantidad de límites impuestos por el gobierno nacional a los gobiernos de los Territorios, la prensa fue un importante soporte en la lucha por la ampliación de derechos y el logro de la provincialización de los territorios.
Para hablar de Carlos Palacios, tenemos entonces que pensar en esta forma de hacer periodismo y relacionarlo con Abel Chaneton. De Palacios se sabe muy poco, pero ha sido reconocido por la crónica local como el primero en imprimir un periódico en Allen, El Regional.
Chaneton dirigía el periódico Neuquén; fue un periodista que usó su diario para demandar y cuestionar políticas que se afanaban en mantener a las poblaciones patagónicas como “ciudadanos de segunda”. Y Abel comenzó a molestar al poder.
Varios fueron los intereses manifestados por el periodista: Criticaba el burocratismo y al “amiguismo” con los sectores políticos nacionales, instaba a la autonomía administrativa y a la representación parlamentaria del territorio, al desarrollo de las comunicaciones y del sistema educativo, le preocupaba el aumento del juego, la prostitución, la violencia entre los jóvenes, defendía los derechos de la mujer, de las minorías indígenas y las condiciones de los presos… era los primeros años del siglo XX y este periodista tenía preocupaciones, podríamos decir, “actuales” y tal vez “impropias” para la época.
“Iniciamos una suscripción pública, que en breves horas subió a 146 centavos, para ayudar a las esposas e hijos de detenidos en la cárcel, y parte para los procesados y condenados que componen la banda de músicos de la misma.”(“Por los presos” Neuquén. 10 febrero de 1916).
Desde su periódico “Neuquén”, fundado en 1908, Chaneton comenzó, hacia 1916, a denunciar la corrupción y los negociados del gobierno del Territorio de Neuquén a cargo de Eduardo Elordi. Fue ahí cuando Chaneton se enfrentó definitivamente con el poder político. Comenzó criticando la negativa del gobierno a publicar las acciones de gobierno que eran de interés público pues, al no publicar edictos y remates solo se enteraban “ciertos” sectores que compraban la tierra pública a precios irrisorios pues eran los únicos que se presentaban. Chaneton también denunció a Elordi por malversación de caudales públicos.
El diario fue su instrumento político; como Presidente del Concejo neuquino (fue dos veces Presidente del Concejo municipal – 1908 y 1911- y continuó como concejal hasta su muerte) conocía al sector que gobernaba hacia 1916; una parte de ellos habían participado en el traslado de la capital neuquina de Chos Malal a su actual asentamiento y los unía, además, la masonería. La iniciación masónica de Chaneton fue rechazada justamente por el grupo “fundador”, los que luego formarán parte del grupo gobernante de este período.
Una de las denuncias relacionadas con su asesinato fue su preocupación por el estado de la cárcel del territorio, la actual U9. En mayo de 1916 sucede un motín de presos y unos 17 logran escapar hacia Zainuco ubicado a unos 60 Km. de Zapala. En ese lugar, el Jefe de la Policía Territorial, Adalberto Staub, interceptó a los presos. Luego de un enfrentamiento a los tiros, ocho son tomados prisioneros, uno muere en la refriega y los ocho restantes son fusilados por un grupo de policías con un tiro en la nuca.
Chaneton denuncia la situación y exige investigar los hechos. Pero… eran presos y aún nadie hablaba de derechos humanos. Chaneton lo hizo y pagó por ser uno de los primeros (y por qué no el primero) que defendió los derechos fundamentales, más allá de quienes eran los implicados.
Las autoridades del Territorio no investigaron los hechos, por lo que el periodista Abel Chaneton denuncia en su periódico a los responsables de la masacre: el gobernador del Territorio del Neuquén, Eduardo Elordi, el juez letrado del Territorio, Enrique Zinny y a quienes mataron a los presos, el comisario inspector de policía, Adalberto Staub (hoy la Escuela de Policía de Neuquén lleva su nombre), los comisarios Juan Francisco Blanco y Alfredo García Ponte, los sargentos, Perfecto Luna, Ricardo Guzmán y Dionisio Corzo. Esta política editorial, condujo a Chaneton definitivamente a un enfrentamiento con las autoridades del Territorio. Había que callarlo.
La primera expresión de violencia que recibió Chaneton fue el ahogo financiero. El gobierno le sacó el aviso publicitario que el gobierno del territorio tenía desde hacía tiempo en el matutino neuquino.
La pauta se la dieron a un diario que en ese tiempo comenzó a publicarse en Allen, con el nombre de El Regional… el diario de Carlos Palacios, el primero de Allen. Para los investigadores de la muerte de Chaneton, El Regional comenzó a publicarse después del fusilamento de los presos. De allí, que para familiares de Chaneton, el asesinato fue “organizado” en Allen.
El Regional no ahorraba críticas, “ni agravios ni amenazas contra un Chaneton que no se detuvo ni un instante en su tarea de informar y presionar para que se investigaran a fondo los hechos. Por ello, su muerte fue planificada cuidadosamente (…) Para su plan, habrían de utilizar al vocero Palacios, a un empleado de “El Regional” llamado René Bunster que antes había trabajado para Cháneton, y al sargento Luna, a quien Elordi había puesto como custodio de Palacios, luego de que éste denunciara –como parte del plan- que el periodista neuquino lo había amenazado de muerte.
Estaba todo preparado. Palacios y Bunster esperaron en el bar La Alegría, hacia donde iba Chaneton. El sargento Luna, vestido de civil, aguardó en una tienda de bebidas que quedaba a pocos metros del bar. Chaneton entró al bar, Palacios sacó su arma y disparó. Sería lo último que haría en su vida. El periodista también iba armado y su bala no erró. Como tampoco lo hizo posteriormente la 38 que el sargento Luna disparó a su corazón, partiéndolo en pedazos.
Algo más…
Abel Chaneton nació en Córdoba en 1877, y a los 21 años se radicó en Chos Malal. Allí fue carpintero, juez de Paz y telegrafista. En 1906 se trasladó a Neuquén, donde se radicó definitivamente. En 1908 fue elegido por primera vez concejal y presidente del Concejo Municipal (lo que ahora es el rol de intendente). En su cargo, instaló los primeros artefactos de alumbrado público, organizó el servicio de recolección de basura, obligación de limpieza y cercado de baldíos. Construyó el primer edificio del matadero municipal para garantizar la higiene pública. En las elecciones de 1911 fue elegido nuevamente concejal y presidente del Concejo Municipal. En ese momento comenzó con las tareas de empedrado de la Avenida Argentina, el nivelado de calles y la construcción de las primeras cañerías para el servicio de agua potable. Dos años después fue reelecto presidente del Concejo, finalizando su gestión el 12 de mayo de 1914. Chaneton fue concejal hasta el día de su asesinato. Sus restos fueron velados en la redacción del diario Neuquén y depositados en el panteón de la familia Mango, en el cementerio central de la ciudad. Sus descendientes resolvieron cremarlo.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído y adaptado de : Proyecto Allen – por Graciela Vega · 1 de Noviembre, 2013 – Título original: El primer periódico de Allen
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