Mario Oscar Gentili nació el 27 de abril de 1926 en Florida, Provincia de Buenos Aires. Siendo un muchachito encontró en el delta del Paraná una mariposa del género Morpho y decidió ir a consultar cómo conservarla al Museo de Ciencias Naturales, donde funcionaba la Sociedad Entomológica Argentina. Fue un hecho anticipatorio de su trayectoria.
Comenzó a frecuentar el lugar donde alternó con los Dres. Alberto Breyer, Czeslaw Biezanko y Phil Koehler, entonces referentes en la especialidad.
Estudió Geología en la Universidad de Buenos Aires unos años y se desempeñó como ayudante de geólogo de la Dirección General de Ingenieros del Ejército Argentino. Al promediar los años ’50, lo destinaron a la Patagonia como técnico de campo.
Llegó a San Martín de los Andes en noviembre de 1956 con su esposa Dora Antonia Ford y sus hijas Mónica Liliana y Patricia. Tiempo después aquí nació Mario Eduardo.
“Era un gran caminador y conocía todos los senderos a la perfección, además leía muy bien las cartas topográficas”, dice el Agrimensor Mario Muglia, quien alternó con él como vecino y como docente de la Universidad Nacional del Comahue.
Las recorridas por los cerros en función laboral y su avidez por el conocimiento, lo llevaron a recoger insectos, plantas, rocas, fósiles, semillas, piezas de arqueología y paleontología. Fotografiaba y describía minuciosamente los elementos que colectaba para tener registro completo de ellos. En el baño de la vivienda familiar había instalado un equipo para revelar los rollos, cuyos contenidos describió en varias libretas.
Su apetencia por el saber inicialmente lo indujeron a comprar bibliografía y, con el tiempo, a relacionarse e intercambiar información y especies con centros de estudio del país y del exterior.
Educado y cordial, era reservado. Con sus amigos Eduardo De La Canal, Manuel Gómez, Francisco Leotta, Federico Graeff y Américo Astete, reconocidos vecinos sanmartinenses, contribuyó a equipar el refugio del Club Lácar en el Cerro Chapelco, cuando se iniciaba la práctica del esquí. También colaboró para poner en marcha el refugio Villa Mahuida.
Con Ivo Berthézène y Rodolfo Alder escaló varias veces el volcán Lanín y fue uno de los primeros en llegar a la cumbre.
Patricia Gentili la hija doctorada en Ciencias Naturales de Mario, recuerda que “siempre había lugar en su mochila para la lámpara de querosén, frascos de cianuro, cámara de relajación, extendedores y cajas para bichos”, los elementos indispensables para la captura.
Ella agrega: “El Marucho, cerca de Zapala era uno de los lugares favoritos para colectar especies. Siempre que preparaba su viaje incluía una caja con comida para un puestero que solía pasar a saludar; también le pedía a mamá que preparara una caja con ropa. Una vez le pidió ropa para chicos chiquitos, porque se acordaba que la señora estaba embarazada en la visita anterior… El agradecimiento de esa familia se manifestaba en un frasco, una caja o una lata con bichos que le juntaban para dárselos en la próxima visita”.
Gentili manifestaba su amabilidad naturalmente. Los estudiantes recuerdan cuando hacían salidas a reconocer especies, el momento en que sacaba de su canasta los termos con infusiones y los paquetes con bizcochos para compartir. Los colegas profesores subrayan que compartir la merienda era parte de su forma de ejercer la docencia.
En los años ’70, debido al conflicto limítrofe con Chile, varias zonas cordilleranas estuvieron bajo órdenes militares. Gentili y Muglia fueron convocados para verificar el terreno, ante la eventualidad de una lucha armada. Por sus trabajos los dos conocían bien la zona. Los acompañaron el Arq. Oscar Chatruc, Vladimiro Werefkin y Rodolfo Ragusi, todos supeditados a Alejandro Lanusse, hijo del presidente de facto. Felizmente no hubo combates.
Él y el Ing. Ftal Sergio Schachovskoj eran amigos y tenían aficiones similares. Solían salir de noche a capturar insectos: recorrían cerros, acampaban, armaban una carpa con una sábana y encendían un farol para atraerlos y atraparlos cuando se acercaban.
Don Eberardo Hoepke alguna vez participó como acompañante de esas exploraciones y cuenta: “Don Sergio y Gentili levantaban un frasco con un insecto y estimaban el precio que valdría cada ejemplar… los dos reían bromeando y calculando el dinero que reunirían después de la excursión nocturna”.
El Instituto Patagónico de Ciencias Naturales
Mario era amigo de Horacio Joaquín Molinari, entonces bibliotecario del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Castelar, quien pasaba las vacaciones en San Martín de los Andes.
En 1972, Gentili, Schachovskoj y Molinari, fundaron el Instituto Patagónico de Ciencias Naturales -IPCN- bajo la dirección del primero, con la bibliografía, las colecciones y los aportes personales de cada uno. En él, Mario se dedicaba a los temas vinculados con la Geología y los lepidópteros (mariposas); Schachovskoj se ocupaba de las especies vegetales y Molinari de los carábidos (insectos de la familia coleópteros) y fichaba los hallazgos y especies que colectaban. Todos ponían esfuerzos y aportaban dinero para los elementos de trabajo, papelería, gastos postales, etc.
El IPCN, que tenía el propósito de profundizar en las ciencias naturales en la Patagonia y colaborar con los investigadores interesados en ella, contó con el apoyo del Dr. Angel Cabrera, catedrático de la Universidad de Buenos Aires y miembro del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Pero nunca tuvo patrocinio económico de ninguna índole.
Hacia fines de los años ’80 había reunido una colección de setenta mil insectos, un herbario de más de mil doscientos ejemplares determinados, setecientas piezas de arqueología y colecciones de paleontología. La biblioteca contenía ocho mil ejemplares entre libros y publicaciones especializadas; cuatro mil fotografías impresas y mil ochocientas diapositivas, además de imágenes aéreas. Para la época, constituía un valioso archivo documental. Todo estaba catalogado y ordenadamente asentado en fichas.
El Herbario se había creado como referencia y colectó duplicados para el proyecto Flora Patagónica del INTA.
El IPCN intercambiaba información y especies con centros científicos del país, de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Dinamarca, Italia, Hungría, Israel, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay, Chile, Brasil, Venezuela, Perú…
Dos años después de fundado el Instituto falleció el Ing. Schachovskoj. Su ausencia y la distancia de Horacio Molinari residiendo en Buenos Aires determinaron que Gentili continuara solo la tarea.
“Todo el material entomológico, pinzas, alfileres, cajas, el material de conservación de los insectos es un material especial y usualmente bastante caro, además no se fabrica en Argentina, hay que solicitarlo al exterior, motivo por el cual resulta muy caro”, contaba Mario en una entrevista. Élmismo confeccionaba las cajas. Y lo hizo eficientemente porque los insectos se conservaron en perfecto estado hasta hoy.
Se interesó particularmente por las mariposas de la familia nocturnidae que proliferan en Australia, Nueva Zelanda y Sudamérica. De ellas había formado una colección completa. Pacientemente se ocupaba de atraparlas, colocarlas en una cámara de ablande, secarlas y luego montarlas en una caja con el detalle de origen, momento de captura, etc. Esa colección es valiosa por la información que aporta. En una oportunidad la Universidad de Concepción, Chile, quiso comprarla por una importante cifra en dólares, pero no la vendió.
Un hombre singular
Gentili recorría sendas poco transitadas para evitar que se perdieran, una muestra singular de su modo de actuar.
Organizó el grupo de jóvenes Exploradores del Chapelco con el que ascendió a un cerro que no tenía nombre y lo bautizó cerro Explorador. Grabó la lista de los excursionistas en una lata y la colocó debajo de unas piedras en la cima.
Una anécdota ilustra sobre su profundo conocimiento de la zona: un grupo de estudiosos debía a colectar una especie vegetal (Asteraceae, Nassauvia) y pidió su ayuda. Él los acompañó conduciendo su camioneta y frenó en medio de la estepa poblada de piedras y neneos. Era una extensión uniforme en la que nada sobresalía. Les indicó una dirección hacia un grupo de guijarros para que ubicaran los ejemplares de la especie buscada y él se quedó preparando el agua para la merienda. Al rato volvieron sin haber encontrado nada. Gentili se encaminó al lugar y regresó con los ejemplares, ante el asombro de los científicos porque en la monotonía esteparia él distinguió el sitio preciso para hallarla.
En los años ’70 cuando se iniciaba el desarrollo turístico del cerro Chapelco y se suscitaron polémicas por diferentes modalidades para encararlo. Ernesto Pfister, que era presidente del Concejo Deliberante sanmartinense, viajó a Austria con el Arq. Gerardo Schön para conocer la fábrica de medios de elevación Doppelmayr. Allí fueron conducidos a una oficina de la firma donde tenían el archivo de cartas topográficas y planos. Los directivos, para evidenciar que tenían conocimiento de la zona, mostraron a los visitantes un mapa detallado del relieve de Chapelco, que había sido confeccionado por Mario.
Autodidacta, él no tenía título habilitante para dar clases por lo que las autoridades de la sede universitaria sanmartinense apelaron a una excepción, dadas sus aptitudes, para que pudiera ejercer la docencia según las exigencias académicas. Fue un hecho inédito en la Universidad Nacional del Comahue.
Ofrecía información y material para tesis universitarias e intercambiaba elementos colectados por él. Y centros de investigación reconocidos mundialmente recibieron sus contribuciones.
Distinciones
Gentili fue declarado “Ciudadano Distinguido” en San Martín de los Andes, recibió el “Ciprés de Oro” “en reconocimiento a su trascendente labor científica”, de la Comisión de Promoción de esa localidad y un galardón del Asentamiento Universitario (AUSMA).
La Sociedad Entomológica Argentina en el 70° aniversario de funcionamiento, le otorgó un diploma “en mérito a su contribución al desarrollo de la entomología argentina”. También le fue dedicada la sección sobre insectos patagónicos en la edición especial de la Revista de esa entidad.
En 2000, la Biblioteca del AUSMA recibió el nombre de Mario O. Gentili “por su trayectoria y dedicación en el área de la Sanidad Forestal”. Tres años después, él donó material entomológico a la institución.
El uso de patrónimos con el apellido de Mario en la catalogación de especies, es una distinción a la que él asistió, ya que algunas fueron bautizadas así: Insecta: Lepidóptera: Hepialidae: Callipielus gentilii Nielse & Robinson, 1983; Coleóptera: Carabidae: Baripus gentilii Roig Juñent, 1992; Insecta: Lepidóptera: Tortricidade: Argentulia gentilii Brown 1998; Coleóptera: Tenebrionidae: Patagonogenius gentilii Flores, 1999 y Coleóptera: Carabidae: Cnemalobus gentilii Roig-Juñent, 2002. Así se conocen universalmente esas variedades.
Gentili falleció el 10 de mayo de 2008.
La familia envió en comodato a un Instituto del CONICET Mendoza sesenta y cuatro mil “mariposas nocturnas”, entidad que garantiza la conservación de esa colección. El resto de ejemplares que no pertenecen al género noctuidae, más arañas, avispas, mosquitos, libélulas, escarabajos e infinidad de insectos fueron donados a distintas entidades científicas.
En docentes, discípulos e investigadores que lo conocieron y sus vecinos -que lo nombran como “Marito”, afectuosamente- permanece el recuerdo del hombre que compartió generosamente conocimientos y persona de calidad humana excepcional.
Referente internacional en Entomología, su labor excedió ampliamente los límites neuquinos y del país y fue quien dio apellido y entidad a la entomología en la Patagonia.
Ana María de Mena – (anamariademena@gmail.com)
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuentes informativas:
- “Una curiosa colección de insectos de la Patagonia” en El diario del Neuquén, Suplemento del 4 de febrero de 1987.
- Gentili, Patricia, “Leg. M.O.Gentili” en la Revista de la Sociedad Entomológica Argentina, versión on line, ISSN 1851-7471, v.67 n.3-4 Mendoza jul./dic.2008ía
- Testimonios de Dora A. Ford, Mónica y Patricia Gentili, Eberardo Hoepke, Mario Muglia y Sergio Tiranti
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