El nombre de la localidad se debe a un viejo manzano silvestre que se encuentra en el lugar, de más de 120 años, que tiene sus frutos de sabor amargo. Prácticamente ha visto crecer y desarrollar a este hermoso rincón del Neuquén, a sus habitantes y a sus ancestros, sus historias, costumbres y tradiciones. Integra el Corredor Neuquén Norte junto al resto de las localidades de la región como Chos Malal, Andacollo, Huinganco, Las Ovejas y Varvarco
Por el fértil valle de Manzano Amargo circula el río Neuquén, en los inicios de un trayecto que lo lleva a unirse con el río Limay, sumando casi 500 kilómetros de recorrido. Su naciente se halla a solo 75 km. de la localidad.
Sus principales atractivos geográficos, históricos y culturales comienzan a partir del momento de ingresar a la ruta provincial Nº 43 que atraviesa los pueblos de Andacollo y Las Ovejas para luego penetrar en la ruta N° 54, distante algunos kilómetros antes de arribar a Varvarco. Una vez tomado ese camino que conduce directamente a Manzano Amargo, se puede contemplar en primer lugar, la costa del río Neuquén a la derecha, en cuyo cauce se pueden observar patos corta corrientes, garzas cucas (en un lugar llamado El Fonduco, reconocido como la mayor reserva de Latinoamérica de garzas cuca y huairavos), y bloques errantes en el lecho de sus aguas, vestigios del avance glaciar. Espectaculares estructuras geológicas, son parte de los caprichos de la naturaleza que nos hablan de los efectos provocados por la fuerza incontenible de los movimientos de las capas tectónicas de la Tierra, causantes del surgimiento de la Cordillera de los Andes y los períodos glaciovolcánicos ocurridos hace millones de años.
En los alrededores de Manzano Amargo se puede admirar una famosa cascada de agua identificada con el nombre de La Fragua, enclavada en una verdadera depresión, cuyo nombre se origina por el ruido que produce el golpe del agua sobre las rocas, similar al sonido del golpe en la fragua para forjar el hierro en la producción de herramientas.
El recorrido hasta la cascada, comprende una caminata de 300 metros, simple de realizar, en terreno con desniveles e irregularidades pero que no confieren mucha dificultad.
Muy cerca también se encuentra el Bosque Llao Llao, que cruza parte del río La Fragua y presenta gran cantidad de ejemplares que despiertan la atención. El bosque caducifolio (árboles o arbustos que pierden su hoja durante una parte del año) con sus ñires y robles, aparte de los apetecidos digueñes o llao llao (hongos comestibles), son una genuina reserva genética que entusiastas investigadores permanentemente luchan por interpretar.
Pero si se trata de llegar a los sitios más apartados de la localidad, nos podemos acercar al cerro Frutillar en cercanías del Pichi Neuquén, atravesar un puente colgante y sentir la sensación de la aventura en medio de las vertiginosas aguas del río Neuquén cuyo origen se esconde a la altura del Cajón de los Chenques.
Los Chenques: El valle donde se emplaza Manzano Amargo está rodeado de afloramientos rocosos cordilleranos que presentan cavernas labradas sobre la misma roca. Gracias a los estudios antropológicos zonales se conoce que dichas cuevas fueron utilizadas por los antiguos habitantes de la región como refugio.
Se recomienda conocer uno de los más antiguos Manzanos Silvestres, cuyo fruto es de color verde rojizo, que saben a mutre, el cual ha elegido echar sus raíces en el lugar. También descubrir la casa del primer colono, don Juan Antonio Albornoz, quien utilizando carrizo y barro pudo techarla, convirtiéndola de esta manera en uno de los patrimonios culturales más ricos del área. Hay lugares habilitados para la práctica del camping y picnic, con fogones, parrillas, baños públicos, luz eléctrica, rafting, pesca deportiva, cabañas y comercios para adquirir víveres y otros artículos de primera necesidad, dejando abierta la posibilidad de llegar a conseguir un queso casero entre los viejos pobladores.
En esta localidad, algunos biólogos comenzaron a desarrollar estudios de dendrocronología (ciencia que se ocupa de la datación de los anillos de crecimiento de las plantas arbóreas y arbustivas leñosas) inherentes a los cambios climáticos y al decaimiento biológico experimentando en otros vegetales a lo largo del tiempo, producto de la curiosidad despertada al observar troncos caídos de edad calculada en más de un siglo mediante el conteo de sus anillos.
Mapa Satelital
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Aporte para Más Neuquén de Brian Muñoz. Fotografía y texto.
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