Las primeras mainframes 360
La familia IBM S/360 nació en 1964 y consistía en verdaderas computadoras. Fue una gran revolución en la historia de la IT y uno de los más grandes sucesos de la Big Blue (el uniforme de trabajo de los empleados de IBM era un traje azul con camisa blanca y corbata oscura, de donde viene el sobrenombre de la empresa, Big Blue “El Gigante Azul”). Consistía en una serie de máquinas de distintos tamaños y performances, pero con una misma arquitectura, esto es, sus aplicaciones eran todas compatibles entre sí, pues tenían el mismo set de instrucciones y el mismo formato de datos, con lo que las organizaciones podían crecer sin tener que tirar todo el esfuerzo realizado en las etapas anteriores. El número identificatorio indicaba la cobertura de los 360 grados posibles en el panorama corporativo. Al asegurarle a las empresas, cualquiera fuera su tamaño inicial, la protección de la inversión realizada en el pasado, IBM terminó dominando cómodamente el mercado. En 1975, once años después de haber nacido el concepto, una IBM 360/20 se instaló en Neuquén. Desde 1973 hasta 1978 el responsable del área fue Alfredo López, un ex – técnico de IBM Argentina SA. Al ingresar el nuevo equipamiento, acorde al nuevo paradigma, la Dirección pasó a llamarse Centro de Procesamiento de Datos.
Un nuevo concepto en computadoras para empresas: la IBM S/360
La máquina tenía una RAM de 16 Kb. El procesador tenia incorporado, por primera vez, un microprograma que podía interpretar las 180 instrucciones disponibles en la arquitectura y el DOS o Disk Operating System, que controlaba los periféricos de almacenamiento: hard disks con 4 Mb de capacidad y floppy disks de 8 pulgadas con 190 Kb Los programas de aplicación se cargaban en la RAM mediante las viejas y confiables tarjetas perforadas, con un proceso delicado que se llamaba IPL o Initial Program Load. No había todavía monitores con pantallas, el control se hacía a través de leds y códigos de error por impresora. Todos los procesos eran “batch”, es decir, fuera de línea. Se cargaban los datos, se disparaba el programa y se esperaban los resultados por la impresora. Aún no se conocía el concepto de “tiempo real”, que significa la captación de los datos, su procesamiento y el formateo de la información en el mismo momento en que se produce.
Para entender lo dificultoso de toda la operación, basta señalar que las impresoras tenían programas que corrían mediante una lectora propia, fuera del equipo principal. Con una cinta perforada y continua se programaba toda operación del carro, sus saltos, sus retrocesos y el comienzo de la impresión.
Por su dedicación y capacidad, tres personas se convirtieron en el alma del Centro de Procesamiento: Angel Cuccinelli, Marcos Alegranza y Juan José Vicente. Hacían todo y bien. Neuquinos de cepa bien destilada, que aprendieron a dominar el mundo de los bits. Las dos décadas de su gestión dieron como resultado la creación de un gran centro estatal de cómputos que brindó a Neuquén importantes servicios. Alrededor de ellos tres se estructuró el grupo humano que dio vida a una experiencia que otras provincias no pudieron imitar.
La etapa Burroughs
Las necesidades crecían rápido y la tecnología también. Es así que al poco tiempo hubo que incorporar más capacidad, pero había un problema: hacia 1976 estaba prohibida la importación de equipos informáticos y no había oferta de unidades nuevas en el país. Solamente Burroughs Argentina SA (empresa dedicada a la producción de productos de computación, más antigua que IBM) disponía de un lote de máquinas B1724 y B1726, usadas, que circularon entre distintas provincias y entes estatales, respondiendo al mejor postor. En ese año se decide la incorporación de un equipo B1726.
Mientras se realizaba el entrenamiento y la instalación del Burroughs, se alquiló un centro de cómputos privado. En 1977, de un día para otro, toda la actividad fue llevada a una máquina IBM 360/30, propiedad de Alberto Della Canónica, cuya empresa de procesamiento de datos estaba prácticamente en quiebra. Las instalaciones estaban ubicadas en un primer piso sobre la Ruta 22.
Se trabajó mucho, se programaron nuevos sistemas, pero la experiencia fracasó. La tecnología de Burroughs era moderna, con 64 Kb en RAM, con un sistema operativo robusto, el MCP (Master Control Program), con capacidad multitasking (10), con administración en línea a través de estaciones de trabajo con monitores, con almacenamiento en discos removibles de 9 Mb y “cluster” (racimos) de 4 cintas magnéticas, con lenguajes Assembler, RPG y COBOL y con impresoras sofisticadas, pero la tentativa fue frustrante.
Hubo una anécdota ilustrativa del espíritu y las dificultades de aquellos momentos: la B1726 fallaba repetidamente, sin saberse por qué repentinamente leía uno o dos bits hacia delante o hacia atrás y las salidas daban resultados impredecibles y, por supuesto, erróneos. Los técnicos de Burroughs nunca pudieron solucionar el problema. Cada vez que ocurría, debían reinicializar todo el equipo, lo que les llevaba varias horas. Cuando se debían liquidar los sueldos del mes de junio de 1.978 la situación llegó a un límite intolerable porque el equipo decididamente se había descompuesto El trío Alegranza, Cuccinelli y Vicente viajó a la sede central del contratista en Buenos Aires, con copia de las bases de datos en cinta magnética, para procesar allí. Pues bien, les habilitaron un equipo B1726 el mismo día y a la misma hora del debut de Argentina en la Copa Mundial de Fútbol FIFA 1978. ¡Hay que imaginarse el estado de ánimo de los tres muchachos! No había nadie en el edificio ni en la calle, todos estaban en el estadio o frente a los televisores. Quedaron solos, mientras escuchaban el partido con una radio a transistores, lidiando con una máquina que se esperaba anduviera bien.
La vuelta de IBM
¿Murphy? ¡Presente! El equipo falló miserable y dramáticamente, presentando la misma anomalía que el de Neuquén. Salieron como pudieron del paso (prácticamente liquidaron los sueldos a mano) y al otro día, bien temprano, decidieron no desaprovechar el viaje y volver a la seguridad azul. No por nada desde 1971, hacía ya 8 años, la línea IBM S/370 estaba en el mercado, continuando con un camino que era persistente en la corporación líder, la de los cambios revolucionarios combinados con robustez. Se presentaron en la sede de IBM Argentina SA y tuvieron suerte: consiguieron un equipo S360/20 que utilizarían mientras llegaba un nuevo S370, lo que ocurrió en diciembre de ese año. La etapa Burroughs había durado menos de 8 meses en operaciones y fue la única vez entre 1968 y 1999, ¡32 años!, que alguien se atrevió a desconocer a IBM.
Las dificultades siguieron: tanto la B1726 como la S360/20 se manejaban con COBOL, por lo que con sólo algunas pequeñas modificaciones en el código fuente los sistemas eran compatibles. Pero la primera tenía 64 Kb y los programas habían sido desarrollados aprovechando esa capacidad. ¡Entonces las aplicaciones no entraban en los 16 KB de RAM de la noble S360/20! A matacaballo tuvieron que reprogramar todo, dividiendo los sistemas en módulos que pudieran ingresar a la memoria de proceso.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído y adaptado de: Lonco Server, Neuquén: Crisis informática y Fin del Milenio, de Luis Felipe Sapag
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