La marcha de los obreros de Piedra del Águila que caminaron hasta la capital de la provincia duró cinco días. Cuando llegaron a Neuquén fueron aclamados por una multitud que los recibió y aplaudió a lo largo de la avenida Argentina (se hablaba de quince mil personas), los ovacionó frente a la Catedral y los alojó en sus casas. Fue una de las manifestaciones mas grandes de la ciudad de Neuquén.
Inicio
En 1986, tres años después del restablecimiento de la democracia en Argentina. Un grupo de obreros de la construcción de la represa hidroeléctrica de Piedra del Águila, fue protagonista de una recordada huelga en demanda de mejoras salariales y en sus condiciones de seguridad laborales. En las asambleas deliberativas, los trabajadores deciden marchar desde Piedra del Águila hasta la capital de la provincia, Neuquén, recorriendo a pie 230 kilómetros con el fin de ser escuchados en sus reclamos.
Se estima que unos 1200 trabajadores fueron los que integraron la columna de marcha. Eran argentinos de distintos lugares del país y bolivianos, peruanos y chilenos que llegaron al territorio neuquino, en búsqueda de trabajo y buenas condiciones sociales, en un rubro donde había demanda, la construcción. La presa de Piedra del Águila, una de las más grandes que se construyó en el país, empleó alrededor de 2200 trabajadores.
Los obreros -dependientes de la empresa Unión de Constructores Argentinos (UCASA)- realizaban turnos de doce por doce horas porque la construcción no se detenía: se trabajaban toneladas de cemento diarias y gruesos hierros. Las normas de seguridad no se tuvieron en cuenta: varios obreros perdieron la vida (trece en total, sin contar obreros amputados y con secuelas graves de por vida). Al llenarse las gruesas y grandes paredes con el hormigón armado, muchos trabajadores se encontraban en la parte inferior; se vaciaba y a éstos les llegaba a las rodillas: había que usar una especie de ventosa y era muy trabajoso sacarlos. También fue necesario rellenar la barda y el antiguo cauce del río.
Los periódicos regionales de la época relataban día a día los sucesos que prepararon el plan de lucha progresivo: estaba pactado para hacerse primero por 48 horas. Si no se obtenían respuestas afirmativas, sería por tiempo indeterminado. Se realizaron audiencias conciliatorias pero no hubo acuerdos. Recibieron el apoyo de los diputados justicialistas (que firmaron un acta de compromiso para que se gestionara ante la Legislatura Provincial los reclamos y que fueran tratados en sesión extraordinaria), de los diputados oficialistas del Movimiento Popular Neuquino (MPN) y de gremios provinciales (ATEN y ATE). Pero las gestiones no dieron resultados y es por ello que se decidió finalmente el paro por tiempo indeterminado. Solamente reconocieron otorgarles el 10% sobre las remuneraciones de 90 australes y, posteriormente, el 12% contra los 150 australes que ellos reclamaban.
Avanzado el conflicto, los manifestantes recibieron también el apoyo del obispo del Neuquén, Jaime de Nevares y de los sacerdotes Juan San Sebastián, José María D’Orfeo y Rubén Capitanio, los dos últimos curas párrocos de Piedra del Águila. El sector eclesiástico emitió una declaración de solidaridad con los trabajadores de la represa en la que consideraban que el salario era inmoral.
Cuando se decidió hacer la marcha, se pactó que una parte de los obreros se quedaría en la obra hidroenergética. Otros se irían a Buenos Aires a realizar huelgas de hambre frente al Congreso de la Nación (no todos estaban de acuerdo en este punto) y otros en la puerta de la catedral María Auxiliadora de Neuquén.
Los trabajadores también recibieron inicialmente el apoyo del Secretario General de la UOCRA de la región, Evaristo Selesky, quien les prestó apoyo y aprovisionamiento, ómnibus, ambulancias y camiones con alimentos, carpas y frazadas para la caminata a Neuquén. El apoyo fue provisto, a pesar de que la UOCRA nacional no apoyaba la lucha y colaboraba para evitarla combatiéndola, denunciando que era un conflicto «político», «antinacional» que respondía «a consignas extrañas a los intereses sindicales».
La marcha hacia la ciudad
La marcha se desarrollaba con normalidad; los caminantes contaban con buena atención, alimentación, abrigo y sanidad. A medida que se avanzaba, las asambleas se constituían para tomar decisiones acerca de la continuidad de la huelga.
En solidaridad con los trabajadores de la construcción, los trabajadores judiciales responsabilizaron a Hidronor, a través de la prensa regional, por haber adjudicado la obra a UCASA por 280 millones de dólares, cuando se había presupuestado en 400 millones.
La marcha, reanudada cada día, se emprendía con entusiasmo, cánticos y pancartas alusivas. Cuando llegaron a la localidad de Picún Leufú, la policía provincial cortó provisoriamente la ruta 237. En ese lugar habló el delegado de UCASA, Juan Ángel Godoy, quien destacó la justicia de las reivindicaciones y la solidaridad de los partidos políticos. Godoy sostuvo que el gobierno nacional debía escucharlos, y anunció la participación del dirigente sindical Saúl Ubaldini en la concentración a realizarse en esta capital. El dirigente enfatizó sobre los reclamos y solicitó «que se incluyera a la obra en la zona C, de acuerdo con la regionalización de emprendimientos del tipo que se construyen en el país, lo que importaría un incremento salarial del 9,6 %»
Debido al agotamiento, producto de la marcha, un pequeño grupo de trabajadores se retrasó, aunque persistió en su propósito de acompañar. Según manifestaron los delegados José Segovia y César Maravilla, el ritmo de la caminata superó los cálculos previstos, por lo que presumían arribar a Neuquén al mediodía del jueves 24 de abril.
La marcha obrera hizo escala en El Chocón el 24 de abril de 1986, bajo intensa lluvia. Persistían los reclamos solicitados: ese mismo día reciben la noticia del derrumbe del túnel de inspección, en Piedra del Águila, que costó la vida de un operario y heridas a otros (uno de ellos perdió dos dedos de una mano). Varios trabajadores, sentados a la vera de la ruta y junto a fogatas encendidas, se mostraban decididos a no volver al trabajo si no conseguían algo sustancial de lo que reclamaban. «Ganamos o morimos» era la premisa que, según sostenían los matutinos, enarbolaban los obreros.
En la Planta de Agua Pesada, ubicada en la localidad de Arroyito, a unos 30 kilómetros de Neuquén, tenía lugar otro conflicto gremial. Allí detuvieron la marcha y se reunieron con el personal de la empresa Techint; aproximadamente 700 trabajadores que también estaban en huelga.
El 26 de abril continuó la marcha y se ratificó la huelga en asamblea realizada en Senillosa, localidad cercana a la capital neuquina. La asamblea de Senillosa se realizó en un camión volcador en el playón deportivo de la localidad. Circuló la noticia de que se había conseguido algún acuerdo, pero la gente no estaba muy segura, quería ver el acta.
En asambleas de base todos debatían y podían opinar, también se les otorgaba la palabra a representantes políticos y a la iglesia. Mientras debatían en una asamblea, la mitad de los obreros acordó una respuesta traída por Gerardo Martínez, de la UOCRA nacional, quien logró dividir la lucha y la huelga de los trabajadores, quebrando en parte la marcha. Por ello dispusieron colectivos para regresar a la obra. Unos novecientos trabajadores de la represa de Piedra del Águila retornaban a la obra para continuar allí la huelga por tiempo indeterminado, hasta que la empresa expidiera «por escrito» las propuestas comunicadas verbalmente. El resto de los trabajadores siguió con su marcha a Neuquén.
Llegada a Neuquén
Los trabajadores que continuaron marchando llegan el 29 de abril a la capital neuquina, ingresando por la Avenida Argentina -arteria central de la ciudad- y arribando a la Catedral, donde eran esperados por miles de pobladores de diferentes sectores sociales, una multitud que los diarios calcularon en quince mil personas, que dieron aliento demostrando solidaridad y acuerdo con el reclamo.
Mientras tanto, en el sitio de la represa se realizó una asamblea en la que se decidió pasar a cuarto intermedio. La propuesta ofrecida no pasaba de lo verbal. Necesitaban contar con los elementos formales que ofrecieran las garantías necesarias para levantar las medidas. Aquel mismo día, UCASA e Hidronor pidieron la intervención del Ministerio de Trabajo: buscaban el urgente encuadre legal del conflicto y encontrar los criterios que permitieran normalizar las tareas.
Resultado final
Los resultados de la huelga no fueron quizás los esperados. Los testimonios coincidieron en afirmar que «poco fue lo que se consiguió”: 14% de aumento, días de huelga pagados. Posteriormente consiguieron el 15%, otros premios colaterales, y viajes de fin de año. Después de quince días, un 13,5% atado a un montón de condiciones englobadas en la paz social.
El antecedente de esta caminata y huelga lo debemos buscar en él paro que los obreros de la construcción realizaron en 1984 en dónde, por los mismos motivos, recomposición salarial y normas de seguridad, los obreros se movilizaron y realizaron una olla popular en él Monumento al General San Martín, en pleno centro de la capital neuquina. Esa vez, él saldo había sido negativo, se reprimió él conflicto.
La estrategia utilizada por los trabajadores fue un caso poco usual en el marco de las protestas laborales en los 80: la caminata, las asambleas en espacios abiertos, las tensiones dadas entre la base de los trabajadores y la dirigencia sindical, la articulación con otros gremios o movimientos, el accionar de la iglesia, el apoyo que se le fue otorgado a la caminata por los miembros de la comunidad; en esa época, los conflictos de trabajadores se daban de una manera tradicional, sin demasiado estrategias novedosas fuera de la empresa, fábrica o lugar de trabajo. Lo original fue el inicio, como novedad, de la toma de la ruta, es decir, circular por la ruta y la entrega de volantes.
En este punto es necesario dejar en claro que la incidencia de partidos políticos de izquierda, como el Movimiento al Socialismo (MAS), ejercieron marcada influencia en los ideales de los trabajadores que lideraban la lucha.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
- El texto es un resumen de El «arcón» de la historia reciente en la Norpatagonia argentina – Articulaciones de poder, actores y espacios de conflicto – 1983-2003 – Orietta Favaro y Graciela Iuorno (editoras) – «Borceguíes» y dignidad – La huelga obrera de 1986 en Piedra del Águila, de Beatriz Carolina Chávez
- Otra lectura: Diario Río Negro
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Hay muchas cosas que son cierto, pero lo que no es verdad que la Empresa haya autorizado y menos dado una gamela para que habiten las alternadoras, o chichis como le llamaban, jamás estuvo autorizado o legalizado x decirlo de alguna forma, nosotros Policia Provincial, Gendarmería, como así los integrantes de la Empresa Rastros de Seguridad, que cubira las barreras éramos los encargados de combatir eso, no se por que Cristensen dice eso de que se autorizó, yo estuve desde fines 85 hasta el año 95 y jamás existió eso