Hubo varios factores que favorecieron la consolidación de sectores mercantiles en la capital neuquina en los inicios del siglo XX.
Uno de ellos fue la marginalidad del Territorio de Neuquén con respecto al mercado nacional y al modelo de desarrollo por la exportación de bienes primarios con orientación atlántica. Otro fue la débil presencia del Estado Nacional en la región.
La actividad comercial de la localidad se caracterizaba por la proliferación de los almacenes de ramos generales. Estos comercios incluían alimentos y productos de almacén, tienda, zapatería, ferretería y venta de bebidas alcohólicas. Allí se almacenaban productos de la ganadería regional y cereales.
A su vez, la intermediación comercial se desplegaba a través de una red de “mercachifles” -vendedores ambulantes que circulaban con sus carros por el centro del poblado.
En los almacenes era habitual el “fiado a cuenta”: se usaba una libreta donde se anotaban diariamente las transacciones de mercaderías y dinero en préstamo. La escasa circulación de billetes era aprovechada por aquellos que los tenían, dando lugar a la usura del crédito.
Otra forma de acumulación utilizada por estos comerciantes surgía de la demora en la provisión presupuestaria de las instituciones con dependencia estatal como la Policía, la Cárcel Pública y las instalaciones militares. En estos casos, proporcionaban adelantos de los sueldos a funcionarios y empleados públicos, tanto en dinero como en productos de consumo. De esta manera, “se mantenía una cadena de endeudamientos permanentes a favor del comerciante, muchas veces saldada directamente por la Gobernación”.
Nuevas incorporaciones favorecen la economía local
Con el traslado de la capital y el aumento de la población, fue necesario crear nuevas industrias y nuevos locales comerciales que abastecieran las necesidades de los habitantes.
Se instalaron fondas que daban alojamiento y comida a una comunidad donde predominaban hombres solos; la fábrica de soda y gaseosas “Beri” de Manuel Linares y Cía.; cuatro hornos de ladrillos y una fábrica de cal para las obras de la localidad; la panadería “La Capital” de José Sagristá; la farmacia “La Cordillerana” de Ferruccio Verzegnassi; y no faltaron los “boliches”, los cafés y los bares como espacios de sociabilidad y diversión masculina.
Además, apoyados por una tecnología rudimentaria, los hermanos Pascual y José Rosa elaboraban embutidos, jabón y lejía y comenzó a funcionar una fábrica de mosaicos, instalada en 1906 por José Fava.
Nuevas carnicerías abastecían el consumo de carne para la población. Sus principales propietarios fueron Salvador Goñi, Cristóbal Hervitt, Alejandro Coronel y Cirilo Lasarte, entre otros.
Los capitales que acumularon algunos comerciantes y empleados públicos, se reinvirtieron en tierras y en ganado en el interior del Territorio. Así lo hicieron el Juez de Paz, Pascual Claro, el comerciante Francisco Bueno y el carnicero Pascual Hervitt. Otros buscaron impulsar el desarrollo de colonias agrícolas, como el comerciante José Fava quien, en 1914, fundó “Colonia Valentina”, proveedora de verduras y animales de granja. Aunque al principio, esa iniciativa resultó un fracaso puesto que los valles de los ríos no contaban con las condiciones necesarias para el riego.
En 1906, la Ley de Irrigación N° 6.546 autorizaba al gobierno la ejecución de obras de riego con las empresas ferroviarias. Así es como entre 1908 y 1910, el Estado Nacional construyó el primer canal de riego con aguas del río Limay, desde el puente ferroviario hasta la zona oeste de Neuquén.
Con el mecanismo por bombeo fue posible la formación de pequeñas colonias agrícolas como Nueva España, Bouquet Roldán y Colonia Valentina, dedicadas a la horticultura, la alfalfa, la vid y los frutales, para consumo local.
Con el paso del tiempo, otras actividades ocuparon un lugar importante, como la fruticultura; pero el rubro del comercio, instalado en la capital neuquina, continuó por mucho tiempo abasteciendo a los pobladores locales y a los vecinos de Río Negro.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuente: Fragmento del libro Mundo Prostibulario, la prostitución en la capital del Territorio Nacional del Neuquén a comienzos del siglo XX, de Graciela Paula Boschi.
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