Apuntes para la historia del movimiento obrero en la Patagonia Norte
El fallido desembarco de la FORA en Neuquén (1918-1923)
El triunfo de la revolución de los soviet en Rusia, en 1917, abrió nuevos horizontes para el proletariado mundial. A la Argentina los destellos de la llama roja llegaban en un momento en que la actividad económica se reactivaba con el fin de la Primera Guerra y los conflictos laborales se expresaban con más intensidad. El movimiento obrero se recomponía del disciplinamiento impuesto por años de alta desocupación y de la represión del Centenario de la Revolución de Mayo -que había arrasado sus organizaciones, locales y periódicos, y enviado a prisión o deportado a sus cuadros sindicales y revolucionarios.
Según los registros del Departamento Nacional de Trabajo, de unos 14 mil trabajadores que participaron de alguna actividad huelguística en 1916, el promedio ascendió 135 mil anuales entre 1917-1921.[1] El alza de la conflictividad se daba en simultáneo con el surgimiento de nuevos sindicatos que se sumaban tanto a la Federación Obrera Regional Argentina IX Congreso (o F.O.R.A. sindicalista), mayoritaria; como a la F.O.R.A. V Congreso (F.O.R.A. anarquista)[2], o se mantenían autónomos.[3]
Por esos años la organización obrera se extendió más allá de los principales conglomerados productivos, puertos y nudos ferroviarios. Con el objetivo de promover la sindicalización, ambas federaciones enviaban en gira de propaganda a hombres y mujeres[4] que por semanas daban conferencias y participaban de asambleas en localidades y parajes alejados de las grandes urbes. En ese contexto, las sociedades obreras anarquistas hicieron pie, en 1920, en el Norte de la Patagonia.
El dique y la contención de la demanda obrera
Hacia 1918, con la intervención de agrupaciones de Bahía Blanca, habrían comenzado las tareas de propaganda y organización entre los trabajadores del Alto Valle. Al menos eso se desprende de una crónica de Salvador Mayor, militante de Casa del Pueblo de Ingeniero White, publicada en el diario anarquista La Protesta. En las primeras líneas sostenía que la noticia de un conato de huelga había despertado su atención y motivado el viaje, luego daba testimonio de las duras condiciones de vida y de trabajo en las obras de apertura de canales -faena por la que percibían “un salario que humilla”, “pues nunca les llega para sufragar el gasto del mes, quedando por lo tanto a merced del explotador”. Luego relataba: “Fuí de carpa en carpa llevando a estos camaradas la voz de aliento, haciéndoles comprender que era preciso que se organizaran para abolir la maldita práctica del trabajo a destajo; mis palabras no fueron pronunciadas inútilmente, pues están haciendo los trabajos necesarios para organizarse; tanto es así, que por correspondencia solicitan camaradas para que por medio de conferencias les den las voces de aliento, en aquellos parajes vírgenes donde lo único que oyen es el grito estentóreo de un comisario que se porta a lo señor feudal.”[5]
Es muy probable que una protesta que estalló en abril de 1917 en las obras del dique Contralmirante Cordero, sea el conato de huelga que menciona Mayor en su crónica. Si bien se ignora el carácter de las demandas, sí se conoce el saldo represivo, cinco trabajadores fueron detenidos por lesiones y trasladados a la cárcel de Choele Choel.[6]
En 1920 otra huelga fue declarada en el dique, en esa oportunidad los detenidos fueron treinta y tres.[7] Una dotación de la Policía del Territorio del Neuquén había sido puesta a disposición del ingeniero Lorenzo Lépori, a cargo de la construcción del dique, para sofocar la protesta.[8] La afirmación de Mayor sobre una coordinación en marcha entre trabajadores del valle y organizaciones bahienses, abona la sospecha de que esta segunda huelga fue orientada por militantes de la F.O.R.A. V o al menos estuvo relacionada con la fundación, ese mismo año, de sociedades de resistencia adheridas a esa federación.
La llama roja que iluminó el valle
Simultáneamente, en 1920, comenzaron a funcionar sociedades de resistencia Oficios Varios adheridas a la F.O.R.A. V en General Roca, Cipolletti y Allen; además, en Allen, fue constituida una sección de la Federación Obrera Regional Portuaria,[9] que nucleaba a los estibadores de la playa ferroviaria. Las sociedades de Oficios Varios estaban compuestas por un reducido número de trabajadores de diferentes gremios y tenían por finalidad sentar las bases para la organización de los obreros por oficio. Un objetivo que nunca fue alcanzado por esos años en la región, ya que si bien en General Roca se constituyeron sociedades de obreros panaderos (1922)[10], ladrilleros y albañiles (1927)[11], éstas se disolvieron poco tiempo después.[12]
Si bien el desarrollo de la F.O.R.A. V fue limitado, durante el trienio 1921-1923 tuvo un momento de expansión en el Alto Valle, al menos eso se desprende de lo publicado en las publicaciones anarquistas de la época, principalmente en La Protesta. Sin llegar a protagonizar movimientos reivindicativos de envergadura, logró cierto predicamento entre los trabajadores del ámbito urbano y rural. Llevó la propaganda más allá de las localidades donde funcionaban sus sociedades de resistencia, como Cinco Saltos, Km 1120 (Ing. Huergo), Chimpay y Chelforó, y otras más distantes, como Anzoátegui, en el Territorio Nacional de Pampa Central. También tuvo la capacidad para propiciar un boicot exitoso contra un comerciante de General Roca[13], se dio una estrategia de intervención cultural a través del grupo de teatro vocacional –cuadro filodramático– Floreal, fueron concurridos los actos del 1º de Mayo que convocó por aquellos años,[14] y pudo mantener sus posiciones tras una fuerte represión desatada a fines de 1921 en Allen contra la Sociedad Oficios Varios y Biblioteca Obrera.[15]
Superados los meses de detenciones y persecusión, Oficios Varios de Allen y Cipolletti impulsaron en 1923 la creación de una federación local en el Alto Valle para revitalizar las tareas de propaganda y organización, a tal fin programaron una serie de actos en Cipolletti, Cincos Saltos y Neuquén en los que intervendría un delegado enviado por el Consejo Federal de la F.O.R.A. V.
Neuquén hostil
Ernesto Bohoslavsky afirma que “en Neuquén el tiempo de la Patagonia-progreso fue pospuesto en nombre de la seguridad nacional: allí, hasta entrado el siglo XX, el soldado fue la estampa más común que el farmer”.[16] En ese ambiente de fuerte gravitación cuartelaria, la hostilidad era la primera reacción contra todo aquello que pudiera ser interpretado extraño al orden castrense, como la formulación de demandas y la existencia misma de organizaciones obreras. A pesar de ello, en la capital territoriana funcionaban sindicatos de proyección nacional, de carácter reformista, como el de los trabajadores ferroviarios y el de empleados de correos y telégrafos. Además, en 1919 fue fundado el Centro Obrero, dirigido por pequeños comerciantes, empleados y profesionales, que ese mismo año presentó candidatos en las elecciones municipales y,[17] según acusaron más tarde, el triunfo les fue arrebatado “a fuerza del machete y máuseres policiales”, “por el caciquismo que imperaba”.[18] Tiempo después el Centro Obrero cambió su nombre por Centro Socialista y adhirió al partido fundado por Juan B. Justo, una fuerza nacional y con representación parlamentaria que podía darle cobertura ante eventuales ataques.[19]
Si bien el devenir del Centro Obrero no dejaría dudas de su carácter reformista, una crónica de la conmemoración del 1º de Mayo en Neuquén, convocada por esa entidad, da lugar a una serie de interrogantes. Según el semanario Río Negro, durante el acto grupos de manifestantes entonaron el himno anarquista Hijos del Pueblo.[20] De haber sido así, ¿esos militantes anarquistas integraban el Centro Obrero, o participaron del acto sin pertenecer a la organización convocante? ¿Estaban vinculados con los conatos de protesta en las obras del dique y el arribo de la F.OR.A. V al Alto Valle?
De la persistencia de la propaganda revolucionaria en la capital del Territorio y del clima represivo también da cuenta la instrucción de un sumario, en octubre de 1921, por presunta infracción a la Ley Defensa Social, tras la aparición en la vía pública de panfletos de reivindicación obrera.[21] Esta norma, sancionada en 1910, en su artículo 7 establecía: “Queda prohibida toda asociación o reunión de personas que tenga por objeto la propagación de las doctrinas anarquistas o la preparación e instigación a cometer hechos reprimidos por las leyes de la Nación, y la autoridad local procederá a la disolución de las que se hubiesen formado e impedirá sus reuniones”.
Cruzar el río
En abril de 1923, un emisario de la Comisión de Propaganda de la Federación Obrera Local de Allen se entrevistó en Neuquén con el gobernador Francisco Denis, el objetivo era conseguir la autorización para montar, por primera vez, la tribuna de la F.O.R.A. V en la capital del territorio. La federación sabía en qué tierras se adentraba, en las páginas de La Protesta caracterizaba a Neuquén como un lugar “donde impera el machete y la cárcel. La mayoría de los pobladores son milicos y demás elementos prendidos a la teta del presupuesto. Y los que no lo están, aspiran a prenderse. Trabajadores hay una ínfima minoría.” Esa “mayoría sicarios de todas clases y sus familias” frenaba, según los foristas, la constitución de “un sindicato orientado por las ideas de libertad y justicia”. También subrayaban que el gobernador Denis hacía “propaganda obrerista”, quizás en sintonía con los canales de diálogo que, tras el ascenso de Hipólito Yrigoyen a la Presidencia de la Nación, se abrieron entre el gobierno y algunas organizaciones como la F.O.R.A. IX y su sucesora la Unión Sindical Argentina.[22]
El objetivo declarado del acto era llevarle “un poco de luz a ese pueblo, pues los trabajadores viven miserablemente y confiados en que los gobiernos, que los tienen sujetos a la explotación burguesa y a su tiranía, les tengan lástima y les entreguen voluntariamente un mendrugo más de pan”.[23] Según la Comisión de Propaganda, el gobernador Denis respondió que “no estaba dispuesto a permitir que ningún ‘extranjero’ hable al pueblo”, planteó “que vayan a protestar a su patria”. “Este es el país del progreso y aquí no se habla más que de nuestras industrias. Ustedes son anarquistas y aquí no van a entrar porque yo los barreré. Para eso tengo armas y hombres. En este pueblo no hay ningún anarquista y si hay está bien callado. (…) Yo no permitiré que se ataque a las leyes, ni que se mencionen esas ideas. Si en Cipolletti, en Allen y Gral. Roca, asustaron a la policía, iban armados hasta los dientes como los asesinos y daban sus conferencias y hablaban de lo que les daba gusto y gana, aquí tengo fuerzas y armas para comerlos. Aquí no se dan conferencias anarquistas, sino de lo que yo quiero”.[24]
La respuesta del gobernador del Territorio no daba lugar a dudas sobre la posición oficial, sin embargo, el 13 de mayo se realizó el acto de propaganda. Según el periódico neuquino Alberdi, “asistió numeroso público a la conferencia obrera deseoso de escuchar a los oradores de la F.O.R.A.”. “Los temas tratados (…) fueron desarrollados con un profundo conocimiento de la cuestión social, aplaudiéndose a los oradores a la terminación de cada uno de los párrafos con gran entusiasmo”.[25] En tanto, en las páginas de La Protesta, señalaban que los oradores “atacaron en forma enérgica a todos los gobiernos, sean burgueses o proletarios, así como también a todas aquellas instituciones que por su espíritu reformista (entre ellas la Confraternidad Ferroviaria), entregan a la clase trabajadora, atada de pies y manos, para que sea mejor explotada por el monstruo capitalista”.[26]
El fin de la avanzada forista
Cuando las sociedades de resistencia del valle plantearon la conformación de la Federación Local en Allen, manifestaron que el objetivo era expandir la organización. Sin embargo, no emprendían la avanzada en el mejor momento, en agosto de 1923 Oficios Varios de Cipolletti anunciaba su disolución, a raíz de la escasez de trabajo se había reducido el número de cotizantes y la organización no contaba con recursos para sufragar el alquiler de un local para su funcionamiento.[27]
Después del acto de mayo de 1923, la F.O.R.A. V no logró sostener su presencia en Neuquén, al menos en el espacio público. Para diciembre de ese año las organizaciones del valle habían proyectado incursionar nuevamente en la capital territoriana, en el marco de la visita de otro propagandista comisionado por el Concejo Federal[28], pero no fue posible. El 27 de noviembre tres jornaleros anarquistas fueron detenidos en Vista Alegre: Juan Álvarez, Andrés Gómez y Manuel Viegas, habían asaltado una galera del correo en China Muerta. Inmediatamente se desencadenó la persecución contra la sociedad de resistencia de Allen, en la que militaban activamente Gómez y Viegas.[29] Poco después fueron arrestados en Chimpay otros dos militantes anarquista acusados de formar parte del grupo expropiador: Esteban Hernando y Casiano Ruggerone.
La represión, que se desencadenó en todo el valle, alteró severamente los planes de la Federación Local, el centro obrero y biblioteca de Allen, que en el trienio 1921-1923 se había transformado en un punto nodal del armado forista,[30] cerró sus puertas en 1924. Solo quedó en pie la sociedad obrera de General Roca, que intentó sin mucho éxito organizar a los trabajadores y propagar los postulados del comunismo anárquico en la región. Vegetó hasta recibir el tiro de gracia en 1930, con el golpe de Estado del Gral. Uriburu.
Hernán Scandizzo
herscan@yahoo.com.ar
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Artículo escrito por Hernán Scandizzo. En esta nota el autor toma como base al artículo “Neuquén, el límite de la organización anarquista en la Patagonia Norte (1918-1923)”, publicado en Revista de Historia, de la Universidad Nacional del Comahue, edición número 18 (2017).
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