Lanín
«Los abuelos se acordaban de eso, de que había dos Lanín acá. Uno era mucho más grande del que tenemos ahora. A ése no lo vimos, no lo alcanzamos a ver nosotros, pero nos lo contaron todo los abuelos; todo eso que había pasado antes acá, en esta zona de Aucapán. Ese Lanín era muy peleador; como cuchillero. Hacía de todo: sacaba humo, tronaba, sacaba chispa, tormenta, agua, nevazón y derrumbe. Dicen que fue castigado por eso, y ahora quedó plano. Era malo, tiraba piedras, hacía temblar la tierra, no vivía bien ni de día ni de noche, siempre sabía estar haciendo ruido. Bramando como vaca. Nguenechén, nuestro Dios, lo castigó. Eso supimos nosotros, que nos lo vinieron a contar nuestros abuelos. Ahora hay un solo Lanín. Nosotros no lo vimos. No sabemos cómo fue ese volcán. Lanün se llamaba, porque se murió. Ése era el nombre de antes.»
Narrado por Felipe Rañinqueo, Aucapán, 1968. Recopilado por César Fernández, 1989.
La ciudad encantada del Lanín
«Dicen que hay una ciudad encantada en ese cerro, en el Lanín. Dicen que se ha visto gente. Había un ingeniero que porfiaba por subir al Lanín.
José Pérez, paisano viejo, le dijo a un muchacho: –Vamos a ver, compañero, ¿va a subir a ese tapado de nieve, ése que nunca seca? Compañero, no va a aparecer más si va. Hay un pueblo adentro. Te dan calabozo si vas. La gente paisana decía así, los viejos paisanos, los abuelos nuestros, todos contaban así. ¿Va a ser capaz de subir ese gringo?
Y el gringo porfiaba por subir. Y dicen que los dos y otro compañero fueron a subir.
Ahí dicen que se enojó el cerro y que venía un viento fuerte y nevaba. Y caían. Andaban un paso y venía un soplido y caían otra vez. No los dejaba subir. Se resbalaban, se revolcaban y se perdían en la nieve. Se golpeaban por todas partes.
Se cansaron, no se podían sujetar. De un soplido los mandó rodando y llegaron abajo. Entonces se les antoja recorrer toda la orilla. Ya había un puente. El gringo andaba como loco. Y entró, pasó ese puente. Se abrió como una boca y quedó ahí adentro. Y el muchacho decía: –Casi me tocó a mí también. Casi quedé adentro no más.
Se perdió el compañero. Y el viento siempre enojado los perseguía. Los dos que quedaban oyeron todo. Dicen que hablaba gente, toreaban los perros, bramaban como vacas y toros, relinchaban caballos. De todo se oía.
Dicen que ahí se ha perdido gente. Entran a ese pueblo y no vuelven más.
Dicen que a los años apareció el gringo. A los dos años se aparece la gente que ahí se ha quedado. Lo reconocieron, pero no habló nada. Todo blanquito, chupada la sangre. Los compañeros lo vieron al gringo. El les volvió la espalda y no se lo vio más.
Dicen que el Lanín se tragó a ese pueblo y que no va a aparecer más.»
Narrado por José Kilapán, Catán Lil (Neuquén), 1950. Recopilado por Berta E. Vidal de Battini, 1984.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuentes:
- Cuentan Los Mapuches, de César Fernández
- Las fotos fueron publicadas en el sitio de facebook Volcán Lanín.
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