La trayectoria para alcanzar la concreción de la obra hidroeléctrica El Chocón-Cerros Colorados recorrió diversos regímenes políticos, teniendo como horizonte en común la ampliación del parque energético de la Argentina, condición previa para complejizar el proceso de industrialización hacia su fase pesada. Si bien la idea original para construir la represa se remontaba a fines de la década del ´30, la primera propuesta formal se realizó bajo el gobierno de Perón en 1953 y fueron continuados por la “Revolución Libertadora” y por el desarrollismo, hasta llegar al inicio de la obra durante la “Revolución Argentina” a cargo de Onganía.
Para tal fin se crea la empresa pública Hidronor S.A (Hidroeléctrica Norpatagonia), y se consigue la financiación para la concreción de la obra a través del Banco Mundial y de otros créditos internacionales. Finalmente “…a 75 km de Neuquén, entre el 8 de enero y el 12 de diciembre de 1969, se tuvo que transformar una zona inhóspita y desértica en un lugar habitable para los trabajadores, sino también para sus familias también… En once meses, a 1400 km. de Buenos Aires, en diciembre de 1969, se había levantado un obrador con 3.000 obreros, para construir la represa de El Chocón…”. La obra modificaría de forma definitiva el paisaje económico, social y político de Neuquén, en virtud del flujo migratorio de trabajadores de diversas procedencias, la consolidación del neoperonista Movimiento Popular Neuquino y la figura de Felipe Sapag y la construcción de una matriz productiva orientada a la producción energética.
El febril avance de la obra estuvo fundado en un autoritarismo cotidiano, ciego a consideraciones sociales básicas y de seguridad laboral. En un contexto represivo y de asfixia obrera, se activó una cuenta regresiva de malestar que provocaría un conflicto de profundas resonancias regionales y nacionales. Las condiciones de trabajo y de vida eran durísimas (problemas de vivienda, salubridad, alimentación, etc.) en un marco de arbitrariedades patronales como la ausencia de actividades recreativas elementales, por ejemplo, en la prohibición de venta de bebidas alcohólicas para los obreros, pero no para el personal jerárquico.
Hacia fines de 1969, los reclamos laborales y sociales llevarían a los obreros a un enfrentamiento generalizado con el gobierno, con las empresas contratistas y, en especial, con la burocracia sindical, a través de una huelga que finalizará recién en marzo de 1970. Este conflicto, conocido popularmente como “El Choconazo”, además de alinearse con un ciclo de protestas populares iniciadas en Córdoba que significarán el final de la presidencia de facto de Onganía, marcará un punto de inflexión para la obra, identificándose un cambio de actitud del Estado y de las empresas contratistas que se vieron obligadas a desplegar medidas de mejoras laborales y de condiciones de vida, que tendrán como objetivo morigerar la conflictividad y generar mecanismos de legitimación y consenso que permitiera continuar con el ritmo de trabajo previsto en el plan de ejecución de la obra.
La resolución del conflicto laboral, social y político tuvo resultados ambiguos. Si, por un lado, culminó en la represión y disciplinamiento de los trabajadores, buscando la desactivación de los entramados de solidaridad y sociabilidad tejidos al calor de la huelga, por otro lado, y como corolario del conflicto, la patronal se vio obligada a restituir selectivamente condiciones mínimas de bienestar, seguridad laboral y ocio recreativo de raigambre popular, evidenciando una reorientación en el emprendimiento hidroeléctrico más en sintonía con el universo ypefiano.
A partir de este momento, comienzan a proliferar una serie de campañas publicitarias alusivas a la relevancia de la obra, como la célebre propaganda de televisión de Cinzano, o el mismo Correo Argentino que lanzó una serie de productos tales como sellos, tarjetas y postales con imágenes de El Chocón, que tenían como objetivo la construcción de un imaginario colectivo que asociaba a la represa hidroeléctrica con el engrandecimiento de la Nación. En el mismo sentido, se comienzan a organizar una serie de eventos culturales y deportivos para los obreros de El Chocón, que tuvieron como protagonistas a artistas de la talla de Joan Manuel Serrat, el “Chango” Nieto, la Orquesta Juan de Dios Filiberto entre otros, y las visitas de la tercera división de River Plate, y del primer equipo de Boca Juniors.
Entre el viento y las piedras: la crónica del partido en el “Asuán” Argentino
El Sábado 22 de agosto de 1970 no fue un día común y corriente en ese páramo patagónico transformado en el oasis hidroeléctrico del país a través de la construcción de la “obra del siglo”. Ese ventoso día El Chocón recibía una visita que rompía con el monótono trajinar de máquinas y obreros: llegaba a la zona el primer equipo del Club Atlético Boca Juniors.
La noticia de la visita causó un gran impacto entre los trabajadores de la represa, habitantes de la villa temporaria de El Chocón y de la región. Es que el equipo más popular de la Argentina arribó a tierras patagónicas con sus flamantes titulares a jugar un amistoso, y así lo reflejaba una revista partidaria:
“…Boca es el primer equipo de primera división profesional que visita El Chocón, un lugar que es esperanza del país. Los jugadores boquenses fueron recibidos con estupenda cordialidad. En rigor de verdad, no hubo lucha futbolística sino la fiesta grande que significó la presencia de los cracks vistiendo la azul y oro…” (Así es Boca, Nº 841, 26/08/1970)
El vuelo que trasladó a la delegación xeneize arribó al aeropuerto de la ciudad de Neuquén el mismo día del encuentro. La comitiva fue encabezada por el Vicepresidente del Club Miguel Zappino, acompañado por los dirigentes Jorge Bongiorno y Juan Suñe. Además de los jugadores y cuerpo técnico que disputaron el encuentro, formó parte de la delegación el destacado arquero Antonio Roma, y solo se quedaron en Buenos Aires Silvio Marzolini, Raúl Savoy y Norberto Madurga, recuperándose de respectivas lesiones. En el Chocón fueron recibidos por el Ingeniero Jorge Simonelli, jefe delegado de Hidronor. El plantel almorzó en el comedor de la empresa, y luego hicieron una recorrida por las obras del complejo hidroeléctrico junto a un grupo de ingenieros que oficiaron de guías.
Las realidades futbolísticas de ambos equipos eran bien distintas. El club del barrio de La Boca venía de ser campeón en el año 1969 de la Copa de Argentina y también del Torneo Nacional de ese año, consagrándose nada menos que frente a su histórico rival, River Plate, con quien disputaba mano a mano el torneo, y dando la vuelta olímpica en el mismísimo estadio Monumental.
Por su parte, el equipo de El Chocón estaba integrado mayoritariamente por jugadores que, al mismo tiempo, eran trabajadores de las distintas empresas contratadas para la ejecución de la obra hidroeléctrica, y que, en sus tiempos libres jugaban al fútbol, compitiendo en una liga local de equipos obreros. Dada la magnitud del rival que iban a enfrentar y de la repercusión regional que generó el partido, se reforzaron con cuatro jugadores de equipos de la zona, siendo estos Garcia, Castilla y Satambullain de Independiente de Neuquén, y Blanco del Club Atlético Pacífico.
El colectivo que transportaba a los jugadores de Boca, a tono con el clima provisional de la obra, además de trasladarlos cumplió la función de vestuario, llegando hasta el borde mismo del campo de juego a la hora pactada, las 16 horas. Los once designados para comenzar el partido descendieron al mismo tiempo que los jugadores de El Chocón ingresaban desde el vestuario. Los equipos formaron de la siguiente manera:
El árbitro del encuentro fue Abelardo Cotro, y los jueces de línea Clavero y Llametti.
El público presente, más de 2.000 personas, estaba ubicado bordeando todo el alambrado y también muchos de ellos situados en las bardas que rodeaban el campo de juego. Entre los espectadores, notoria era la presencia obrera evidenciada en los colores de los cascos protectores, ya que muchos de ellos habían abandonado transitoriamente el trabajo para estar presentes.
La cancha, que era de tierra y estaba ubicada en la villa temporaria, emulaba los típicos potreros rioplatenses, con el sello local de la abundancia de piedras y una aridez indisimulable, pese al constante paso del camión regador que intentó en vano mantener a la tierra en su lugar. Ese día la pelota y el viento se disputaron el protagonismo, con ráfagas que superaron los 70 km/h. Esta situación, típicamente patagónica, dificultó la posibilidad de ver un juego vistoso, entorpeciendo por igual la visión de jugadores y público, dando a la pelota las más inverosímiles direcciones.
El encuentro se desarrolló entre dos equipos de marcadas diferencias a nivel futbolístico. Ya en los primeros 30 minutos de partido, Boca se imponía por 4 a 0, con los goles de Nicolau (3´), Villagra (13´ y 32´) y Ángel Rojas (23´). El entusiasmo y tenacidad de los locales los llevaron a elaborar en el minuto 10 una jugada en la que Basterrechea asistió a Pujana, y este en carrera efectuó un remate que se estrelló en el travesaño, lo que podría haber sido el empate transitorio y, ¿por qué no?, cambiar el destino del partido.
En el segundo tiempo se realizaron varios cambios en ambos equipos, pero todo continuó de la misma manera, con gran predominio de los visitantes y algún ataque aislado de los locales. Una vez finalizado el encuentro, 4-0 a favor de Boca Juniors, los jugadores de El Chocón expresaron su alegría por haber enfrentado a tan populares figuras, mediante abrazos y los pedidos de camisetas de rigor.
El colectivo-vestuario volvió a cumplir su función específica al trasladar a la delegación boquense de regreso a las instalaciones al comedor de Hidronor, mientras el público los acompañaba por las calles de la villa de los obreros con aplausos y saludos. Allí se sirvió un refrigerio de camaradería y fueron nuevamente conducidos a la ciudad de Neuquén, donde pasaron la noche para al otro día retornar a la Capital Federal.
Meses después de este encuentro, este equipo de Boca obtendría una nueva estrella para la constelación de títulos que refleja su escudo. Fue el Torneo Nacional de 1970, coronándose nuevamente en el estadio de River Plate por segundo año consecutivo, pero esta vez venciendo en la final a Rosario Central por 2-1. Mientras tanto, los integrantes del combinado choconence, continuaron sus tareas obreras en la represa, alternando su trabajo con algún picadito los domingos bajo la atenta mirada patronal.
La pelota ¿No se mancha?
A lo largo de estas líneas se intentaron responder diversos interrogantes: ¿Por qué el mejor equipo del fútbol argentino de finales de la década del ’60 vino a jugar a un gigantesco obrador de 3.000 personas en las inhóspitas tierras patagónicas? ¿Acaso el partido fue corolario del pico de conflictividad que se desató en la obra a finales de 1969? ¿Fueron efectivas las medidas implementadas después de “el choconazo” para morigerar y/ o tapar la conflictividad laboral y social, de la cual el partido El Chocón – Boca es un episodio?
Es innegable que el fútbol posee una conexión histórica con la cultura popular y, a raíz de esto, que exista un intento permanente del poder político por instrumentarlo. No es una novedad pensar el fútbol como un vehículo para legitimar situaciones sociales, sedimentar consensos o disminuir brechas disruptivas a través de la pasión nacional. Siguiendo a Alabarces, constituye una creencia compartida pensar la posibilidad de determinación de lo político sobre el fútbol, aunque ello no significa que esto efectivamente ocurra.
Este partido se enmarca en tales estrategias y podría ser visualizado como una “prueba de ensayo” singular de prácticas de vinculación de fútbol y política, que llegaron a su paroxismo en el Mundial de 1978 organizado por Argentina bajo las directrices de la última dictadura cívico militar y que continuó presente durante los gobiernos democráticos.
Está claro que el partido no contribuyó a orientar los fervores populares, como tampoco eliminar los conflictos laborales. En tal sentido es sabido que, si bien no se alcanzaron los niveles de tensión vividos durante la huelga del verano del 70´, los reclamos sindicales estuvieron presentes hasta la finalización de la obra, inclusive durante la disputa del partido, en el cual un grupo de trabajadores reclamaron airadamente que les permitieran asistir al encuentro, ante la negativa de una de las empresas subcontratista de otorgarles permiso, argumentando no poder paralizar el ritmo de trabajo ni siquiera por un par de horas.
Para concluir, sería injusto plantear que los cientos de trabajadores y espectadores que asistieron al partido entre Boca y El Chocón, movilizados genuinamente por la pasión que despierta el fútbol, albergaran alguna adhesión con la dictadura y con la patronal.
- Mariano Basso
- Nicolás Padín – Ministerio de las Culturas de Neuquén – Universidad Nacional del Comahue
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuentes documentales y bibliografía:
- Revista Así es Boca, Año XV, N° 841, 26 de Agosto de 1970 – Centro de Documentación, Subcomisión de historia del Club Atlético Boca Juniors.
- Diario Río Negro, General Roca, 23 de Agosto de 1970.
- Alabarces, Pablo, (Comp.), Peligro de Gol. Estudios sobre deporte y sociedad en América Latina, Buenos Aires, CLACSO, 2000.
- Quintar, Juan, El choconazo, Neuquén, Educo, 1998.
- Healey, Mark, “El interior en disputa: proyectos de desarrollo y movimientos de protesta en las regiones extrapampeanas”, En: James, Daniel, Nueva Historia Argentina. Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Buenos Aires, Sudamericana, 2003.
- Roldán, Diego, “La espontaneidad regulada. Fútbol, autoritarismo y nación en Argentina ´78. Una mirada desde los márgenes”, En: Prohistoria, N° 11, 2007, pp. 125-147.
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