La topografía del vasto territorio neuquino ha sido y es motivo de inspiración para los artistas visuales. Dibujantes, pintores, escultores, grabadores, fotógrafos y cultores de otras disciplinas, han encontrado las musas que contribuyeron a generar producciones artísticas que han trascendido ampliamente los límites neuquinos.
Una personalidad que halló sugestiones en este suelo y su gente en el siglo pasado, fue Günther Blaas-Rotschne, quien residió varios años en la provincia de Neuquén.

Günther nació en 1918 en Schwanenstadt, Austria, y estudió artes plásticas en la localidad alemana de Zwickau. Completó su formación visitando talleres, museos y exposiciones en Austria, Alemania, Bélgica, España, Inglaterra, Francia e Italia. En algunas ciudades de esos países realizó exposiciones. En su patria natal aprendió, además, los secretos de la elaboración de piezas textiles.
También se recibió de Ingeniero y como tal patentó varios inventos. Entre 1939 y 1945 registró algunas invenciones para la industria hidráulica, como un sistema de extensión de escaleras para bomberos. En Roseland, Bélgica, hay una que hizo Günther.

En nuestro país
Llegó a la Argentina en 1951 cuando ya tenía formación y experiencia artística. Se radicó en la ciudad de Buenos Aires y, posteriormente, en San Martín de los Andes.
Integró la redacción de la revista de artes y letras Euterpe y entre 1951 y 1971 expuso en varias salas bonaerenses. En una muestra individual de cincuenta obras en la Mutual de Egresados de Bellas Artes, exhibió su escultura metálica móvil “La primavera”. Esta pieza que se podría inscribir en la corriente de arte cinético y lo ubica entre los precursores en producir obras dentro de ese estilo junto con Carmelo Arden Quin y Gyula Kosice, quienes estaban diseñando las propias a fines de los años ’40 y principio de los ’50.

Llegó a San Martín de los Andes con su segunda esposa, Isabel Perello y sus hijos Roger y María Isabel, con quienes vivió en Sacromonte, una propiedad ubicada sobre la av. Koessler. Allí se encuentra la escultura metálica mencionada. Günther diseñó la vivienda, entonces próxima a un bosquecito de cipreses.
Es singular el nombre Sacromonte, que remite al barrio idílico de Granada donde, cuenta la leyenda, las “hechiceras” hablaban a veces con el agua y otras veces con el fuego, para encontrar viejos tesoros ocultos. Resulta singular que habitara esa casa bautizada así, un artista que reveló en sus obras las formas y colores escondidos en materiales tan diversos, como los fascinantes elementos de la naturaleza con quienes conversaban las brujas granadinas.

Obtuvo premios en pintura y escultura. Con siete piezas de esta disciplina participó en una Exposición de Artistas Austríacos auspiciada por la Secretaría de Cultura de la Nación y viajó a Europa donde realizó exposiciones en ciudades de Austria, Alemania, Francia e Inglaterra.
A su regreso recibió varios reconocimientos, entre ellos el Gran Premio del 3° Salón Patagónico “Comahue” y el Primer Premio Adquisición de la Primera Bienal de Artes Plásticas Patagónicas realizada en 1974 en Neuquén, por su escultura “Visión del Valle Encantado”.

Otro gran artista que reside en Neuquén, Iván Moricz Karl, solía visitarlo en Sacromonte y recuerda: “Estaba muy influenciado por la guerra… siempre recordaba el tema. Manteníamos charlas muy interesantes. A mí me asombraba cómo se proyectaba al futuro en su obra. Durante esas largas conversaciones me mostraba lo que para él había sido un descubrimiento contemplado a través del microscopio. Con deslumbramiento semejante, observaba los fenómenos de la naturaleza. Era un observador nato”.
En esa época sobre la actual av. Koessler funcionaba el restaurant y bar “El barrilito” en el predio de Sacromonte. Era punto de reunión de pintores, grabadores, ceramistas, escritores… “Se comía, se tomaba café o vino y se charlaba de arte”, recuerda el pintor Gabriel Chamorro.

Quienes eran jóvenes que se iniciaban en el arte y frecuentaban el lugar, recuerdan sus conversaciones y las enriquecedoras trasnochadas de entonces. Allí Günther alternó con Atahualpa Yupanqui, quien también se acodó sobre las mesas del local.
Por su parte él, con el cabello largo, la barba lacia, los pies descubiertos, se había convertido en un personaje que llamaba la atención en las calles.

Sus múltiples formas de expresión
En esos años realizó un “Cristo Redentor”, escultura en madera para la capilla del Regimiento de Caballería de Montaña 4 de San Martín de los Andes y presentó en el cerro Chapelco la obra “La creación del mundo”. Fue invitado a exponerla en París.
En 1980 hizo una exposición individual en San Carlos de Bariloche, en la que presentó cincuenta dibujos e igual cantidad de esculturas. Al año siguiente hizo una muestra individual en el Hotel Sol de esa ciudad. En el mismo período participó en una exposición en México DC, invitado por la Cámara de Comercio de esa ciudad.
Polifacético, Günther utilizó óleo, acuarela y témpera, que aplicó con pincel y espátula sobre tela y bajo vidrio. Abordó la escultura en diversas maderas, piedra, mármol, cerámica y trabajó en la fundición de diversos metales. Hizo collages, compuso música y confeccionó bellos tapices, con técnicas tradicionales y con las aprendidas en el telar vertical mapuche.

En los años siguientes exhibió sus obras en el Salón Anual de Bahía Blanca y una maqueta suya fue seleccionada para el Monumento en la Plaza de Tribunales de la misma ciudad.
Hizo murales para las ciudades de Zapala, San Martín de los Andes y Cipolletti y junto a otros seis autores participó en los Experimentos Plásticos con Materiales no Convencionales en los años ’80.
Posteriormente realizó una exposición de tapices en la sala Eduardo Sívori del teatro Municipal General San Martín de Buenos Aires, entre los que estaba el tríptico “Las cuatro estaciones – Homenaje a Vivaldi”.

Expuso individualmente en la prestigiosa galería Praxis de Buenos Aires y en salas de San Carlos de Bariloche y Neuquén capital.
En 1986 recibió el “Ciprés de Oro” de San Martín de los Andes, en reconocimiento por la promoción de la ciudad lograda a través de su arte. Ese año ganó el concurso para la decoración del Hotel del Instituto de Seguridad Social del Neuquén, para el cual el gobierno provincial adquirió tres obras suyas destinadas a la gran sala y cien fotografías con reproducción de sus trabajos para decorar las habitaciones. Esas imágenes de gran calidad fueron obtenidas por el excelente fotógrafo Juan Carlos Arauz. En la década del ’90 ya no estaban ni los tres originales ni las fotografías. Hoy nadie sabe qué fue de ellas.

Como curiosidad, ese año se hizo un desfile de modas en el Hotel Sheraton de Buenos Aires, con creaciones decorativas sobre indumentaria femenina realizadas por Günther.
En 1988, durante un concurso nacional realizado en Resistencia, Capital Nacional de las Esculturas, después de obtener el primer premio con su obra “Génesis”, la donó a una tribu toba con la que mantuvo sólidos vínculos.
Luego puso en marcha el proyecto “Tiempo tromo”, obra plástica con figuras móviles acompañadas por música e iluminación computarizada… en esa época! Facilitó esa realización, su versatilidad para expresarse a través de distintos medios, entre ellos la música para la que tenía suma idoneidad. Con “Tiempo tromo” participó en la Bienal Internacional de Arte de Vanguardia de Kassel, Alemania, uno de los espacios consagratorios de nivel internacional, donde la intervención solamente implica una instancia de valoración auspiciosa de la obra.

Expuso en galerías de Los Ángeles y Nueva York y al cumplir setenta años de edad, realizó una muestra retrospectiva en Neuquén.
Luego viajó y se radicó en Europa. Más tarde se trasladó a la India, donde organizó un taller de arte con artistas y pobladores hindúes. Un año después se instaló en Foios, cerca de la ciudad española de Valencia, donde fundó el taller de arte “Triángulo”, que propició muestras con autores locales.
Finalmente viajó a Freistadt, el pueblo de su infancia, donde organizó un taller de arte en el antiguo molino de la localidad. Allí, en Austria, dedicó tiempo a escribir un libro sobre su vida y componer varios ballets.

Falleció el 29 de marzo de 1991 en Fresistadt.
Hay obra de Günther Blaas en colecciones públicas y privadas del país y del exterior.
En 1992 el Centro Cultural Amankay de San Martín de los Andes dio su nombre a la sala de exposiciones y un espacio en la ciudad de Neuquén también fue bautizado así, en homenaje al gran artista que residió y produjo obras en un rincón de la Patagonia, que trascendieron ampliamente sus fronteras.
Ana María de Mena (anamariademena@gmail.com)
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Artículo escrito por Ana María de Mena para Más Neuquén
Nota de la autora: Agradezco especialmente a María y Roger Blaas, hijos de Günther, la información e imágenes aportadas para realizar esta nota.
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