El 22 de enero de 1928, el infortunio atravesó la vivienda y el almacén de ramos generales que Frank Augusto Mash había construido en la actual esquina de San Martín y Tte. Cnel. Pérez de San Martín de los Andes. Era una edificación con paredes de dos muros de madera, rellenos con aserrín entre sí para aislar el interior de las bajas temperaturas. Una brasa, encendida, que cayó al suelo originó el fuego que rápidamente se extendió debido a la combustibilidad de los materiales.
Como era un día no laborable y el clima cálido, la mayoría de los vecinos habían aprovechado para pasear y disfrutar de los alrededores. Los que estaban en el pueblo acudieron con baldes, para tratar de apagar el fuego, pero poco pudieron hacer y rápidamente todo se vio reducido a cenizas. Cuatro días después, la Comisión de Fomento incluyó en el temario a tratar, la necesidad de contar con elementos para combatir incendios.
Años después y a varios kilómetros del pueblo cordillerano, en la ciudad de Neuquén, por el Decreto N° 11.298/46 de la Presidencia de la Nación se establecía la “sección bomberos”, dependiente de la gobernación provincial, un atisbo que tiempo después sería un cuartel territorial.

Mientras tanto, eran tantas las necesidades del vecindario en el pueblito fundado tres décadas antes, que recién veinticuatro años más tarde, el 31 de enero de 1952, se fundó la Asociación de Bomberos Voluntarios de San Martín de los Andes, con integrantes de las familias Asmar, Astete, Buamscha, Creide, Cuevas, Del Hoyo, De Marcini, Demateo, Etchecopaz, Gingins, Leotta, Mera, Orazi, Parrilli, Silvera, Tossi y Vita, Ragusi, entre otras.
A fines de los años ’50 los bomberos pasaron a depender de la policía provincial y en 1975, gracias al accionar de los vecinos, la entidad recobró su autonomía. Entonces contaba con un camión canadiense fuera de servicio que con esfuerzo fue puesto a punto para ser utilizado. Se agregó un jeep Willys con una bomba frontal con la que se succionaba agua de las acequias del pueblo, arroyos y lagos, con la que los quince efectivos que entonces contaba la entidad, combatían los incendios.

En 1978 el cuartel comenzó a funcionar todos los días del año en la sede actual, sobre la calle Julio A. Roca entre Tte. Ramayón y Mascardi. Y en los años ’90 la eficaz acción de los integrantes de la comisión directiva Juan Mariano Belgrano, Victorio “Chiche” Sassaroli y Yaco Comín, permitió ampliar las dependencias e incorporar equipos estructurales nuevos, autobombas, equipos de respiración autónomos, un equipo hidráulico de rescate vehicular, un equipo neumático, motodisco (motosierra para estructuras colapsadas) y otros elementos de última generación. Comín y Sassaroli, con el apoyo de la sra. Luz María Sapag, entonces intendente, lograron la donación del camión escalera que se constituyó en el móvil N° 16.
El 21 de febrero de 2009 se inauguró el Destacamento Victorio “Chiche” Sassaroli en el barrio El Arenal, nombre dado en homenaje a quien fue artífice de logros institucionales y de inagotable vocación. Se recuerda que aún enfermo insistía en participar y en la etapa final de su vida, concurría a las reuniones de comisión directiva, asistido por bomberos que iban a buscarlo a su casa en el móvil N° 12, la ambulancia.
Actualmente los bomberos sanmartinenses cuentan con setenta integrantes de los cuales dieciséis son mujeres. Ellas son: María Otero, Jessica Torcivia, Nadia Praiz, Antonella Dominici, Diana Chavez, Claudia Irazábal, Karen Oyarzun, Antonella Torcivia, Sabrina Lecaro, Carolina Escobar, Ailin Inostroza, María José Grandon, María José Aguilar, Romina Barrientos, Laura Dragicevich y Mariana Troncoso.

Como cabe a este tipo de asociación, el accionar no se limita al trabajo aislado, ya que actúa en comunicación estrecha con el Comité Operativo de Emergencia Municipal, el área de Incendios, Comunicaciones y Emergencias del Parque Nacional Lanín, así como el hospital “Ramón Carrillo” y las fuerzas del orden. Del mismo modo, el radio de actuación no está circunscripto al departamento Lacar, ya que en la Patagonia los incendios forestales los ha llevado a Chubut, Río Negro y otras latitudes, cuando los siniestros lo han requerido.
Mucho más que apagar incendios
La institución, pionera de las entidades de su tipo en la Provincia de Neuquén, proyecta la creación de un destacamento al este del pueblo y sus integrantes miran con atención el entorno del río Quilquihue, hacia donde estiman que deberían levantar otro y continuar creciendo.

Hoy poseen dieciséis unidades de emergencia que prestan un promedio anual de seiscientas intervenciones y servicios. El personal está preparado para el combate de incendios estructurales, de interfase (los que ocurren donde las construcciones están inmersas en la vegetación) y forestales; también para rescates vehiculares, acciones de buceo, atención pre hospitalaria, asistencia en psicología de la emergencia, realizar operaciones con aeronaves y efectuar operaciones en rescates de altura.
Años atrás el Arq. Oscar Chatruc, que integró las filas de la comisión directiva, elaboró propuestas tendientes a generar preparación de excelencia para los bomberos de toda la provincia y dedicó esfuerzos para ese fin. La actualización y capacitación son dos temas que se priorizan en la institución sanmartinense.
“El personal se capacita permanentemente y pone como límite el deseo de superación de cada integrante”, sostiene Juan Manuel Pisano, Jefe del Cuerpo Activo.

Además de la tarea específica en la divulgación de acciones para prevenir incendios y ayudando en forma efectiva en los siniestros, los bomberos voluntarios están presentes en la comunidad de distintas formas. Reciben visitas de escolares y muestran el cuartel contando la tarea que realizan; participan en campañas solidarias, recolectando ropa o alimentos no perecederos ante contingencias especiales. Y se ponen el traje de la solidaridad ante las circunstancias que lo requieran.
También es tradicional la distribución de caramelos para fin de año, que Papá Noel reparte desde una autobomba que recorre distintos barrios de la localidad, con un cronograma detallado para que los chicos lo esperen a la hora estimada. Algo similar organizan para el Día del Niño. La comunidad, consustanciada, contribuye con la donación de golosinas.


Primera foto: Los chicos esperan los caramelos del Día del Niño.
Segunda foto: Recibiendo a los niños también se divulga la tarea de los bomberos.
El N° 1
La vocación y empatía hacia el prójimo son características de quienes eligen ser bomberos. A eso se suma la adrenalina que la emergencia y el riesgo conllevan.
Son incontables los casos que podrían enumerarse como ejemplos de vocación. Uno singular es el de Edmundo Demateo quien tiene el legajo N° 01/001 de la entidad. Sigue colaborando como bombero a sus ochenta y cinco años y, por sus méritos, las dependencias de la calle Roca llevan el nombre de “Cuartel Central Edmundo Demateo”.

Una situación peculiar es que a Demateo le llaman “Mundo”, pero sus amigos y muchísimos vecinos lo apodan “El Perro”. Una versión indica que de joven bromeaba y fastidiaba a un amigo llamándole “Tero” y el amigo empezó a llamarlo “Perro”. Fue una cuestión de muchachos que empezó como chiste y se prolongó. Otra interpretación sostiene que de joven era cascarrabias y “ladrador”, de aquí sería el sobrenombre. Como sea, la ironía es que el 2 de junio en nuestro país es el Día del Perro… y también el Día del Bombero Voluntario!
Confirmando su irrenunciable inclinación por servir, el año pasado Demateo fue motivo de comentarios en la prensa lugareña y regional, cuando se incendió una ladera del cerro de la Cortadera (conocido como cerro Comandante Díaz) próximo al pueblo. Allí estaba él poniendo el hombro ante la emergencia que obligó a evacuar a algunos vecinos ante el riesgo inminente que, felizmente, no pasó de un susto
La actual presidente de la entidad, sra. Gretel Arrúa enfatiza en un punto: el mayor capital en los setenta años de los Bomberos Voluntarios es el humano.
Juan Manuel Pisano señala: “En la vida de cualquier bombero de carrera no existe intimidad, familia, evento, fecha, conmemoración u otra situación que no haya sido interrumpida por la necesidad de prestar servicio ya sea por un incendio, un accidente, un incidente eléctrico, el rescate de un gato en un árbol, un perro en un pozo, un caballo en una zanja, un loro en una rama, una culebra dentro de una vivienda y todo tipo de intervenciones, algunas inverosímiles, otras durísimas”.
Tanta labor fraternal y tanta presencia comunitaria justifican que cuando desfilan los bomberos, durante las celebraciones del aniversario de San Martín de los Andes, reciben de los vecinos el aplauso entusiasta y agradecido.
Ana María de Mena (anamariademena@gmail.com)
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Artículo escrito por Ana María de Mena para Más Neuquén
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