La Cuarta División y un fortín en el cerrito
La Cuarta División del Ejército Expedicionario fue la que ingresó al área neuquina por la zona norte. A su frente se encontraba el coronel Napoleón Uriburu, un salteño que había participado de la expedición al Chaco y ejercido en ese territorio el cargo de gobernador. Recibió por parte de Roca precisas instrucciones (el resaltado es nuestro):
«..va a establecerse permanente con su División en la margen norte del Neuquén. Para esto debe previamente tratar de limpiar de indios toda la parte comprendida entre los ríos Barrancas y Neuquén, a fin de dejar perfectamente segura su retaguardia, donde no debe quedar uno solo.
Antes de instalarse debe examinar y juzgar el paraje más conveniente para el desarrollo de una gran población, con buenos pastos, leña y en una situación intermedia entre la Cordillera de los Andes y la confluencia del Neuquén con el Limay. Hallado este pasaje establecerá en él su campamento. Debe respetar y dar toda clase de garantías de la vida y propiedades a los habitantes o pobladores que encuentre en esos parajes y que acaten y se sometan a la autoridad nacional, a cuyo efecto debe mandarles previo aviso al emprender la campaña. Se le recomienda sobre esto el más estricto cumplimiento […].
Una vez establecido en el Neuquén tratará de hacer un estudio prolijo hasta la Cordillera, situando fuerzas en los pasos accesibles […]. Al llegar a este punto con su División, se dirigirá al cacique Purrán y demás caciques importantes de la parte sur de este río [Neuquén], haciéndoles presente que la guerra no llegará hasta ellos si acatan la autoridad del presidente de la República y se muestran sus leales y fieles amigos; y con el objeto de arreglar un tratado de amistad, los invitará, especialmente al primero para celebrar un parlamento […] presidido por el Ministro de Guerra, a cuyo parlamento se invitará a Shayhueque y otros, que concurrirán a firmar la paz con el gobierno de la República Argentina, que es la patria de todos.
No demorará en trazar el campamento, por medio de los agrimensores que lleva a sus órdenes, levantando el plano del recinto que designen para su establecimiento. Tratará de averiguar y saber con la precisión posible el número de indios que existan a su frente, del Neuquén al sur, así como también todos los pasos accesibles por los ríos y cordilleras.
Se guardará de ejecutar ningún acto de hostilidad con estos indios, sin ser de algún modo provocado.»
Para dar cumplimiento a las órdenes recibidas, el coronel Uriburu organizó en el fuerte General San Martín (Mendoza) la Cuarta División. Incorporó a los cuerpos que la componían un grupo de baqueanos, que no sólo eran conocedores de los lugares donde se asentaban, sino también de la cultura y el idioma indígena. A estos avezados guías de la zona también se los denominó choiqueros, ya que su principal actividad era la caza de guanacos y choiques. Formaron parte de la división el ingeniero Francisco Host, el científico Courtois y un cuerpo médico integrado por un cirujano y un boticario.
La Cuarta División inició el avance el 21 de abril de 1879 y luego de varias jornadas penetró en territorio neuquino. La zona norte se abría como un espacio inconmensurable a los ojos de estos hombres adustos y cansados. Hasta que de pronto apareció la primera señal: un humo espeso en dirección al río Curi Leuvú anunciaba la presencia humana. Por lo tanto, a medida que avanzaron encontraron restos de viviendas que parecían haber estado ocupadas por una tribu numerosa; luego asomaron los rastrojos abandonados y las sementeras regadas a través de acequias y canales. Todos estos vestigios parecían indicar una huida precipitada.
El 6 de mayo el cuerpo expedicionario arribó a la confluencia de los ríos Neuquén y Curi Leuvú. Hicieron un minucioso reconocimiento de la zona y a poco de andar advirtieron que se encontraban en un sitio estratégico para establecer un fuerte. No en vano ese lugar había sido escogido con cierta preferencia por los pehuenches para instalar sus tolderías y sembradíos. Sin embargo, esto último muy poco le interesó al coronel Uriburu, entrenado en ocupar territorios indígenas. Por eso antes de finalizar el día le dictó a su secretario, casi mecánicamente, el siguiente parte militar (el resaltado es nuestro):
«Trátase de establecer aquí un fuerte, y al efecto el comandante en jefe de la división ha verificado reconocimientos en los campos próximos. Parece que aquí mismo hay poco pasto para la caballada que tenemos, pero la posición topográfica de las juntas es estratégica. Tiene excelentes puntos de defensa; su frente está cubierto por el Neuquén, y como uno de los caminos precisos para las indiadas que vengan de la Pampa, a cruzar el río, su ocupación dará resultados satisfactorios.
Si llegase el caso de que la columna tuviese que operar a vanguardia, o sobre su flanco izquierdo, no puede haber punto más adecuado que éste para que sirva de base a sus operaciones, pues tiene a su mano dos caminos que los ponen en comunicación con Mendoza, que es de donde se proveen las fuerzas: el que trajo la división por arriba y el que faldeando Auca Mahuida se corre por el llano para salir a San Martín, pasando el Colorado […). Tiene, además, este paraje la conveniencia de estar a corta distancia de las Salinas, por donde pasa el camino central que viene de la Pampa al país de los Picunches hasta Chile […]. Finalmente, los hacendados de Mal Barco [Varvarco] quedan también cerca de aquí y, como es consiguiente, sus intereses estarán mejor garantidos con la presencia de fuerzas permanentes en este punto. Todas estas razones hacen de la confluencia del Curre-Leuvú con el Neuquén una posición militar de verdadera importancia….
En la orilla izquierda del Curre-Leuvú, sobre la barranca, en el mismo campo que ocupamos, se levanta un cerrito de 50 metros desde la superficie plana. Este cono, inexpugnable por el lado del rio, formado de grandes rocas como cortadas a pico, será sin duda en donde se ha de levantar el fuerte […]. El valle reconocido hoy al oeste como al este se prestará para grandes potreros de alfalfa y otras sementeras, como lo manifiestan los rastrojos abandonados, en que los indios han hecho siembras de papas, trigo, maíz, porotos, lentejas, etc.»
Una vez reconocido y estudiado cuidadosamente el lugar propicio para erigir el fuerte, el 10 de mayo de 1879 se iniciaron los trabajos de construcción, estableciéndose dicho día como fecha de la fundación del fortín de la Cuarta División:
«Hoy se ha dado principio a los trabajos de fortificación del cerrito, delineando el ingeniero, una curva que toca sus extremos en el río y que cerrará completamente el recinto entre éste y una muralla, que se levanta en el trazado: esa muralla toda de piedra, tendrá una extensión de 162 metros por dos de alto y uno y medio de ancho. En la explanada, de 20 metros de diámetro, se colocarán dos piezas de artillería. Las cuadras se construirán en el terreno bajo, en donde sobrará espacio a la fuerza de guarnición.»
A medida que se iban levantando las paredes del fortín y se afirmaba la presencia del Ejército Nacional en la zona, la confrontación con el verdadero dueño de esas tierras era inminente. Había que legitimar de alguna forma la ocupación avasallante de los territorios indígenas. Los choiqueros sabían bien dónde se encontraba Purrán, por eso a Uriburu no le costó mucho enviar emisarios para invitarlo a parlamentar. La importancia de este cacique pehuenche era conocida por las máximas autoridades del Gobierno nacional:
«Purrán […] gobierna, como se sabe, toda la tribu de Picunches. Sus dominios se extienden desde cerca del Neuquén a Lonquimay, desde la Cordillera de los Andes, limitando el sureste con los hulliches de Sahüeque [sic] […]. Purrán como cacique principal, tiene sometidos a su obediencia hasta donde cabe, es decir, tanto como pueden hacerlo estos caciques a quienes no se respeta sino por el mayor número de lanzas con que cuentan y su fortuna e intereses, que constan de cautivos y ganados […].
Estas tolderías reunidas, formarán mil lanzas […]. Es indudable que las mil lanzas de los picunches se aumentarán con los emigrados que se internen de la Pampa huyendo de las fuerzas que hacen la batida en aquel territorio.»
Fundado el fuerte, la Cuarta División continuó su marcha atravesando el río Neuquén. Se sentían seguidos y observados. Y esto les dio miedo. A su paso encontraban huellas frescas, toldos recién abandonados y las marcas de las rastrilladas que iban y venían en diferentes direcciones. El avance y posterior establecimiento del fortín también aterrorizó a los indígenas, por lo que no tardaron en decidir que sus familias y ganados fueran despachados hacia la cordillera.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído de: Chos Malal, entre el olvido y la pasión – Historia de la primera capital del Neuquén, desde sus orígenes hasta los años 70 – Carlos Aníbal Lator – Cecilia Inés arias – María del Carmen Gorrochategui – Daniel Esteban Manoukian
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