«La Laguna Colorada»
La «Laguna Colorada» era el único lugar de la zona con una fuente natural de agua, con ciertas buenas condiciones de potabilidad, ubicada a 9 kilómetros de Campamento 1 y a unos 11 y 13, respectivamente, de Plaza Huincul y Cutral Co. El lugar atraía, con fuerza magnética a los trabajadores de las compañías petroleras de Y.P.F., Standard, Sol y Astra, por el solo hecho de ofrecer agua.
La numerosa población asentada en ese lugar, vivía en casas de una o dos habitaciones y cocina. La letrina en el exterior. Estas viviendas eran las mejores, pues estaban construidas con paredes de grandes adobes, pegados con barro, revocados con mezcla de arena, cal y cemento de portland y techados con chapas de cinc. Otras casas eran de paredes de piedras traídas de las inmediaciones, asentadas en barro y prolijamente pintadas en la parte exterior con una mano de petróleo para impedir la acción demoledora de los vientos. En verdad, poseían cierto confort para la época, contrastando con los ranchos chatos y rústicos de paredes de coirón, olivillo blanco y jarilla, aseguradas con lonjas mojadas de cuero de potro, que al secarse se hacían tan resistentes como el hierro y que pululaban en el lugar. El agua se extraía de pozos hechos a pala y pico, más o menos a 5 metros de profundidad.
El asentamiento poblacional en «Laguna Colorada», era ilegal. Su área integraba la superficie fiscal de explotación petrolífera, cerrada perimetralmente por «La Línea» del octógono de Yacimientos Petrolíferos Fiscales.
El motivo por el cual se permitió el afincamiento de esa población pudo haber sido que los Administradores del Yacimiento comprendieron que el agua del Pozo de Otaño, cercano al Matadero de los Rosas y de don Pedro Costagnan, y la que brindaban gratuitamente en Barrios Burgos traída en vagones tanques desde Arroyitos, (especialmente destinada al consumo) no era suficiente para dar de beber a los obreros, atender las necesidades elementales de sus hogares, cubrir el uso en la explotación del petróleo, particularmente en los trabajos específicos de las etapas iniciales. Por ello consintieron la ilegalidad del asentamiento, aun con la advertencia de un posible futuro desalojo.
Muchos se animaron a poblar, pero no faltaron entre ellos algunos timberos, tahúres, carreristas, ladrones y hasta asesinos, que a fuerza de revólver, cuchillo, garrote y prepotencia, robaban, mataban y violaban ante la impotencia de las precarias fuerzas de seguridad. El pillaje, el despojo y la violencia eran comunes. Sin embargo, todas estas calamidades generalizadas no fueron impedimento para que el villorrio se extendiera y consolidara.
Pero la orden de desalojo terminó con la vida de este pueblo, que bien pudo ser una gran ciudad. Permitió en cambio, el nacimiento de otro..
El éxodo de los Marginados
Con la orden de desalojo se iniciaba el éxodo de las familias obreras afincadas en «La Aguada», en «Laguna Colorada», en algunos declives del «Zanjón», y en las hondonadas detrás de Plaza Huincul, cerca de un tambo y también, cerca de las Compañías petroleras particulares.
Estos obreros y sus familias, debían marginarse fuera de «La Línea», denominación odiosa de la demarcación de sólidos postes de hierro, clavados en cada uno de los esquineros del octógono fiscal y unidos, uno a otro, con «largas rastrilladas» de 5 kilómetros de longitud. La línea fue establecida por la Administración de Y.P.F. en resguardo de la reserva petrolífera encerrada en su área.
Parias en su propia patria
La existencia de «La Línea» y el desalojo de los espacios habitados que comprendían, que no eran sólo los de la «La Laguna Colorada» y «La Aguada», creó problemas sociales que tuvieron larga duración. Hizo del marginado un excluido del usufructo de bienes sociales como educación, vivienda, gas, luz, y asistencia sanitaria, utilizados privilegiadamente por los residentes en los diversos Campamentos de la repartición oficial.
«Barrio Peligroso»
La jarilla abundaba, pues es vegetal de tierras pobres, de arenales. Siempre está verde y tiene la virtud de que aún verde arde con facilidad. Estas tierras de la pre-región patagónica extra andina, semi encerrada por la Sierra del Portezuelo, a 1097 metros sobre el nivel del mar, al Oeste; el Mirador y Cerro Chato, a 947 metros sobre el nivel del mar, al Sur; Cerro Loma Negra, a 600 metros sobre el nivel del mar, al Norte, disponían —en años fundacionales— de leña para caldear ambientes y elementos naturales para construir casitas y ranchos; pero no había agua para satisfacer las necesidades del hombre, de los animales y de las máquinas. Ese era el gran drama.
Y el drama del éxodo, condujo a los marginados, a establecerse en un lugar donde había una oferta natural de agua, el pozo de Wenceslao Navarrete. Es así, como día y noche se iba produciendo el amontonamiento paulatino y sigiloso de un poblamiento desordenado de casitas y ranchos precarios, con idénticas características a los de «Laguna Colorada» y «La Aguada». Eran simples abrigos para vivir.
Los obreros de Y.P.F. comenzaron a levantar sus hogares en la dura tierra. Se alzaron nuevos hogares, oscuros y miserables, apretados unos contra otros, presentando un aspecto vago e incierto, solo reveladores de vida en el humo tímido que salía por sus rendijas. «Barrio Peligroso», comienza a ser realidad en la geografía física y humana del Territorio Nacional del Neuquén.
La denominación «Barrio Peligroso» pudo haber nacido como expresión simplista en el escritorio de algún funcionario de la Administración de la época, que en desacuerdo con el nacimiento del nuevo pueblo, ante la supuesta prolongación del ambiente de pillaje y desmanes de los malvivientes trashumantes de «Laguna Colorada»… También pudo crearse en razón de los atracos perpetrados por la «Viuda Negra» y otros malvivientes, que llegaban hasta el crimen, para despojar de su quincena a humildes trabajadores del petróleo. Estos hechos se consumaban, generalmente, junto al alambrado de las vías del ferrocarril… O tal vez, alguien con escaso sentido político, mucha desaprensión social y ligero espíritu travieso endilgó el mote despectivo…
Las familias vivían con sus hijos, en forma por demás miserable. Se alojaban en reparos que no eran ni siquiera ranchos, apenas refugios, unos al lado de otros, soportando la aspereza de un clima frío y de fuertes ventarrones de día y de noche, que levantaban gran cantidad de arena, que hacía imposible la ida, medianamente civilizada. Conmovía hasta el corazón más insensible.
Los hombres de esas familias, trabajaban en Y.P.F. o Cía Petroleras, como jornaleros, y no les podían dar vivienda porque no tenían; solo las proveían al personal jerarquizado. Esa era la razón por la cual la gente se ubicó cerca del pozo de agua de Navarrete…
El doctor Zani, Director del Hospital de Plaza Huincul, tuvo que concurrir una vez a «Barrio Peligroso» a asistir a un enfermo; para verlo, siendo de día debió recurrir a una vela por la oscuridad del rancho. De regreso a su hospital, pensó en el camino que no era justo que esa gente continuara viviendo así, que había que hacer algo por ellos, al menos, para que se instalaran ordenadamente y fuera cada uno haciendo su vivienda, buena o regular o como sea, y se encuadraran dentro de lo que signifique civilización…
Con la idea firme, se lo propuso a su emprendedor amigo Miguel Ángel Bennasar. Aceptada la proposición, le encargó que buscara para el domingo siguiente, un técnico para comenzar el trazado del pueblo y sus calles.
Fue el desaliño edilicio de las 60 precarias viviendas, el tifus, la aparición de hechos delictivos, la carencia de escuelas, de policía, de posta sanitaria, etc. Lo que movieron al doctor Víctor Ezio Zani, director del Hospital de Y.P.F. en Plaza Huincul, a fundar un pueblo. Así fue que el Doctor Zani, el Juez Bennasar y el agrimensor Luis Baka, Jefe de Estudios y Proyectos de Y.P.F., que había sido invitado y llevado por Bennasar, más un peoncito, que portaba todos los elementos de medición, teodolito, mira, estacas y balizas, se reunieron en el límite del octógono, sobre el mojón de Y.P.F., y comenzaron las tareas del trazado del pueblo. El peoncito colocó el jalón blanco y rojo, en un lugar que le indicó el agrimensor Baka y se delineó la primera calle: en ese momento ¡se había fundado un pueblo!
La gente de «Barrio Peligroso», miraba con curiosidad lo que se estaba haciendo sin darse real cuenta del objetivo, pero como eran conocidos, el Doctor Zani como médico y Benasar como Juez, interpretaban que lo que realizaban era una cosa seria.
Al principio de la semana siguiente, se continuó con el trazado del pueblo. Los vecinos se acercaron. Preguntaron, rompiendo su natural timidez. El doctor, amable y gentil, les explicó que no pertenecía a ninguna Oficina de Tierra o repartición oficial, que se encontraba en el lugar delineado un pueblo para que ellos levantaran sus casitas y vivieran como Dios manda… Entonces, alguien se acercó más y le dijo:
—Doctor, ¿podría darme un lote…?
El doctor Zani, le preguntó al Juez Bennasar:
—¿Qué hacemos, se lo damos?
Bennasar asintió y sacando lápiz y papel, anotó la entrega del primer lote, de la primera manzana del pueblo.
Hay un tercer domingo que es muy importante. Ese tercer domingo del mes de junio de 1933, nace por inspiración del doctor Zani, ante el «crecimiento inesperado» del pueblo, la denominación de «Pueblo Nuevo». Atrás queda en el tiempo la denominación de «Barrio Peligroso».
La gente llegaba a pedir lotes de todas partes. Los de Laguna Colorada y El Zanjón; los que se habían ubicado en una hondonada detrás de Plaza Huincul, algunos de los cuales vivían en cuevas; los que tenían ranchos en terrenos de propiedad del ferrocarril, cerca de la estación, y también los que estaban aledaños a un tambo o junto a compañías petroleras particulares.
Con decisión, interés y valor si se quiere, iban llegando día a día en camiones con todos sus enseres, que eran descargados en terrenos previamente adjudicados. Lo primero que construían, con las pocas maderas y chapas que disponían, eran una especie de refugio para guarecerse, mientras levantaban la primera piecita de adobes.
El doctor Zani manifestó alguna vez que a las tres semanas habían repartido 200 lotes. Después fueron 60 manzanas. Y que oficialmente, no se gastó un centavo… Justo es recordar que junto a Zani, Bennasar, Guidobono y Baka. colaboraron en los sucesos fundacionales, y muy especialmente en las pesadas tareas de mensurar, trazar calles, delinear manzanas y entregar lotes, hombre como Nolasco, Rondanina, Churrarín, Díaz, Romero, Gautier, Pablo Hernández y muchos otros de los cuales no hay registros exactos.
Gobernaba el Territorio, el coronel Carlos H. Rodríguez. Era un militar que supo ver, escuchar e interpretar acertadamente el planteo del doctor Zani y los vecinos del «Barrio Peligroso». Designó de inmediato una Comisión de Superintendencia integrada por su propulsor Víctor Ezio Zani, director del Hospital de Y.P.F.; don Miguel Angel Bennasar, juez de paz de Plaza Huincul; don Luis Guidobono, subcomisario de Challacó y el agrimensor de Y.P.F., don Luis Alberto Baka.
Entre otras conquistas, la Comisión consiguió incorporar el pueblo a la geografía del Territorio Nacional del Neuquén. Esto sucedió el 22 de octubre de 1933.
Inauguración del Pueblo Nuevo
El 9 de octubre de 1933 el doctor Zani, en su carácter de Presidente de la Comisión de Superintendencia de Pueblo Nuevo, le comunicó al Gobernador Rodríguez:
«La Inauguración del pueblo nuevo, con toda probabilidad podrá llevarse a cabo el domingo 22 del corriente y desde ya contamos con la presencia del señor gobernador y otras autoridades del Territorio».
Telegráficamente, el Gobernador contesta:
«Estoy de acuerdo en que la inauguración se realice el día 22 del corriente».
Como es de suponer, la gente se conmociona. Nombra una Comisión de Festejos que preside el Doctor Zani, siendo su secretario el señor José Posso. Inmediatamente comienzan los preparativos.
El escenario elegido para la importante ceremonia es la actual intersección de las avenidas Carlos H. Rodríguez y del Trabajo, donde se levantó un monolito diseñado —con la autorización del ingeniero Rappallini, administrador y amigo personal de Zani— por el ingeniero Díaz Soto. El monolito fue construido por A. Buzzoni, albañil natural de Puán y residente en el lugar.
Pasados los años, en cierta ocasión el doctor Zani hizo algunas chanzas relacionando la altura del monolito con la estatura del diseñador. En verdad, es inexplicablemente bajo. Sigue enclavado en el lugar como testimonio de un acto elevado y brillante, imbuido de profunda fe ciudadana y soñadas esperanzas sociales y económicas.
Por fin llega el día señalado: 22 de octubre de 1933. El mismo se inicia con una mañana excepcional, sin viento, con un sol brillante y cálido que baña con sus rayos un escenario singular de banderas, banderines, banda de música de la Policía del Territorio y unas 1.000 personas, muchas de ellas vestidas con sus mejores ropas domingueras. En lo alto de los humildes ranchos del caserío fundacional, el cielo azul y las nubes blancas pintaban la Patria.
«Todo está preparado para el memorable acto. A eso de las 8.30 horas —relata el doctor Zani— llegó a su casa particular, el señor Gobernador, coronel Carlos H. Rodríguez, su señora esposa y el Juez Letrado del Territorio, doctor don Julián Lastra. Se les sirvió un desayuno y después de comentarse brevemente el programa establecido, que era modesto pero de mucha repercusión, todos se fueron a «Pueblo Nuevo», a cumplir con la patriótica finalidad. Se calculó que había 1.000 personas reunidas, que dieron afectuosamente la bienvenida al prestigioso mandatario, como agradecimiento por el generoso apoyo que prestó a la población en sus deseos de constituirse en un verdadero pueblo, sin ninguna diferencia con los demás.»
Comenzó la ceremonia con el discurso del doctor Zani, siguiéndole el Gobernador del Territorio, Cnel. Carlos H. Rodríguez, el Juez Letrado, don Juan Julián Lastra y el señor José Pozzo.
Los discursos fueron brillantes, elocuentes y emotivos. El doctor Zani —entre otras cosas— expresó:
«…digámosle «pueblo» a este núcleo de casas de tan humilde origen, que se conglomeró primero, con tanto sabor neuquino, bajo la denominación de «Barrio Peligroso». Debiéramos llamarle ahora con el nombre araucano de Kutral Ko, que significa fuego y agua; es decir, agua de fuego. Incontenible y no esporádica, manifestación de vida, ha nacido como una necesidad al lado de esta industria del petróleo, y su vitalidad sin guías ni directivas, encontró cauces sin ninguna duda, para el camino del bien.»
El programa de festejos conmemorativos del histórico acontecimiento, se cumplió integralmente con entusiasmo y calor patriótico.
Cerrado el día, mientras los colores del oeste van dibujando un atardecer apacible y todavía sin viento, el señor Gobernador, su señora esposa y el señor Juez Letrado, se ausentaron rumbo a Neuquén-Capital, con la despedida afectuosa de los vecinos y miembros de la Comisión de Festejos.
José Ramírez, fotógrafo de la comunidad naciente, registró con su cámara la emotiva ceremonia y el singular escenario.
La presencia del gobernador no fue un simple acto protocolar
Ocho días después él doctor Zani recibió una nota del Gobernador, probatoria de que su visita oficial no fue el cumplimiento de un simple formalismo protocolar.
La nota recibida por el doctor Zani, expresa: Gobernador del Neuquén, 30 de octubre de 1933. Al señor Doctor Víctor Ezio Zani. Plaza Huincul.
“Mi estimado amigo: Le escribo, casi diría bajo la impresión del hermoso acto al que asistí, organizado por Uds. con motivo de la fundación del pueblo; nunca olvidaré ese acontecimiento tan lleno de vida y tan sugerente por lo que respeta al problema social que él encierra. Espero el planito para elevarlo a la Superioridad, así podremos lograr se nos remita el nombre que debemos darle a cuyo fin ha incluido en la proposición, lo que Uds. me indicaron, Cutral Co.
Creo conveniente se hagan gestiones para establecer allí una escuela y en ese sentido ruégole quiera encarar este problema conjuntamente con el señor Bennasar. Para proponer su creación necesito censo escolar que puede ser levantado por la policía. A propósito de esto ya he nombrado a un Subcomisario muy bueno, aumentándole el personal con dos escribientes más y con el encargo de que cuanto antes se traslade allí con toda la Comisaría. Espero también, me mande referencias, etc. sobre apertura de pasos a nivel, provisión de agua y otras necesidades de ese pueblito puesto bajo la patriótica tutela de Uds. Le mando unas fotocopias y le encarezco quiera entregarle algunos ejemplares al vecino Pozzo que me las pidió. Sin otro motivo y esperando se encuentre bien, le pido quiera transmitir nuestro afecto a su distinguida señora, saludos al señor Bennasar, a los vecinos de esa y Ud. recibe un afectuoso apretón de manos de su amigo.»
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído y adaptado del libro Cutral Co, Tiempos de Viento, arena y sed, de Alesio Miguel Saade
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orgulloso de continuar con la radicacion, de mis viejos, con mucho sentido de pertenencia por haber nacido en Cutral co, y haber sido participé de la pueblada, la cual podría haber sido revolucion nacíonal.