Francamente, se debe admitir que antes de llegar el ferrocarril a Neuquén, la poca población y comercio existente, tenía muchas más vinculaciones con Chile que con la Argentina.
Relataré como demostrativo, un caso curioso que ocurrió durante la visita del señor ministro de Agricultura Lamarque, relativo al primer pozo petrolífero, en Plaza Huincul, en 1919.
El ingeniero Cánepa, a cargo de las obras, había instalado un colegio en una habitación, para impartir las primeras letras a los hijos de los obreros, que iban aumentando en el campamento. Invité al señor ministro a escuchar un diálogo que iba a provocar con un escolar, para que pudiera constatar la ignorancia y errónea creencia de los nativos del Neuquén en cuanto a su verdadera nacionalidad.
Elegí al azar un niño de unos doce años y le pregunté cómo se llamaba, satisfaciendo mi pregunta. Le interrogué luego sobre cuál era su nacionalidad, a lo que contestó:
—Chileno.
—¿Dónde naciste?
—En el Neuquén— respondió.
Continué:
—¿Dónde fuiste bautizado?
—En el Neuquén —respondió.
—Bien, entonces tú eres argentino —aclaré. Pero el chico porfió rotundamente que no, y que él era de nacionalidad chilena.
En honor del señor Ministro, estaba izada la bandera argentina al tope de la torre del pozo petrolífero, y señalándosela, le dije al muchacho: «Esa es la bandera de tu patria», a lo que contestó resueltamente que no lo era, y que le gustaba más la bandera de su país, convencido completamente de que era la chilena.
Desde la llegada de los rieles a Neuquén y Zapala, e iniciada la progresiva e intensa acción oficial, todo fue cambiando, y ya no queda duda alguna entre los habitantes de que el territorio del Neuquén es netamente argentino, y que los que en él nacen, sea cual fuere la nacionalidad de sus padres, son argentinos.
Al llegar los primeros trenes a Neuquén y establecerse allí la Gobernación, comenzaron a instalarse activamente agencias de transporte carretero, almacenes y rasas de negocio de toda índole, y gradualmente la población y productos del territorio y de la cordillera, fueron encauzándose más hacía los mercados argentinos. Lo mismo ocurrió con los de las Colonias Lucinda y Roca, en el Alto Valle.
Fragmento de Mi vida de ferroviario inglés (1887-1948), de Arturo H. Coleman.
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Fragmento de: Mi vida de ferroviario inglés (1887-1948), de Arturo H. Coleman.
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