Beatriz Battisti de Peláez, la primera pediatra del Neuquén
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Neuquén Capital en la década del 50, todavía Territorio Nacional, era una ciudad que recién comenzaba a desarrollarse. Calles polvorientas donde soplaba con fuerzas el viento sureño, y en ellas, desplazándose presurosa, una motoneta Siam Lambreta. Al principio la gente los miraba con asombro, luego se acostumbraron al rodado, y su llegada, en ocasiones ansiosamente esperada, era bienvenida por la familia de algún niño que necesitaba de la atención de un profesional. Es que estos médicos recién arribados a la ciudad que habían adoptado ese medio de locomoción, eran la Doctora Beatriz (Betty) y el Doctor Víctor. Así los conocían sus pacientes al matrimonio Peláez.
Estos dos ciudadanos que no sólo dieron a la comunidad la jerarquía de su profesión, sino también la irradiación social y cultural que trascendía espontánea de sus personas.
Esos profesionales que con su calidez llevaban tranquilidad a las familias ante la preocupación por alguna afección que padecían sus hijos.
Beatriz Battisti de Peláez nació en Villa María (Córdoba) el 12 de mayo de 1930. Fue la tercer hija de seis que tuvieron Cristina Bonoris y José Battisti.
Su vida transcurrió en la ciudad de Villa María y en 1948 se trasladó a la ciudad de Córdoba a realizar sus estudios universitarios en la Facultad de Medicina.
Siendo estudiante conoció a Víctor Peláez, quien también estudiaba medicina. Se recibieron en abril de 1955 y siete meses después, en noviembre de ese año, se casaron. A los pocos días, el 3 de diciembre de 1955, llegaron a Neuquén con la intención de vivir aquí para siempre.
Fue la primera mujer médica y pediatra que tuvo esta provincia. Al llegar trabajó en el Hospital Regional y en su consultorio particular. Trabajadora incansable, distribuía su tiempo entre el Centro Materno Infantil, del cual fue Directora, su consultorio particular y las visitas a domicilio, modalidad muy usual en aquella época, que se realizaban al finalizar la jornada.
Era una mujer muy carismática. Era humilde, suave, dulce, sin estridencias, pero tenía una fuerza avasalladora. La sonrisa era en ella el gesto natural. Tenía paz y la trasmitía. Creía en la oración y la practicaba. Sabía lo que quería y trabajaba cuanto fuese necesario para conseguirlo, motivando con su entusiasmo y convicción a quienes estaban cerca de ella.
Tenía una gran vocación por la Pediatría y una dedicación total a su profesión. En su vida no había domingos ni feriados y cuando alguno de sus pacientes era internado ella no se apartaba ni un minuto de su lado, brindándole todo su saber médico y su calidez maternal.
En 1963, junto a su marido abrieron la Clínica Peláez, un pequeño centro asistencial de seis camas, destinado inicialmente a Maternidad e Infancia.
Años más tarde, en 1970, en sociedad con el Dr. Ángel Romero y el Dr. David Abraham inauguraron la Clínica Pasteur, la cual se fue ampliando, actualizando en tecnología y especialidades llegando a ser hoy una de las más importantes Instituciones Privadas de atención de la salud en la ciudad.
A poco tiempo de la inauguración de la Clínica, Beatriz creó una escuela de enfermería en la Clínica, agregando más tarde un centro de alfabetización para adultos, destinado al personal de la institución.
Es que ella bregaba por la capacitación y perfeccionamiento del personal, como una manera de mejorar la atención de los pacientes y brindar calidad y eficiencia en el servicio.
En la década del sesenta convenció al gobierno neuquino sobre la importancia de construir un centro de deportes para toda la comunidad. Durante varios años presidió la cooperadora encargada de construir la obra, y gracias al esfuerzo de todo ese grupo, en el año 1968 se inauguró el Centro de Deportes y Recreación N° 1 de Neuquén.
En 1980 dejó de ejercer su profesión. Tenía 49 años, ocho hijos y dos nietos.
Continuó dirigiendo la Clínica Pasteur, y participando activamente en múltiples actividades religiosas y comunitarias, colocando siempre su espíritu de solidaridad y construcción en todo lo que emprendía.
Su vida se apagó temprano, tenía 53 años, partió el 17 de febrero de 1984. La comunidad neuquina perdió a una gran mujer, a una excelente profesional y a un ser humano excepcional.
Sus profundas convicciones religiosas y su gran paz interior le dieron una fuerza especial para enfrentar la vida y ser una excelente esposa, madre y médica. Y con esa misma fuerza asumió su enfermedad y enfrentó su muerte.
Le ofrecieron llevarla a Bs. As. para su tratamiento, pero ella se negó: «los médicos me están tratando muy bien aquí». Consciente de su gravedad, quiso morir en Neuquén, esta generosa tierra que le había permitido desarrollar sus grandes vocaciones: la de madre y la de médica.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído del libro: 100 años / 100 calles – Cien actores sociales que hicieron a la historia – deElsa Esther Bezerra
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