Con propiedades en ambos lados de la cordillera, la Sociedad Comercial y Ganadera Chile-Argentina es el ejemplo más acabado de una forma social de producción que fue característica en la región hasta muy avanzado el siglo XX. Esta sociedad, de origen chileno, llegó a concentrar en propiedad, por compra a sus concesionarios originales, una superficie total de 419.737 ha de tierras en el sur del territorio de Neuquén, constituyendo una serie de estancias que fueron manejadas empresarialmente como una sola unidad de producción.
Seis importantes concesiones para colonizar —entre ellas las otorgadas a la familia Uriburu-Castells — fueron adquiridas en bloque en 1904 por Federico Hube y Adolfo Achelis, conformando a los fines de su explotación la citada sociedad, inscripta en los registros notariales de la ciudad de Valparaíso, cuyo primer presidente fue el conocido hombre de negocios chileno Ramón Subercaseaux. Entre los accionistas más importantes de la “Chile-Argentina”, además de los ya mencionados, figuraban Luis Subercaseaux, Luis Kuffré, Enrique Döll, Alejandro Maturana, Ochinger, Ramírez y Darío Urzúa, destacados miembros de la burguesía chilena de la época, vinculados con las explotaciones mineras y vitivinícolas de ese país. A principios de siglo, la sociedad tenía sedes en Valparaíso, Buenos Aires, Puerto Montt, Bariloche y quince sucursales, en tanto que su capital social era de 475.000 libras esterlinas.
Hube y Achelis, sus fundadores y socios mayoritarios, pertenecían a una importante firma comercial exportadora de Puerto Montt que había instalado el centro de sus operaciones comerciales e industriales en la Argentina en la localidad rionegrina de San Carlos de Bariloche. Federico Hube era también cónsul argentino acreditado en Puerto Montt y había protagonizado un episodio judicial por sus explotaciones clandestinas de bosques cordilleranos. Como empresarios ganaderos, ocuparon tierras en ambos lados de la cordillera, conformando seis estancias de reconocida importancia productiva en el sudoeste de Neuquén, denominadas “Quemquemtreu”, “Chacabuco”, “Sañicó”, “La Teresa”, “Meliquina” y “Collón Curá”, ubicadas en departamentos colindantes.
Mientras fue rentable el mantenimiento de las vinculaciones comerciales con el área del Pacífico, la Chile-Argentina montó una verdadera empresa capitalista que abarcaba en ambos países los rubros de inversión más variados, incluido el turismo en la zona andina norpatagónica, para lo cual realizaba una importante propaganda que distribuía en Buenos Aires y Santiago. En la folletería impresa, la zona se presentaba como “la Suiza chilena y argentina”. Desde Puerto Montt, en Chile, la compañía brindaba servicio de transporte por tierra y agua hasta San Carlos de Bariloche, con sucesivas paradas en sus casas comerciales y hoteles en territorio chileno, en un viaje que duraba veinte horas. Un sistema de vapores servía para cruzar los lagos, incluido el Nahuel Huapi, donde la sociedad manejaba también el transporte de lanas y cueros que se comercializaban en Puerto Montt, lugar desde donde regresaban con mercaderías varias para el consumo de la región. Mediante subvención anual del gobierno argentino, la sociedad estuvo a cargo del servicio de correo, tendiendo sus propias líneas telefónicas entre Bariloche y Puerto Montt. Tres casas comerciales en Chile, una casa central en Bariloche y otras filiales en territorio neuquino, bodegas, muelles, vapores, lanchas y embarcaciones menores, coches, carros y carretas de tracción a sangre para el servicio trasandino entre Chile y la Argentina, 170 km de líneas telefónicas, 2.000 ha en Chile por donde pasaba el camino, una muy importante cantidad de tierras en propiedad y en arrendamiento en Neuquén, un molino harinero en Bariloche, lavadora de lana, aserraderos, 998 clientes declarados en Chile y 400 en la Argentina, hablan de la importancia de esta empresa, que consiguió del gobierno nacional que la zona que abarcaba sus actividades económicas “quedara excluida de la jurisdicción aduanera argentina”. Por un decreto del 23 de agosto de 1904, firmado por el presidente Roca, se le hacía tal concesión con el propósito declarado de fomentar el desarrollo de localidades andinas “puesto que en nada se perjudica el comercio general, desde que por la distancia y condiciones que la rodean no pueden importarse mercaderías de contrabando en los territorios de la Pampa Central o de la provincia de Buenos Aires”. En otras palabras, se le permitía hacer buenos negocios en tanto no se perjudicara la economía pampeana.
En 1916, la Chile-Argentina vendió a Primo Capraro y Cía. —pionero poblador de Bariloche, de origen italiano, que había sido empleado de la compañía— su sección comercial e industrial en esa localidad rionegrina (aserradero, molino y corralón de madera) y, tres años después, en proceso de liquidación, vendió la totalidad de sus campos a la Sociedad Ganadera Gente Grande, una de las cuatro compañías más importantes del área magallánica, con sede central en Santiago de Chile. En esta gran sociedad habrían tenido intereses, según una fuente de 1929, el consorcio Hobbs y Cía., conformado por el cónsul general alemán en Punta Arenas, Rodolfo Stubenrauch, y los señores Hobbs, Mauricio Braun y Lucas Bridges, quienes habían constituido en Santa Cruz y Tierra del Fuego un complejo de estancias, siendo también propietarios de unas 300 leguas cuadradas en las orillas del río Baker, en territorio chileno. Como puede verse, los mismos intereses ganaderos estaban ampliamente difundidos en el conjunto patagónico. La explotación de los campos de Neuquén continuaría siendo dirigida desde Chile, estableciéndose una representación comercial en Buenos Aires —firma Waldron & Wood— y un gerente local en calidad de administrador general en el establecimiento “Quemquemtreu”. Este cargo fue ocupado por Andrés Douglas Reid, propietario y administrador de otras estancias en el territorio y más tarde presidente de la Sociedad Rural de Neuquén.
Todas las estancias surgidas en Neuquén de la Chile-Argentina, existentes en la actualidad, ya se destacaban desde las primeras décadas del siglo pasado por el nivel de calidad de sus ganados ovinos y vacunos. Durante esos años, los animales se trasladaban en pie a través de la cordillera para su comercialización en los mercados trasandinos. Una fuente del año 1929 da cuenta ya de un doble circuito comercial, por el cual esta sociedad enviaba su producción de capones a los frigoríficos de Buenos Aires y Bahía Blanca, utilizando la estación Zapala del Ferrocarril Sud, ubicada a 225 km del establecimiento central, en tanto que los novillos eran trasladados a Chile por el paso cordillerano de Tromen en dirección a los mercados de Temuco, distante 150 km. Las explotaciones estaban dotadas de importante tecnología —aguadas artificiales, molinos de viento, maquinarias para esquila y producción de forrajes, reproductores para el refinamiento de razas, etc.— y organizadas como verdaderas empresas de carácter capitalista en las que se empleaba un número considerable de mano de obra asalariada permanente y temporaria en época de esquila, mayoritariamente de origen chileno e indígena. Para mediados de la década de 1920 prácticamente la totalidad de los campos se hallaban alambrados, las estancias se comunicaban entre sí por medio del teléfono y poseían balsas propias para el cruce de los ríos. Contaban asimismo con usina y aserradero propios, bañaderos con una capacidad diaria de 80.000 ovejas y amplísimos galpones para esquilar, guardar maquinarias, almacenar la producción de cereales, etc. En “Quemquemtreu” se encontraba la proveeduría para todo el personal y negocios de ramos generales en el resto de las propiedades.
Cabe destacar una importante diversificación de capitales en el interior de las propias estancias, evidente en la instalación de aserraderos, molinos harineros, fábricas de “chicha” (jugo de manzana fermentado), carpinterías, herrerías, queserías, etc., aunque la producción fuera en muchos casos reducida y para exclusivo consumo local. Era muy significativa la cría de ovinos de raza Merino, que anualmente producía alrededor de 550.000 kg de lana de reconocida calidad, así como la de vacunos que se complementaba con una moderna cabaña de pedigree en la estancia “La Vidania” de Trenque Lauquen —provincia de Buenos Aires—, donde se criaban reproductores de raza Hereford. También se dedicaron a la cría de caballos puros de carrera y ponys de polo de gran calidad. Para fines de la década de 1920 el conjunto de la explotación era manejado con catorce administrativos y alrededor de 150 peones y capataces. En el año 1940 contaban con un total de diez empleados de administración y 280 peones permanentes, número que se incrementaba en 400 personas más durante la temporada de esquila.
Estos campos, explotados en forma conjunta hasta 1963, fueron transferidos ese año por la Sociedad Ganadera Gente Grande a la firma Gente Grande S.A.A.I.C. y F., con domicilio en la Capital Federal, representada por Alejandro Menéndez Prendez, quien procedió a enajenar estas tierras entre 1969 y 1973, subdivididas en grandes superficies, a diferentes sociedades de reciente formación como Chacabuco de Neuquén S.A.A. y G. y Quemquemtreu S.A. Según algunas opiniones, tales subdivisiones societarias habrían sido consecuencia de las especiales circunstancias políticas vividas en Chile hacia esos años, derivadas de la aplicación de la ley de reforma agraria y expropiación de los latifundios durante el gobierno de Salvador Allende, con significativas consecuencias sobre la concentración de la propiedad de la tierra, y el cambio político iniciado en la Argentina en 1973, que hacía temer la toma de medidas similares.
El caso antes descripto es el ejemplo más destacado de la ya mencionada presencia en el área norpatagónica de hacendados chilenos que compraban tierras en el territorio con objeto de desahogar de ganado sus propios campos en Chile, destinados mayoritariamente a la agricultura. Aprovechando las condiciones físicas e histórico-culturales ya señaladas, y en un claro ejemplo de economías complementarias, los campos de Neuquén se destinaban a la cría de ganado cuyo engorde final se realizaba con rastrojos en los campos agrícolas de Chile. De esta manera se combinaban eficientemente ambas actividades con excelentes condiciones de rentabilidad.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído del libro: Historia de la Patagonia, de Susana Bandieri, editorial Sudamericana – Capítulo 9 – Las Colonias que no fueron – La “Chile-Argentina”
¿Te gusta la historia neuquina? ¿Tenés algo que contar o compartir y querés colaborar con Más Neuquén? Entonces hacé Click Aquí
También podés ayudarnos compartiendo este artículo en las redes sociales.