Primera parte: Azules y colorados
La convulsionada y anárquica década del 60 vio nacer dos facciones en las Fuerzas Armadas. Azules y Colorados se enfrentaron duramente en 1962 y 1963, llegando al derramamiento de sangre. El último choque, que dejó 24 muertos y 87 heridos, se inició con un alzamiento del bando Colorado que buscó derrocar al presidente José María Guido. En tres días los Azules se impusieron, lo que dio paso a purgas masivas en el Ejército y la Armada.
Es el otro 2 de abril, el de 1963. Ese día amaneció espléndido, propicio al plan de los conjurados, que pretendían ungir presidente a un conspirador veterano, el general retirado Benjamín Menéndez, “comandante en jefe de las fuerzas revolucionarias de Aire, Mar y Tierra”. El almirante Rojas estaba entre los complotados.
La Armada se sumó casi en pleno a la sublevación. En el Ejército, los rebeldes contrarios a la cúpula azul, encabezados por el general retirado Federico Toranzo Montero, lograron controlar algunas unidades del interior, mientras que en la Fuerza Aérea no pudo imponerse el sector minoritario del comodoro Lentino.
Para comprender esta pelea hay que retroceder a 1955, a la llamada Revolución Libertadora que derrocó a Perón y proscribió su movimiento. En 1958, Arturo Frondizi pactó y ganó las elecciones con los votos del líder exiliado. Los militares no se lo perdonaron, y menos que recibiera en secreto al Che Guevara en agosto de 1961. Frondizi fue derrocado ocho meses después y en su lugar asumió el senador Guido, condicionado por el “Partido Militar“.
Antiperonista, anticomunista y alentado por un puñado de conspiradores ambiciosos, “el Partido Militar, en contacto con el oxígeno político se oxidó rápidamente y como todo partido argentino que respete la tradición, se dividió en dos. Así nacieron los azules y colorados”, escribió un testigo de la época, el periodista Rogelio García Lupo.
Tenían contrastes: eran “antiperonistas pero en distinta forma”, según el historiador Alain Rouquié. Para los colorados, el peronismo era un movimiento sectario y violento que daba lugar al comunismo. Para los azules, pese a su demagogia y sus abusos, el peronismo era una fuerza cristiana y nacional que había salvado a la clase obrera del comunismo y la subversión.
Los azules (“fuerzas propias” en lenguaje militar) nacieron como tales en setiembre de 1962 y llamaron “colorados” (los “enemigos”) a sus rivales. Mediante la acción psicológica y el comunicado 150 que redactó Mariano Grondona se vendieron como “legalistas” y, tras cuatro días de escaramuzas, encumbraron a Juan Carlos Onganía como jefe del Ejército.
El gobierno de Guido, con apoyo de los militares azules, avanzaba en su estrategia de integrar al peronismo en la vida política, pero sin Perón. Los colorados esperaban una oportunidad para tomar el poder.
El día elegido fue ese 2 de abril. El combate más grave involucró al Regimiento 8 de Tanques de Magdalena y a su vecina Base de Aviación Naval de Punta Indio. El comandante de Punta Indio, capitán de navío Santiago Sabarots, intimó sin éxito al jefe tanquista, coronel Alcides López Aufranc, a unirse a la revuelta. Desde una avioneta se arrojaron panfletos dando 20 minutos de plazo previos al ataque. “El escuadrón era un hormiguero, y la orden fue evacuar el cuartel. A las 12.30 comenzó a ser atacado por aviones Panther y Corsario con fuego de metralla, bombas incendiarias y destructivas” , recuerda el conscripto clase 42 Hermindo Belastegui. Impactado por años por esa vivencia, este ex obrero metalúrgico plasmó su recuerdo en El C-8 no se rinde, una edición que logró sacar a la calle hace solo dos meses. El libro relata cómo fueron atacados todo el día con más de cien bombas, también de napalm. Hubo 9 soldados muertos y 22 heridos.
Al día siguiente la Fuerza Aérea “leal” contraatacó sobre Punta Indio. Cuando los blindados del 8 entraron en la base ya no había nada que hacer. En tierra había destruidos 24 aviones navales; 5 infantes de marina habían muerto y Sabarots había huido al Uruguay. López Aufranc —apodado “el zorro de Magdalena” en versión criolla de “el zorro del desierto” Erwin Rommel— quiso tomarse revancha y arrasar Punta Indio. Fue disuadido por Onganía y el ascendente coronel Lanusse.
También en el resto del país el alzamiento colorado había fracasado. Los rebeldes capitularon el 5 ante el Gobierno.
En julio hubo elecciones, y siguió la proscripción. Perón llamó a votar en blanco: lo hizo el 19,4%. El 12 de octubre asumió el radical Arturo Illia, con sólo el 25,1% de los votos. Sería derrocado en 1966 por los antiguos azules “legalistas”, que instalaron la dictadura de Onganía.
Segunda parte: Bariloche. Durante 48 horas la vida de Frondizi estuvo en peligro
Revista Primera Plana – 16 de abril de 1963
El 7 de abril, Alfredo Allende, ex ministro del Trabajo de Frondizi, denunció, a través del periodista Edgardo Da Mommio, que los rebeldes habían planeado el asesinato del ex presidente. Como se sabe, el regimiento con asiento en Bariloche, en manos “coloradas”, se había plegado al movimiento de la Marina. El presunto plan de liquidación física de Frondizi habría contemplado tres posibilidades: 1) fusilamiento en el patio del regimiento, 2) traslado a Puerto Belgrano pero “aligerando carga en el camino” y 3) asesinato por los comandos civiles revolucionarios. El ex presidente se quejó amargamente de haber sido depositado “en territorio colorado”.
Según un informe confidencial, elaborado por un grupo de colaboradores de Frondizi, el 28 de marzo llegó a Bariloche el coronel (R.) Martín Rodríguez, que posee en esa localidad una casa ocupada actualmente por el doctor Parodi Cantilo. El coronel Rodríguez recorrió en un avión del Aero Club de Bariloche la zona del Tunquelén (donde está alojado Frondizi), Bariloche, San Martín de los Andes, Junín y Neuquén, y mantuvo diversas entrevistas en todos esos lugares. El presidente del Aero Club es el señor León Beveraggi Allende. El coronel Rodríguez conversó con varios amigos, a los que expresó que el movimiento revolucionario era inminente y que se proponía la “eliminación de los políticos que perturban al país; en primer lugar, de Arturo Frondizi”. El coronel Rodríguez, pasado a retiro luego de setiembre, había plegado la escuela de Mecánica del Ejército a favor de Toranzo Montero en la crisis anterior y se caracterizó siempre por su “coloradismo”.
Producido el estallido, la guarnición Bariloche se mantuvo sin pronunciarse hasta las 17 del día 2. A esa hora es detenido el coronel azul Montes, jefe de la guarnición, y asume la jefatura el mayor Morgan (colorado desde los sucesos de setiembre, había minado el río Limay por iniciativa propia). Inmediatamente, la guarnición Bariloche ocupó la Municipalidad, el cuartel de Policía, la emisora local (LU8) y otros puntos claves de la zona. El teniente Muñoz, el capitán Fallero, el teniente primero Poledo y el capitán Llauró dirigen diversas etapas del operativa. La Policía queda subordinada al Ejército, pero los encargados de la custodia de Frondizi consiguen reforzar su provisión de armamentos y se disponen a defender al ex presidente. Con ametralladoras PAM hacen guardia en el hotel Tunquelén: cortan los ascensores y aíslan a Frondizi en el tercer piso.
A las 19, dos horas después de haberse plegado Bariloche al movimiento, la radio local, separada desde antes de la cadena nacional, emite el comunicado Nº 1 de la guarnición Bariloche. En el mismo, las fuerzas insurrectas no anuncian directamente haberse plegado al movimiento, sino que informan que han asumido el control de la zona para resguardar el orden y dicen que “no combatirán contra otras fuerzas” ni reprimirán a los rebeldes. Efectivos de la Gendarmería Nacional también patrullan lugares estratégicos y edificios públicos, pero sin plegarse a la acción de la guarnición (“tenían miedo”, dijo el teniente 1º Poledo). Sin embargo, comienzan a moverse en la Gendarmería elementos retirados (cuyos nombres están tratando ahora de averiguar los servicios de informaciones) que habían llegado a Bariloche días antes. El comandante Cuba, jefe de zona, trató de oponerse a los golpistas, manejados, según parece, por el comandante Grosso. Otro comandante, de apellido Scherr, también adoptó la posición legalista. Entre la actitud híbrida de la guarnición y la posición contradictoria de la Gendarmería y de la Policía, la situación en Bariloche se había tornado, en la noche del primer día, sumamente confusa. Ante el curso de los acontecimientos, un grupo de civiles golpistas comienza a reclamar una acción inmediata y a organizar la intervención de comandos civiles. El presbítero Calixto Schincarioli realizó gestiones entonces para evitar un atentado en el Hotel Tunquelén: visitó el cuartel y obtuvo la seguridad, de parte del mayor Morgan, de que se garantizaría la seguridad personal de Frondizi. El padre Calixto, en determinado momento de la discusión con los insurrectos, amenazó con “arremangarse la sotana y tomar una PAM”. Durante su gestión, el padre Calixto pudo averiguar que el coronel Rodríguez había huido de Bariloche la misma noche del martes 2. También esa noche, la guarnición emite un comunicado número 2, igualmente híbrido.
El día 3 la situación es de expectativa hasta la noche. Los golpistas tratan de averiguar la marcha de la sublevación en Neuquén para decidir si se plegaban abiertamente a la misma, pero LU5, Radio Neuquén, que proseguía en cadena con Radio Nacional, les desmentía las noticias indirectas sobre un presunto éxito de los rebeldes en esa provincia. Sin embargo, a las 23.40 pasan el comunicado número 3, plegándose a los revolucionarios, pero inmediatamente ordenan retirarlo (se llega a leer una sola vez, y por error) e insisten en los textos anteriores. A la madrugada del día 4, los jefes de la intentona en Bariloche inician la fuga y el teniente coronel Montes retoma el comando de la guarnición. La radio local vuelve a conectar con la cadena nacional.
Tres marinos habían realizado, antes de los lechos, una inspección ocular en el hotel Tunquelén. Amigos de Frondizi (estaban allí el señor Alfredo Allende, jóvenes ucristas y el doctor Raúl Rabanaque Caballero), apoyados por un comisario policial “azul” (comisario López) y la custodia habían ofrecido transportar a Frondizi hasta la frontera con Chile (tres kilómetros), pero el ex presidente se negó. Sin embargo, los propiciadores de la “operación éxodo” habían resuelto que si la situación se agravaba, “dormirían” —en caso indispensable— a Frondizi y lo trasladarían, “quiera o no”, a Chile.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuentes:
- Diario Clarín – El otro 2 de abril: la batalla en el Ejército entre Azules y Colorados. Publicado el 2 de abril del 2003
- Revista Primera Plana del 16 de abril de 1963
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