LA PUERTA DE LA CORONA
Detrás del cerro La Corona (2.901 m.), en una depresión entre los cerros de la Cordillera del Viento, y alimentada por eternos bardones de hielo y nieve, se esconde una hermosa lagunita de origen glacial que da origen al arroyo Huingan-Có. Permanece completamente congelada durante el invierno y al producirse el deshielo, conserva hasta el mes de enero un puente y galería de hielo por donde corre el arroyo cuesta abajo por más de cien metros. Es fácil acceder a ella por diversos senderos de la montaña, a pié o a caballo. Cuenta la leyenda que cuando el Inca Atahualpa fue tomado preso en la ciudadela de Cuzco, los españoles pusieron como condición de su libertad que se llenara de oro hasta el techo, la habitación del prisionero. Pronto corrió por todo el Imperio la orden de traer todo el oro que pudieran para liberar al “Hijo del sol”. Desde la región de “Milla Michi Có” (Oro debajo del agua) estaba dispuesta una gran caravana de llamas cargadas del oro salvador, cuando llegó la noticia de que los españoles habían matado al Inca. La orden entonces fue esconder el oro en lugar seguro. Por un indio de la región, el jefe de la expedición se enteró de la existencia de una lagunita en lo alto del Meulén Mayal (Cordillera del Viento) de la que nacía el arroyo Huingan-Có (alma o espíritu del inca) y que en el fondo de los cerros que la enmarcaban, semi tapada por la nieve, existía una gran cueva. Cuando todo el oro de las cargas fue depositado en la cueva de la lagunita, hizo tapiar la entrada con grandes piedras perfectamente labradas. Antes de que se pusiera la última piedra todos los indios se encerraron vivos en la cueva para convertirse en custodios eternos del tesoro del Inca sagrado. Sólo quedó fuera un indio, encargado de colocar la última piedra y sellar la entrada cubriéndola de nieve. Al fondo los cerros que enmarcan la lagunita del Huingan-Có, luego de inviernos muy poco nevadores y veranos calurosos, al derretirse la nieve se puede observar la misteriosa y perfecta imagen de una puerta entre los cerros. Quienes la han visto y se acercaron a ella, se encontraron con grandes bloques de piedra tan perfectamente tallados, pulidos y encastrados que es imposible hacer penetrar entre las juntas, el filo de un cuchillo. Allí, tras la puerta, está el tesoro de Atahualpa.
EL ESPÍRITU DEL INCA
El huingán es un arbusto nativo de la familia de los Schinus, emparentado con el molle, el árbol sagrado de los Incas, infaltable en todos los “tambos”, las paradas de descanso del famoso camino imperial de los Hijos del Sol. El topónimo “Huingan-Có” se encuentra únicamente en el sur de Mendoza y Norte Neuquino, conociéndose este arbusto en otros lugares como molle. Cuenta la leyenda que uno de los primeros Incas fundadores del Imperio emprendió una gira por el extremo sur de sus dominios, sin encontrar en su recorrido árboles que le brindaran leña y sombra protectora. Luego de disfrutar de las aguas termales del Domuyo, al tratar de cruzar fue arrastrado por el bravo Neuquén, desapareciendo en sus aguas turbulentas. Los indios desolados buscaron a su Rey río abajo, hasta que al llegar a una curva pronunciada del Neuquén hacia el Oeste, se encontraron con un hermoso valle de verdes mallines, pero sobre todo, sombra y leña en unos extraños arbustos verdes que no conocían. Al cortarlos para leña, les llamó la atención su rojo corazón de madera que al aire, se emblanquecía y soltaba una savia blanca lechosa. Mezclada ésta con sus frutitos negros, prepararon una chicha picante y rejuvenecedora, a la vez que la masticación de sus hojas relajaba sus cuerpos cansados. Comprendieron que esa planta rara era un regalo de su Inca que vivía en ella y había querido quedarse con su pueblo transformado en planta. Por eso la llamaron: Inca am que significa: Espíritu o alma del Inca. Por ello, Huingan-Có quiere decir: Arroyo donde hay huingán o mejor: arroyo donde está el alma o espíritu del Inca.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído del libro Malal Meulen – La querencia del Viento – de Isidro Belver
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