Aun cuando la Argentina no fue nunca un país de tradición minera, desde fines de los años treinta y hasta mediados de los cincuenta la minería tuvo su momento de mayor expansión. Varios yacimientos conocidos – algunos desde fines del siglo pasado – y otros recién descubiertos entraron en producción para esos años.
El impacto de la crisis económica mundial del treinta y especialmente la alteración del comercio mundial por efecto de la Segunda Guerra al impedir la tradicional importación de minerales con el propósito de satisfacer las variadas necesidades de una industria nacional en expansión fue uno de los factores fundamentales en la promoción la actividad extractiva en varias provincias y territorios nacionales.
Otro de los factores que dieron impulso a la minería fue la crisis en la provisión de combustibles que vivió el país durante los años de la guerra mundial. El consumo de carbón y petróleo era esencial para actividades como el transporte, la generación de energía eléctrica y la industria. La obtención del carbón, importado mayormente, fue el que más se resintió por la alteración del comercio marítimo durante la guerra. La alternativa de aumentar la producción de petróleo para suplir la carencia de carbón, se vio imposibilitada también debido a los límites tecnológicos, especialmente en la obtención de equipo de explotación y la reposición de las partes inutilizadas. El recurso de la quema de cosechas de cereales y oleaginosas como fuente para la generación de energía resultó ser demasiado caro y por demás pasajero. En esa época, el combustible líquido (fuel oil, petróleo crudo, etc.) cubría menos de la mitad total de calorías consumidas por el país (cerca de un 40 % era importado), y el resto era suplido por el carbón de piedra, la leña, el carbón de leña y los residuos agrícolas.
Frente a este crítico panorama el Estado Nacional y empresarios privados decidieron impulsar la extracción de carbón y otros minerales similares para la generación de combustibles. Muchos yacimientos estaban en explotación y otros eran conocidos por su potencialidad, tal era el caso de los depósitos de asfaltitas y rafaelitas ubicados al norte de Neuquén y sur de Mendoza. De allí que a partir del año 1939 y por más de una década la extracción de combustibles sólidos en el territorio de Neuquén fue de significativa importancia. También para esta época, se iniciaron los trabajos de exploración de la cuenca carbonífera de Río Turbio.
Los principales productores de estos minerales fueron empresas de capital nacional y extranjero (algunas de ellas propiedad de alemanes residentes en el país, como la Tungar) que explotaron las minas de Santa Marta, San Eduardo, La Riqueza, Fortuna 4, La Esperanza, Curaco, Auca Mahuida y La Escondida, entre otras. Su producción era comercializada mayormente como combustible para la Usina de la CADE (controlaba parte del suministro eléctrico de Buenos Aires), fábricas de briquetas y cemento, industrias varias y para el ferrocarril. Muchas de estas empresas tenían intereses directos en la explotación, práctica común entre los empresarios de origen alemán. Otro comprador importante fue Fabricaciones Militares. Así como también luego de finalizada la Segunda Guerra una parte no desdeñable era exportada a Inglaterra y en menores cantidades a países corno Francia, EE.UU., Suecia. etc. La extracción de estos minerales, mayormente para la producción de energía entró en una rápida agonía hacia principios de los cincuenta. Durante esa década la mayor parte de estas minas fueron cerradas.
En cambio otros minerales fueron extraídos de manera casi ininterrumpida desde fines de los años treinta hasta los setenta. Efectivamente esto sucedió con la extracción de bentonitas y baritina en el Departamento de Zápala. La baritina es un mineral de uso muy variado, para la manufactura de pinturas, artículos de goma, en la industria del papel, textil y vidrios. Pero una parte muy significativa está destinada a la explotación petrolera en la inyección en pozos. Las minas Río Agrio, Achalay, San José, Lusitana, La Santa Bárbara son las más importantes.
Merecen citarse también la explotación de yacimientos de plomo en el Departamento Picunches y de cobre en Zápala, además de la extracción de sal de roca, arcilla, granito, arena y piedra.
En este listado de explotaciones se debe destacar la minería del oro que venía desarrollándose desde fines del siglo anterior. Los yacimientos están ubicados en la zona norte de la Provincia, en los departamentos de Chos Malal y Minas. Sin embargo y a pesar del impulso de la actividad en la década del treinta la misma no logró alcanzar el volumen obtenido y la relevancia de la última década del siglo XIX y la primera del siglo XX. Las minas en explotación fueron entre otras Erika, Aurora, Yegui, Antonia, Asunción, Helena. Reina Hortensia, entre las más importantes.
Este auge de la minería no petrolífera tuvo como contracara la crítica situación de los trabajadores especialmente en lo que fueron sus condiciones de trabajo y las dramáticas consecuencias de los recurrentes siniestros en las minas. Estas condiciones fueron agravadas por la ausencia de una infraestructura sanitaria acorde a los riesgos de la actividad así como por las pésimas comunicaciones en la región. Para dar una idea del problema de la distancia entre los yacimientos y puntos de embarque: La Santa Marta, propiedad de la CIMITA estaba a 190 km de la estación de ferrocarril más próxima Zapala. Auca Mauida y La Escondida tenían en Contralmirante Cordero a 117 km el punto más cercano.
Las marcadas deficiencias vividas por estos trabajadores estaban marcadas además por un tipo de relación muy distante de lo sucedido en la industria petrolera. Mientras en esta última se fue diseñando un tipo de vínculo obrero-patronal (con algunas diferencias para nada desdeñable entre las petroleras privadas y Yacimientos Petrolíferos Fiscales) donde el bienestar material de los trabajadores operó como moneda de cambio a favor de la eliminación de potenciales conflictos. En cambio estos otros empresarios mineros construyeron un poder casi absoluto sobre sus trabajadores, imponiendo condiciones laborales y de vidas marcadamente inferiores, solo comparables a la situación de los trabajadores rurales, a excepción de la mina San Eduardo en la etapa administrada por el Estado, desde mediados de la década del cuarenta, cuando en Agosto de 1945 el Poder Ejecutivo interviene los yacimientos explotados por capitales alemanes (producto de la tardía declaración de guerra de nuestro país a la Alemania Nazi).
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído de: El mundo del trabajo en Neuquén 1930/1970 – Enrique Hugo Mases – Carlos Gabriel Rafart – Daniel Lvovich – Juan Claudio Quintar – de Editorial Educo
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