Cuando hablamos de petróleo neuquino, no podemos hablar del petróleo extraído solamente en el suelo de la provincia del Neuquén, sino que debemos referirnos al petróleo de la cuenca sedimentaria neuquina, que no reconoce divisiones políticas ya que se formó a lo largo de millones de años, abarcando actualmente cuatro provincias: Sur de Mendoza, Suroeste de La Pampa, Oeste de Río Negro y Neuquén, lugar donde la cuenca abarca su mayor extensión y espesor.
Hay escritos que dan prueba del conocimiento de la existencia y localización de depósitos de hidrocarburos en la cuenca sedimentaria neuquina, como la descripción del cerro Los Buitres (El Sosneado – Sur de Mendoza) que hace en 1797 el General José Francisco Amigorena (Comandante Militar de Mendoza), donde existían afloraciones naturales de petróleo a las que llamó “betunes de brea”. Con la idea de hacer ensayos para el uso de calafateo de barcos, envió muestras al Gobernador de Montevideo, José Bustamante y Guerra, aunque finalmente no fueron objeto de explotación comercial.
Posteriormente, en 1803, José Santiago Cerro y Zamudio en un viaje de ida y vuelta entre Talca y Buenos Aires observó en una localidad de Mendoza al sur del río Diamante (cuenca neuquina) “dos copiosos arroyos de brea que los españoles llevan a vender a Penco (Chile) para brear las tinajas en que guardan el vino”. Aparentemente se trataría de los asfaltales de la conocida Laguna de la Brea del Diamante, ubicados en la senda del paso del Planchón.
Otro viajero explorador, buscador de rutas que acortaran distancia entre Chile y Buenos Aires, fue Luis de la Cruz y Goyeneche, que en abril de 1806 salió de Antuco (Chile), cruzando por el boquete de Antuco (paso Pichachen en Neuquén), registrando en su diario estas palabras: “encontrándose también por partes grandes cantidades de substancias bituminosas”. Las observaciones escritas en su diario, podríamos decir que son las primeras descripciones geológicas y paleontológicas del Neuquén en épocas en que aún no estaban establecidas como ciencias.
En 1827, con mayor precisión académica se puede citar al Doctor John Gillies Frazer (médico, botánico y geólogo residente en Mendoza) que en la nutrida correspondencia que intercambiaba con el Cónsul inglés en Buenos Aires, Woodbine Parish, le relataba un viaje suyo por el valle del río Diamante aguas arriba: “Desde este punto interesante -el volcán Diamante- nos dirigimos hacia las montañas de los Andes y entre las primeras cerrilladas examinamos algunas fuentes o surtidores de petróleo o betún líquido, en cuyas inmediaciones es curioso observar los restos de distintos insectos, pájaros o animales que habiéndose atollado y pegado a él no habían podido desprenderse; y tan tenaz es esta substancia que, según me lo aseguró un testigo presencial, algunos años antes un león se encontró en el mismo caso, siendo inútiles los esfuerzos que hizo para salvar de allí”. Se tratan de los asfaltales del Cerro de la Brea del Diamante, registrados más adelante como minas de brea “San Pedro” y “San Pablo”.
El cónsul Woodbine Parish, publicó en Londres en 1839, un libro denominado Buenos Aires y las Provincias del Río de La Plata. El texto original poseía una importante cantidad de notas aclaratorias (añadidas por el traductor de la obra en 1852, el gibraltareño Justo Maeso), de gran valor informativo y descriptivo, entre ellas, por ejemplo “a pocas leguas al sud del río Diamante se halla el cerro denominado Los Buitres y a media falda de una serranía que lo circunda se encuentran diferentes ojos por donde fluye un líquido espeso y negro que desciende bañando una superficie de 50 varas de ancho y que corre por una llanura de más de 150 varas, formando con la arena del piso una masa compacta muy semejante al asfalto. Este betún -del que hay una muestra en el museo de esta ciudad- puede ser de inmensa utilidad a aquella provincia, tanto para la construcción de los lagares como para los demás destinos que en Europa y América tiene aquella sustancia”.
En 1833, el Coronel Jorge Velazco, de la División Derecha de la campaña de Juan Manuel de Rosas (la primera campaña del desierto) al mando del General José Félix Aldao, en la zona del Arroyo Agua Caliente, entre los ríos Atuel y Diamante, en su diario “Expedición sobre los indígenas del sur”, escribe: “al NE de estos hay dos grandes minas de brea y la mayor y mejor ha corrido desde su boca con los calores como dos cuadras”. Esto correspondería a los asfaltales y corrientes de brea del Cerro Alquitrán ubicados alrededor de 100 kilómetros al sudoeste de la ciudad de San Rafael.
Los manantiales de petróleo de los mencionados cerros de los Buitres y Alquitrán, son conocidos desde antiguo, al igual que los manantiales del valle inferior del río Barrancas (límite entre Neuquén y Mendoza). Estos últimos afloramientos fueron descriptos e informados por primera vez por Manuel José Olascoaga, futuro primer gobernador del Territorio del Neuquén, en sus informes al Ministerio de Guerra en 1882. Olascoaga, efectuó a fines del siglo XIX extensos reconocimientos con miras a trazar una línea ferroviaria que uniera Mendoza con el norte neuquino. Más tarde en su obra titulada Topografía Andina (1892), Olascoaga informa que en el “Río Barrancas fluye una copiosa vertiente de petróleo”. De igual manera en su segunda obra, Aguas Perdidas (1908), donde realiza una detallada y minuciosa descripción de accidentes geográficos y ríos que cruzan el territorio andino, al hablar de las riquezas naturales cordilleranas anota “las abundantes vertientes de petróleo en la costa del Barrancas”.
En la época de Olascoaga pareciera que afloraba un solo manadero de petróleo, que es el que menciona. Muchos años después, en ocasión del gran creciente de los ríos Barrancas y Colorado de 1914 (provocada por la rotura y el violento desagote de la laguna Carri Lauquen), la avalancha de agua arrasó la cubierta de rodados fluviales, dejando los sedimentos fracturados al sol. En ese año varios nuevos afloramientos de petróleo fueron puestos al descubierto, más al norte y aguas arriba de aquel que descubriera Olascoaga. Una de las nuevas vertientes de hidrocarburos se encuentra en el mismo lecho del río observándose surgir todavía grandes borbotones de petróleo que son arrastrados por la corriente y producen grandes manchas oleosas en el agua.
En 1883, el alemán Paul Güssfeldt , geógrafo, geólogo y experimentado alpinista, quien aparte de intentar llegar a la cima del Aconcagua en dos ocasiones, recorrió la alta cordillera chileno – argentina dejando pormenorizado relato de sus observaciones, describe nuevamente los alfaltales del Cerro de la Brea del Diamante. En 1894, el también alemán Rodolfo Hauthal, (geólogo del museo de La Plata) y el noruego Gunnard Anfin Lange (jefe de la Sección topográfica del museo de La Plata), estudiaron las manifestaciones superficiales de los petróleos del Sur de Mendoza, correspondientes a la cuenca sedimentaria neuquina, aunque sus escritos no son muy minuciosos.
En 1887, el polaco Rodolfo Zuber, geólogo de gran trayectoria de la “Compañía Mendocina de Petróleo”, efectuó un estudio científico y utilitario de la zona de Cerro de los Buitres – Cerro Alquitrán, así como el Cerro de la Brea del Diamante. Las conclusiones económicas del estudio fueron totalmente negativas, manifestando que el petróleo no era explotable comercialmente. La “Compañía Mendocina” desistió entonces de todo trabajo en la zona Sur de Mendoza. Sin embargo, Zuber publicó sus observaciones en la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba en 1892. Su informe desfavorable influyó sin duda en el interés exploratorio de la región al punto que no se registró estudio o actividad alguna por muchos años. No obstante, en 1889 seis concesiones para explotar petróleo habían sido otorgadas y estaban en proceso de demarcación en el terreno.
En la actual provincia del Neuquén
La existencia de petróleo en la actual provincia del Neuquén (sur de la Cuenca Neuquina) ya se conocía desde fines del Siglo XIX, cuando el Teniente Coronel Antonio A. Romero, que en 1897 formaba parte de la División de los Andes del ejército nacional, hizo un relevamiento del territorio neuquino en relación con el problema limítrofe con Chile.
Observó manifestaciones de petróleo en lutitas bituminosas aflorantes (rocas sedimentarias con abundancia de material orgánico para producir petróleo) en cerro Lotena. En base a esto, hizo una presentación ante la Dirección General de Minas, Geología e Hidrología, a cargo de Henry Davis Hoskold, quien le concedió el derecho de exploración y explotación en 1898.
En dichos afloramientos comenzó la primera producción de petróleo a muy baja escala del Neuquén. El petróleo asfáltico se recogía en una zanja excavada al pie del afloramiento. Los trabajos consisten en un socavón abierto, de manera que se había formado una pequeña laguna de petróleo. Romero lo explotaba y lo vendía.
El 9 de Julio de 1904, en medio del trajín por los preparativos del traslado de la capital neuquina de Chos Malal a la Confluencia, el diario La Nación de Buenos Aires, que publicaba noticias de los territorios enviadas telegráficamente por sus corresponsales, informa una curiosa noticia: “Ha sido avisada la policía de que en las minas de petróleo de Picún Leufú regenteadas por el comandante Antonio Romero, los peones pararon por falta de pago y al compromiso contraído. Al reclamarlo inútilmente, pasaron a vías del hecho, golpeando al comandante”. Se trataría de la primera huelga petrolera del Neuquén.
Romero, desanimado, posteriormente vendió su concesión a una empresa de Londres, “The Neuquen Oil Syndicate”, que venía acumulando concesiones desde 1902 en el distrito de Cerro Lotena (Picún Leufú) llegando a obtener 24 pertenencias mineras y 4 cateos adicionales, perforando cinco pozos entre 1907 y 1910, ninguno que superara los 40 metros. La compañía había construido varios edificios para el personal y contaba con instalaciones en la zona. Pero ante la falta de resultados, esta empresa cesó sus actividades en 1911, luego de haber invertido u$s 150.000 y habiendo agotado su capital.
Las operaciones petroleras en la Cuenca Neuquina no habían pasado de recoger asfalto o petróleo de afloramientos de superficie hasta el año 1904, cuando el Coronel E.T. Lannon, militar norteamericano, se interesó por unos modestos afloramientos de petróleo ubicados en el río Covunco, 8 km al norte de Zapala y unos 190 kilómetros al oeste de Neuquén. En una depresión dominada por el Cerro Negro había impregnaciones de asfalto semisólido que brotaban por fallas de los afloramientos. Hizo sobre el eje del pliegue, un pozo a mano que luego hizo explotar con dinamita, provocando que por las fisuras fluyera “asfalto líquido”. Lannon organizó rápidamente la empresa “Acme Oil Syndicate”, y obtuvo los derechos de 13 pertenencias mineras y dos cateos, que sumaban en total 4440 hectáreas. Ese mismo año, perforó el primer pozo petrolífero de Neuquén. Con la ayuda de un viejo equipo a percusión para pozos de agua, efectuó aquel primer pozo de 4 pulgadas de diámetro y 80 metros de profundidad, del que surgió lentamente petróleo pesado color ámbar, pero de una viscosidad tal que impidió el trabajo del trépano y poder continuar la perforación a más profundidad. Un segundo pozo a 360 metros de profundidad resultó estéril debido a su mala ubicación estructural, no así el tercero (de 275 metros) que también produjo algo de petróleo. Hubo un cuarto pozo (de 80 metros) que arrojó “mucho gas y escaso petróleo”. Anselmo Windhausen, autor del primer libro sobre geología de la República Argentina, menciona tener conocimiento de un quinto pozo, del cual no tiene datos.
Según los informes de época, hubiera sido necesario alcanzar por lo menos los 600 metros de profundidad para encontrar el reservorio primario, buscado en el Bajo de Covunco. Las operaciones de la “Acme Oil Syndicate” fueron abandonadas en 1910 debido a la muerte del Coronel Lannon, aunque su viuda continuó sus esfuerzos por algún tiempo.
En el sur de Mendoza, dentro de la cuenca sedimentaria neuquina, la “Sociedad Explotadora de Petróleo” transportó en 1907 una máquina perforadora canadiense (con 1500 metros de capacidad y hasta 12”de diámetro) a Mina La Paloma. Al parecer las tareas iniciales de perforación recién comenzaron en 1908 a través de la compañía “El Petróleo Argentino”. Esta empresa perforó un primer pozo estéril de 700 metros de profundidad con algo de gas pero su segundo pozo descubrió petróleo surgente (2 m3/d) al pie norte del Cerro Alquitrán, iniciándose entonces la producción de este pequeño yacimiento por poco tiempo.
Como resultado del descubrimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia se reactivaron rápidamente otros trabajos exploratorios en la cuenca neuquina después de 1907, registrándose en ese mismo año varias compañías tales como la “Minera Argentina – Uruguaya” y la “Argentina Oil Fields Syndicate”. “The Neuquén Oil Syndicate” comenzó las primeras perforaciones en Cerro Lotena, que como se mencionó resultaron infructuosas.
Poco tiempo después, la División de Minas, Geología e Hidrología de la Nación envía al Dr. Anselmo Windhausen a investigar científicamente la región petrolífera y finalmente en 1913 al geólogo Dr. Juan Keidel, quien, luego de minuciosos estudios, ubica una perforación exploratoria a 1000 metros al norte del “Km 1297” del ferrocarril entre Neuquén y Zapala, “en el alto de un morro, al lado de una mata verde” como dicen los documentos de la época. Esta perforación iniciada el 17 de febrero de 1916 con el equipo perforador “Patria” alcanzó el 29 de octubre de 1918 el objetivo de llegar al petróleo, sosteniendo luego la producción, y forjando los cimientos de la industria petrolera neuquina.
Rodrigo Tarruella
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuentes consultadas:
- El desarrollo histórico de las exploraciones petroleras en la Argentina, por el Dr. Alberto C. Riccardi.
- Reseña sobre los conocimientos y la explotación de los hidrocarburos en Argentina antes de 1907 – Por Marcelo R. Yrigoyen – Revista Petrotecnia de marzo y abril de 1983.
- Padrón Minero de los territorios Nacionales 1890 – 1905, División de Minas, Geología e Hidrología del Ministerio de Agricultura de la República Argentina.
- Contribución al conocimiento geológico de los territorios del Río Negro y Neuquén, por el Dr. Anselmo Windhausen.
- El Petróleo en Neuquén – 100 años de historia (1918-2018) – CEHIR (Centro de Estudios de Historia Regional) – Universidad del Comahue.
- Petróleo y Colonización, de editorial Dunken.
- Alboroto fundador y despedida de soltero, artículo publicado en el diario Río Negro de 23 de Mayo del 2004, escrito por Francisco Juárez.
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