Es en abril de 1925 cuando Juan Benigar decide cambiar de lugar, aunque no de destino. Por invitación del escritor Félix San Martín, va a dar a un puesto cercano a Aluminé, denominado Quila Chanquil. La relación de Benigar con San Martín dura varios años, aunque el enfoque sobre el indio crea diferencias -no siempre expresadas- entre ambos, ya que responden a distintas maneras de vivir y de actuar con respecto a este tema.
En Quila Chanquil crea Benigar la industria textil casera “SHEYPUQUIÑ”, en la cual aplicaría el uso de la energía hidráulica. Su sueño -no concretado, ya que el gobierno nacional nunca le entregó las turbinas prometidas- fue formar una cooperativa familiar para dar ocupación a cien familias indígenas.
1932, el año fatal. Así lo denominaba Benigar por ser el año en que muere “Sheypuquiñ”, su amada esposa. Fue tal su cariño hacia ella, que bastan para corroborarlo estas palabras, escritas por él mismo en una humilde libreta en la que volcó sus más íntimos pensamientos.
“… no importa Sheypuquiñ. Ya pasará también este sufrimiento, como todo pasa. Volveremos a juntarnos, a unirnos en un abrazo interminable. Por eso en pago a nuestros sufrimientos volveremos a nacer aquí. Y yo te enamoraré de nuevo, y seremos felices. Tú volverás a tender los pellejos ovejunos sobre el seno benigno de nuestra madre tierra. Ahí dormiremos otra vez juntos, abrazaditos en un amor sin fin. Al apuntar el día y a cualquier hora, volverás tú a cantar tayil tras tayil, y yo te escucharé con pía devoción, porque habré comprendido mejor la lengua de nuestros dioses: los dioses indios”.
Tras la muerte de su esposa, otra vez el éxodo. Debe abandonar el puesto de Quila Chanquil y se radicará en Pulmarí. Poco después vuelve a arrastrar a sus hijos hacia otro destino. Esta vez será definitivo . El paraje se denomina Poi Pucón. Es un verde vallecito próximo al pueblo de Aluminé. En 1938 vuelve a ligar su vida con la de una indígena. Esta vez será ROSARIO PEÑA de Ruca Choroy; los hijos nacidos de esa unión son Pitágoras Huenullanca, Sócrates Quintullanca, Magdalena Averayén y Leocadia Millarayen. En Aluminé realiza Benigar la lucha más dura en defensa de los indígenas. Eran frecuentes por entonces los despojos de las tierras; y quién sino el sabio indígena-europeo, podía defender a los desposeídos. Escribe artículos en los diarios, denuncia, pelea, reclama por los derechos de sus hermanos, prepara a la vez sus obras, en algunas de las cuales continúa esta prédica.
Sus escritos fueron increíblemente numerosos, e igualmente profusa en contenido de revistas, libros y publicaciones varias, era su biblioteca. Lamentablemente parte de su obra literaria se ha perdido.
Pero bien vale recordar los títulos de diversos trabajos debidos a la agudeza de este hombre singular, a su dedicación permanente al estudio, a su inacabable sed de conocimientos y a la profundidad de su pensamiento, que llega hasta nuestros días con toda la potencia de su luz para iluminamos y guiarnos .
Citamos entre sus obras:
- Gramática araucana
- Vocabulario Histórico Araucano – Español
- El Indio Araucano
- La Patagonia piensa
- El problema del indio y la Tierra Fiscal
- Los Intrusos – Antecedentes del Derecho a la Propiedad Indígena en el Territorio del Neuquén
- El Concepto del Tiempo
- El Concepto del Espacio y Causalidad entre los Araucanos
- El Calvario de una Raza
- El problema del Hombre Americano
- Los Chinos y los Japoneses en América
- Examen del Concepto de Identidad del Libro de la Verdad
- Análisis y Críticas de Doctrinas Filosóficas
Benigar se apoyó mucho en su familia para poder soportar la pesada carga de la subsistencia. Todos trabajaban y cada uno cumplía su rol y afrontaba sus responsabilidades. Las enfermedades sufridas por el sabio, fueron debilitando su salud. No obstante, entre el telar y el escribir pasaba el día y muchas horas de la noche. De su pluma brotaban continuamente notas sobre religión, filosofía, moral, cabalística, esoterismo, teosofía, mística, y también apuntes sobre cosmología, astrología, etnología, toponimia, etc. En sus libretas quedaron registrados materiales sobre etimología, onomástica y toponimia regionales, lenguas quechua y aymará, transcripciones sobre gramática en sánscrito, vasco, hebreo, chino, húngaro y otros idiomas. Cuando don Juan bajaba al pueblo de Aluminé, siempre había un grupo de vecinos rodeando la mesa donde él se sentaba. Su palabra era escuchada con respeto. Todos reconocían en él a un maestro, porque además de poseer conocimientos inusuales para aquella comunidad, sus palabras no se contradecían con sus actos. Era formal, serio y afable y conoció la amistad de gente ilustre y ciudadanos notables; pero fue entre los indígenas, donde su corazón se brindó en la plenitud de sus afectos. También tenía enemigos. Fueran aquellos que se sintieron heridos cuando les lanzaba sus dardos cargados de verdades. Algunas instituciones tradicionales de los territorios patagónicos, y aún los gobernadores, recibieron la dura crítica con que Benigar denunciaba de aquellos sus actos erróneos.
Fue además un visionario, ya que muchas de sus sugerencias y estudios encuentran plena vigencia en nuestros días.
En uno de sus estudios sobre la Patagonia, Benigar expresa:
“Desde que empecé a darme cuenta de la composición racial de la población argentina, llamó mi atención un hecho sumamente curioso: es la tendencia a tapujar la supervivencia de las razas aborígenes y su prolongación en los individuos de sangre mezclada. Por lo tanto, aunque mi amigo Félix San Martin pretenda la inferioridad social del indio, demuestra con ello -como todos los que lo afirman- solamente la inferioridad de sus conocimientos en el asunto, porque aún no he encontrado indicio inconmovible que permita elevar a una raza sobre otras”
En 1938 reflexiona en una carta dirigida al Gobernador Pilotto:
“…Por cierto, a causa de la enorme deuda pública y del capital extranjero invertido en el país, somos de hecho una simple factoría del extranjero. Para éste trabajamos como siervos, sin que nuestro trabajo nos luzca. Para consolarnos poseemos una ficción de independencia política, porque ésta aún no estorba a quienes explotan el sudor nuestro, ya que su dinero les proporciona fuertes hilitos invisibles con los cuales nos gobiernan a su antojo…”
En 1949, Rosario Peña, la segunda compañera de Benigar, muere a las dos semanas de haber dado a luz una niña. Una tristeza profunda comienza a quebrar el espíritu indomable del sabio. En el patio de la casa que viste un manzano silvestre,
Benigar estrecha por última vez la mano de su amigo Carlos Villarino. Lo ve partir por la senda que lo lleva al pueblo, sabiendo que ya nunca más se volverían a ver. Pocas horas después de la despedida, se apagaba para siempre la vida de Juan Benigar, en el umbrío manzanar de Poi Pucón. Era el 14 de enero de 1950.
En el cementerio de Aluminé hay tres tumbas Juntas. En la del medio, un símbolo teosófico indica el lugar que guarda los restos de Juan Benigar. Sheypuquiñ y Rosario descansan una a cada lado del sabio. Ya no hay sufrimiento para ellos, porque juntos encontraron el mismo nirvana.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Fuente: Revista por siempre Neuquén, Año 3, n° 7, Julio del 2000
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