Le prohibieron la manzana,
sólo entonces la probó;
la manzana no importaba,
nada más la prohibición.
“Onofre López, argentino, de 64 años, casado, alfabeto, jornalero domiciliado en el Campamento El Sol Plaza Huincul, en la mañana de hoy -11 de febrero de 1950- al levantarse advirtió que su hija Anita de quince años no se encontraba en su habitación en la cual se había acostado anoche. Que haciendo averiguaciones supo que en el tren de esta madrugada esperaban en la estación Miguel Quintana y su amigo Gilberto Contreras, presumiendo el dicente que los nombrados se han raptado a su hija.»
“Miguel Quintana es un argentino de 28 años, casado y de profesión electricista. Hace unos tres meses su esposa fue nuevamente internada en el hospital por «deficiencia de la matriz, de lo cual sufre hace mucho tiempo impidiendo al dicente (Miguel Quintana) tener continuo contacto carnal con la misma.”
Mientras su mujer intentaba recuperarse en el hospital, Ana López comenzó a ir a su domicilio para realizar tareas domésticas y ayudarle a cuidar de sus hijitos. Ana tiene 15 años y ha tenido su primer hijo a los 13 sin saber quién es el padre. Por orden materna comenzó a trabajar en lo de Quintana. Al principio iba sólo a darle una mano ya que su esposa estaba internada y un hombre solo no puede hacerse cargo de la casa y de los niños. Pero a medida que pasaron los días, Quintana y ella comenzaron a simpatizar y un día estando solos éste le pidió relaciones amorosas «a lo que accedió voluntariamente sin que Quintana ejerciera ninguna presión sobre su persona.” ¿Por qué resistirse? Quintana le agrada, es joven, simpático, toca la guitarra y canta muy bien. Además es instruido, él le ha enseñado lo que es un preservativo y que lo usa para no dañarla -según dice- y para que ella no lo contagie. Aunque esto último Ana no lo entiende demasiado.
Los vecinos han estado hablando, pero eso la tiene sin cuidado. Lo vienen haciendo desde que tuvo a su hijo: los de la cuadra y sus propios hermanos le han retirado la palabra. La familia no le pone buena cara y Ana no los entiende ya que desde pequeña la han enviado como a sus otras hermanas a bailar en las fiestas que su padre y su tío organizaban. Y a veces hasta ha tenido que soportar la borrachera de algún pariente o conocido encima de ella. ¿Por qué extrañarse tanto de que venga un niño? Ana, o Anita como la llama su padre cuando anda cariñoso, aprendió a manejar la indiferencia, pero no la hipocresía.
Con el tiempo Quintana y ella han seguido manteniendo relaciones hasta que su esposa fue dada de alta. En el fondo no le gusta demasiado la idea de retirarse de esa casa. Ya había empezado a tomarle cariño a Miguel, quien además no se cansa de manifestarle lo infeliz que es con su mujer a la que nunca puede siquiera tocar porque siempre está enferma. Se ha enterado que dentro de poco Miguel se irá a Buenos Aires o a Mendoza. Ana no puede dejar de fantasear con la idea de conocer alguna de esas ciudades ¿Y si se va con él? De igual manera, aquí no tiene demasiadas cosas para conservar. Ella ha escuchado que muchos amantes se escapan en el tren y que es muy difícil que los encuentren. Hace poco, una conocida se había escapado y hasta hoy no la han encontrado. Dicen que hasta Choele Choel la policía la persiguió, pero hace más de tres meses de esto y aún no la han encontrado. La oferta es tentadora.
Efectuadas inmediatamente las averiguaciones del caso, se estableció que esa madrugada del 11 de febrero de 1950, el prenombrado Quintana y la referida menor habían sido llevados en el automóvil de alquiler de Paulo Bodnar hasta la estación de Plaza Huincul para tomar el tren que a las 5.30 horas pasa por esa estación, acompañándolos Alberto Contreras. Como el tren venía con demora de una hora y para no ser vistos en esta estación donde son conocidos, Quintana resolvió alquilar automóvil a Enrique Ferrescioni y con la menor Ana Rosa se hizo trasladar a la estación Challacó, distante 25 km de Plaza Huincul donde recién tomó el tren aludido, por lo que se requirió la captura de ambos a la seccional primera de Neuquén, siendo detenida la menor en Villa Regina y Quintana en Río Colorado.
Quintana no tiene demasiados reparos. Para él no hay falta alguna y menos rapto como pretenden achacarle. Después de todo, es bien sabido que los propios padres le tiraron la menor en su casa. Y no es la primera vez que lo han hecho, por algo ya tiene un crío. Cree estar justificado: si su mujer no puede cumplir con sus deberes maritales la justicia no puede condenarlo por buscar un reemplazo. Pensaba buscar trabajo en Mendoza y llevarse, además de a Anita, a su familia ¿Por qué no? Anita conoce bien a los chicos y su esposa seguramente se enfermará.
Para la Justicia las razones de Quintana no son tan desacertadas. Además, la menor ya tenía un hijo y según averiguaciones extraoficiales no gozaba de una buena reputación en el vecindario. Tanto que cuando fue a parir a su hijo la familia no hizo denuncia de ningún tipo. Para la justicia no hubo delito: aun cuando Ana fuera menor, aun cuando Quintana cometiera adulterio, aun cuando confesara haber tenido sexo con ella y aun cuando asegurara que no tendría problemas en ser bígamo. La justicia contempló que estas faltas a la “moral” quedaban sin efecto frente al hecho irrefutable de que la menor ya había sido desvirgada, cuya prueba empírica era un hijo de un año y nueve meses. No hubo delito. Quintana quedó libre de cargo y culpa y la menor en custodia de su padre.
El destino de Ana no le importó a la justicia, tampoco a la familia y menos a los vecinos. No era la primera ni la última menor que jugará a ser la concubina de una relación ya consolidada. Muchas han sido concubinas de sus propios padres con el consentimiento de sus progenitoras. La Justicia parece tolerarlo y la sociedad digerirlo sin demasiado problema.
En este caso la damita no tuvo la suerte de la princesa del cuento, el sapito fue rescatado de su soledad carnal y se convirtió en príncipe. Pero una vez logrado el milagro se marchó para siempre y nunca más se volvió a saber de él. El tren se fue con Quintana y su familia, pero Ana se quedó. Esa damita dejará de serlo rápidamente, con un hijo a cuestas que crece como su mala reputación. No podrá encontrar redención en estos pagos donde la moral de los hombres va de la mano de su hipocresía.
María Beatriz Gentile
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído de: Historias de sangre, locura y amor: Neuquén (1900-1950), de María Beatriz Gentile, Gabriel Rafart, Ernesto Lázaro Bohoslavsky (compiladores) .
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