“El Comisario Belmonte, hizo cumplir las leyes como pudo. No era un militar”
Tal vez convenga leer antes la primera parte. Click aquí.
En una nota dirigida a la Comandancia General por parte del Jefe de la 4ta División, Cnl. Napoleón Uriburu, fechada en Mendoza el 16 de Octubre de 1879, se lee:
“…En la noche del 2 al 3 del corriente cuarenta indios atacaron la guardia de la caballada del destacamento de “Malbarco” para arrebatar los animales que cuidaban, y a los primeros tiros huyeron. En el acto de tener aviso de lo ocurrido, el Comandante militar del punto, Capitán D. Miguel N. García, mandó en busca de ellos con unos pocos soldados, dejando encargado del puesto al señor Belmonte, Comisario de la Colonia, a quien recomendó proceder según las circunstancias. El señor Belmonte, teniendo nuevos avisos, se puso en marcha hora y media después con siete guardias nacionales del lugar, alcanzado a los indios del malón en la orilla del Neuquén en donde quedaron muertos cinco de ellos, abandonando, al echarse al agua, la mayor parte de los caballos de arreo, catorce ensillados y todas sus lanzas. Los indios antes de ser cargados habían ya conseguido cruzar la banda Sud del río 25 animales, pero Belmonte, arrojándose a nado los rescató con pérdida de un Guardia nacional que se ahogó al vadearlo. El capitán García recomienza la conducta del Alférez Lamas a la G.N. de “Malbarco”. Saludo a V.S…” (AHP)
En una nota similar, pero esta vez despachada desde Mendoza el 17 de Octubre de 1879 a Francisco Uriburu, el Cnl. Napoleón Uriburu relatada lo siguiente:
“…Los indios del Sud de Neuquén andan hechos el diablo, arremetiendo donde puedan tomarnos débiles, sabiendo que no tenemos caballos para perseguirlos, pero reciben buenas lecciones. Las últimas han sido el 3 a la madrugada. Atropellaron al Capitán Miguel García, que comanda el destacamento que vigila los intereses de los vecinos del alto Neuquén. Con parte de las fuerzas batió a los indios y los obligó a repasar el río con muchas pérdidas. (Los indios antes de ser cargados, ya habían conseguido que cruzaran hacia la banda sur del río 25 animales, pero Belmonte, arrojándose a nado, los rescató aunque lamentablemente costó la vida de un guardia nacional que se ahogó) El día 4 cuarenta indios hicieron una intentona en “Malbarco” y el Comisario de esta Colonia y Departamento, Benjamín Belmonte, con ocho vecinos corrió a los salvajes matándoles varios, tomándose sus caballos ensillados y ahogándose muchos indios al tirarse a nado en el correntoso Neuquén. La guerra de pequeña partida, después de su alevoso ataque al Fuerte de la 4ta División, no les da resultados satisfactorios, pero perseveran como vizcaínos, y ojalá vengan siguiera cerca de las fuerzas para escarmentarlos de una vez por todas. Yo sigo mejor de dolencias. Saludos a los amigos…” (AHP)
Siguiendo con la correspondencia librada por el Coronel Uriburu, Jefe de la 4ta División con asiento en Chos Malal, en la que hace alusión al desenvolvimiento del Comisario Benjamín Belmonte y a la insuficiencia de medios como para emprender una más efectiva acción contra los indígenas rebeldes que asolaban esa región, se observa una carta dirigida nuevamente a Francisco Uriburu desde el mismo Fuerte 4ta División el día 28 de Octubre de 1879. En la misma decía:
“…Estoy a la expectativa de una anunciada invasión de indios del Sud. Todos los indicios son que se realizará, pues han tomado a los “bomberos” (denominación dada al soldado espía explorador, los aborígenes también tenían indios bomberos) que mandé para que trajeran noticias. Si tuviera caballos les evitaría el trabajo de venir, pero a pie no dejaré se me acerquen mucho. Ya la influencia de emigrados de Chile se siente. Suben a más de novecientas personas que se encuentran en la jurisdicción de Barrancas, y el Comisario de allí, Benjamín Belmonte, asegura que por la correspondencia que recibe de Chile, subirán a más de cuatro mil hasta diciembre. Al Comisario Belmonte le han presentado varias solicitudes pidiendo minas de plata, cobre y oro. Ya las elevaré a la superioridad para que resuelva. Dicen que son buenos, al menos los interesados se afanan muchos. En la semana venidera, menguante de luna, ya no habrá peligro inmediato de indios y cumpliré la promesa de ir a Buenos Aires. Tanto por mi salud que no se restablece en más de un mes que estoy enfermo, como por mis asuntos particulares. Saluda a mis amigos…” (AHP)
Gregorio Álvarez rescata del olvido en su obra “Neuquén Historia, Geografía y Toponimia” el relato de Dn. Anselmo Segundo Oses, con el título “Llegada de las Fuerzas al Neuquén al Mando del Sr. Cnel Uriburu”, y nos cuenta:
“…(..) Que era administrador un señor Pedro Herrera del hacendado chileno Méndez Urrejola, que este recibió órdenes de Urrejola de ponerse a disposición del señor Jefe de la Frontera a su ingreso al territorio con la 4ta División, así lo hizo el administrador y en la segunda oportunidad se presentó nuevamente con toda su gente, como se le había ordenado. Hizo quedar 20 hombres para el resguardo, de los que eran baqueanos. Entre ellos eligieron al señor Oses, autor del relato. Se le dio nombramiento de Teniente de Guardias Nacionales y estuvo de servicio durante un mes. (..) El Cnel Uriburu reemplazó al comandante Recabarren por el capitán García en el campamento de Huinganco, y nombró a Don Benjamín Belmonte como comisario. Fue el primero. Este recibió todas las haciendas que habían dejado los indios en poder de los pobladores, lo que sufrieron prisión por no haberlas denunciado al comandante Recabarren en su oportunidad. Aclaradas las causas y admitidas las excusas, el capitán García y el comisario Belmonte hicieron un censo de pobladores con sus respectivas familias y haciendas, con el objeto de remontar caballada para el ejército. Oses estuvo un mes de servicio acompañando al capitán García (..) En ese lapso entraron los indios al fortín 4ta división y atacaron a una comisión. En su retirada asaltaron a unos puesteros en Chacay Melehue a los que maniataron para matarlos (..) A los pocos días de esta invasión, dice Oses, el capitán me dio permiso para que fuera a Varvarco y en esos días, los indios hicieron otra entrada arrebatando una punta de caballada. Los alcanzó el comisario Belmonte acompañado de seis paisanos y botándose al Neuquén los peleó y alcanzó a quitarles algunos caballos. Se mataron tres indios y se ahogaron algunos en momentos en que la comisión los atropellaba, pero quedaron más de 80 caballos, de los que a Oses le tocaron dos. Cinco meses acompañó Oses al comisario Belmonte. En una oportunidad fue destinado a llevar la hacienda a cargo de la comisaría a Cochico. Allí estaban los mejores campos. Un mes después fue enviado por el mismo comisario con otra comisión al Payen, durante su ausencia, entraron los indios que habían sido los dueños de esta hacienda y se llevaron los yeguarizos y algunas vacas, los peones encargados de su cuidado los siguieron hasta Chile no logrando darles alcance (..) Fue destinado a tratar de mediar en ese país para recuperar la mencionada caballada, con resultados infructuosos (..) Por andar en estos servicios, cuando volví a Cochico, me tomaron los indios junto con un compañero y nos tuvieron atados para asesinarnos. Milagrosamente nos escapamos en la noche y tuvimos que andar dos días y dos noches a pie, descalzos y desnudos sic. (..) El comisario Belmonte fue destinado a las lagunas de Epulauquen, lugar donde hizo arrear la hacienda y después pasó a Chile. A su vuelta mató de un balazo a un capataz y en represalia le dieron muerte a él (..) Yo estaba en Cochico cuando supe lo del asesinato. Como a los dos meses de la muerte del comisario Belmonte el comandante Ortega del Fuerte 4ta División me mandó títulos de comisario interino, el que desempeñé por cuatro meses (..) Viendo que los pobladores de Dahueve corrían muchos riesgos debido a posibles invasiones de los indios, pedí al comandante me proveyera de armas y me dio 10 carabinas, las que pasé a aquellos para su resguardo. Fue a tiempo, porque no pasaron muchos días cuándo se presentó una invasión de indios y se arrearon toda la yeguada, salvándose los puesteros gracias a aquellas armas (..)”
El varias veces Juez de Paz y reconocido vecino de Loncopué, Don Pedro Nazarre Piñero, en el año 1946, hizo una síntesis escrita en la que sucintamente realza una semblanza de Belmonte y su desaparición. La tituló “La muerte del primero Comisario de Policía del Neuquén” y comenzaba su breve narración de la siguiente manera:
“…En los primeros días de Agosto de 1879, don Benjamín Belmonte se presentó al comandante Tte Cnel don Rufino Ortega, que estaba en el campamento de Chos Malal, para ponerse a sus órdenes, con motivo de haber sido nombrado Comisario de Policía de la Colonia Malbarco. Era Belmonte un hombre de acción, acción que unida a su valor y cierta intuición en el conocimiento del ambiente cordillerano, pues había convivido con tribus indias que poblaron la región Norte y Oeste del Neuquén, hicieron que el Tte Cnel Ortega lo aceptase en sus filas y recomendara su designación como “Comisario de Campaña” en la región de Cayanta, Guañacos y Balbarco (sic), es decir le dio amplias atribuciones. En esa zona estuvo administrando justicia criolla, hasta que un día, Carlos Fuentes, capataz del hacendado chileno Enrique Price, intentó pasar una majada de ovejas por un paso no permitido y al verse amenazado, en decisivo desacato por éste, el Comisario Belmonte le disparó un certero tiro de revolver que concluyó con él. Eran vecinos del muerto todos los pobladores chilenos del lugar, a quien la muerte del connacional, les afectó profundamente y esperaron la oportunidad para vengarla. Días después, ella se presentó en momento que el Comisario Belmonte se dirigía a sus ocupaciones habituales y al llegar a determinada casa, donde se apeó se encontró con Juan Bautista Sayes, quién atisbó los pasos que Belmonte efectuada en el patio de la casa y en el momento que daba la espalda, armado de una barreta le descargó recio golpe en la cabeza, que si bien no derribó al Comisario y tuvo aún fuerzas para desenfundar su revólver, un barretazo en la misma parte concluyó con el primero Comisario que tuvo Neuquén…”
Vemos en la bibliografía existente otra semblanza de nuestro protagonista, en este caso vertido por el entonces Coronel Manuel José Olascoaga (quién fuera el primer Gobernador de este territorio), el cuál decía al publicar un estudio sobre la región:
“Solo un signo lúgubre de odiosa recordación local se levanta en la alta falda de la colina izquierda, una gran cruz que marca el sitio donde fue traidoramente asesinado por gentes de Chile, en 1883, el capitán Belmonte, dejado allí como comisario por el general Uriburu en la campaña de los Andes. El rico valle estaba lleno de puesteros pastores de aquel país, y entre ellos el establecimiento de un acaudalado vecino de Chillán, con amplios edificios, potreros cercados de madera labrada y puertas que cerraban y abrían los caminos. Están todavía visibles los restos de todo, como también se ven las enseñas características del bárbaro absolutismo feudal, transportado a la tierra de los libres: varios instrumentos de tortura, cepos, argollas y postes de castigar. El establecimiento fue desalojado cuándo entró la 4ta División de nuestro ejército en las cordilleras, y su dueño don Enrique Price, volvió a Inglaterra con su familia a disfrutar de la fortuna que amasaron muchas lágrimas y desolaciones en nuestros pueblos fronterizos de La Pampa. Los dignos satélites del amo, que en el campo argentino administraba justicia chilena y se enriquecía con los malones, estos satélites, digo, que allí quedaron, y que la división debió barrer como a los indios, por más que descargasen su responsabilidad en sus patrones, invitaron una noche al capitán Belmonte, con la zalamería ingénita que a muchos engaña, a una inocente reunión de cumpleaños o cosa parecida, y estando en ella mientras unos le saludaban por el frente con extremo cariño, otros de atrás, le deshacían el cráneo de un barretazo cebándose todos enseguida con el cadáver como jauría de lobos hambrientos” (sic)
Luego del asesinato del Comisario Belmonte, sus restos fueron sepultados en “Malbarco”, luego exhumados y llevados a Mendoza, a pedido de su madre, con el propósito de trasladarlos a Entre Ríos, situación que no sucedió y fue sepultado definitivamente en el cementerio de Mendoza en el año 1895. Años después en 1978 a instancias de gestiones de la Policía del Neuquén se procuró la ubicación de los restos, no siendo posible encontrarlos en el cementerio mencionado.
En 1884 ya acaecida la trágica desaparición del Comisario Benjamín Belmonte, le sucedió el Alcalde Pascual Castillo y, el 4 de Agosto de 1887, con la fundación de Chos Malal como capital del territorio neuquino, el Gobernador del Territorio el Coronel Olascoaga nombró como Alcalde o Inspector de Policía para toda la zona a Anselmo Osés (informe del historiador Isidro Belver).
Años después el destacado artista plástico, estudioso o investigador de las costumbres indigenistas mapuches, don Rafael Cayol, afincado en su estancia “Haychol”, próxima al paso de Pino Hachado, pintó un cuadro al que tituló “El Primer Comisario de Neuquén”. Esta obra, a instancias del Comisario (R) Carlos Contreras, fue donada el 13 de Septiembre de 1949, por el Sr. Pedro Nazarre Piñero (Juez de Paz de El Huecú), al Presidente del “Club Policial Neuquén”, Comisario Inspector Celedino Gayone, para ser exhibida en esa entidad. Se desconoce el destino que tuvo esa obra.
De las transcripciones precedentes, surge incontrastablemente el panorama o ambiente que predominaba en el territorio del Neuquén de aquellos remotos tiempos, como también la valentía que era necesario poner a prueba permanentemente para no fracasar o sucumbir. En el vasto terreno que componía la colonia Malbarco compuesto de un vergel de ríos, arroyos, cordilleras, cajones, mallines, vegas, quebradas y profundos cañadones que hoy conocemos simplemente como “El Norte Neuquino” y que había sido ocupado en ese entonces recientemente por el Ejército Nacional a los indomables pehuenches y picunches, no imperaba otra cosa que la ley chilena o la ley del aborigen nativo, y en esa simbiosis de legislaciones no escritas ajenas al territorio nacional que estaba en expansión, tuvo que imponerse la “ley del estado nacional argentino” designándose con una polifacética función que debía cumplir el “Comisario de Campaña”, abarcando las actuales funciones de policía, gendarmería, juez de paz, juez penal, aduanero y autoridad de migraciones, como para tener una pequeña noción de tamaña responsabilidad en la designación impuesta. En ese contexto se desempeñó Belmonte para ejercer la autoridad, a costa del sacrificio de su propia vida y en un hecho que ha quedado casi en el olvido.
De esta manera se menciona al monolito ubicado en el destacamento policial de la localidad de Varvarco, que recuerda a la “primera autoridad civil” que tuvo esta provincia y que dejó su vida en cumplimiento del deber en las lejanas tierras del Norte Neuquino.
Juan Eduardo Medel – (juaneduardomedel77@gmail.com)
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Escrito por Juan Eduardo Medel para Más Neuquén
Fuentes:
- “Guardianes del Orden – 1era Recopilación de datos y antecedentes históricos de la Policía del Neuquén”, (1879-2000), de Tomas Heger Wagner
- “Fortines del Desierto” (1969) de Juan Mario Raone
- “Historia, Geografía y Toponimia” de Gregorio Álvarez
- “Chos Malal, entre el olvido y la pasión – Historia de la primera capital del Neuquén, desde sus orígenes hasta los años 70″ – de Carlos Aníbal Lator – Cecilia Inés arias – María del Carmen Gorrochategui – Daniel Esteban Manoukian
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