En el día internacional del Controlador de tránsito aéreo decidí homenajear a Isidoro y con él a todos los colegas que han trabajado para conectar nuestra ciudad a lo largo del tiempo.
Un 18 de agosto de 1923, el paraje neuquino Chochoy Mallin, -ubicado a 40 km de Andacollo y a 25 km del paso Pichachen- vio nacer a Don Isidoro Soto. Sus padres y vecinos jamás habrían siquiera imaginado acerca del futuro de este hombre de origen rural y mucho menos su legado. Con poco más de 20 años Isidoro, llegó a la capital del entonces Territorio Nacional buscando oportunidades laborales y fue allí donde encontró su futuro.
En el Aeródromo de la Colonia Valentina –así era el nombre original del aeródromo Neuquén-, la recientemente creada Secretaría de Aeronáutica -instaurada por el Presidente de facto Edelmiro J. Farrel- estaba modificando el aeródromo. El plan era agregar 2 pistas de aterrizaje más, a la única existente emulando el sistema de pistas cruzadas a la usanza de la IIWW y que aún hoy aun lucen aeropuertos como el de Ezeiza. Fue allí, en 1946, cuando Isidoro fue contratado para la construcción de la pista diagonal –paralela a la actual Calle Crouzellies y hoy desaparecida-. Según sus propias palabras: Yo trabaje desmontando con pico y pala el terreno, para hacer la Pista, sin imaginarme que en algún momento llegaría a ser jefe de aeródromo. Isidoro recordó que, después de esas labores el suboficial de la Aeronáutica militar Roque Pérez [1]-que oficiaba de responsable del aeródromo- le ofreció hacer un curso en Bs As para luego trabajar en el aeródromo. Isidoro señalo: “era algo desconocido para mí pero acepte porque no tenía trabajo”. Él fue comisionado a la entonces Escuela Nacional de Aeronáutica -dependiente de la Secretaria- donde obtuvo la aprobación completa del Curso de Personal de Aeropuertos egresando con el título de Despachante de Aviones y Operador de Torre de Control.
Ya en Neuquén, empezó sus labores en la aerostación ubicada a la derecha del Hangar del Aeroclub Neuquén. En realidad, la aeroestacion era una casa prefabricada que la pionera línea aérea LASO (Líneas Aéreas del Sud Oeste -luego LADE-) había colocado en todas sus escalas a modo de sala de espera para los pasajeros y área de descanso para sus tripulaciones. Una de las habitaciones que daba a la pista principal, oficiaba de radioperaciones -Torre de Control-. Isidoro recordó: “Trabajaba de 8 de la mañana a 8 de la noche. Siempre en horas diurnas, porque era el único empleado. Trabajaba con un equipo de comunicación Supermarine”. Isidoro comentó una anécdota de aquellos tiempos, no sin dejar de reirse: LASO tenía los Junkers 152 de 3 motores para 17 pasajeros. Una vez venia un Junker rodando despacito -y recuerdo que teníamos una relación muy familiar entre los tripulantes y el personal de tierra- y veíamos que el comandante venía haciendo señas con las manos –Isidoro gesticulaba con sus manos emulando al comandante- y nosotros lo saludábamos hasta que llegó y chocó contra la sala de espera. El comandante nos hacía señas para que nos fuéramos para que nos abriéramos, porque no tenía frenos. No podía parar el avión. El avión se paró al chocar en la pared, se rompieron las palas y las canaletas de la sala de espera.
Isidoro recordaba que al comienzo su labor era muy compleja, debido a que los aviadores locales hacían años que volaban sin los servicios de tránsito aéreo. Lo hacían sin utilizar equipos de comunicación y sin pedir autorizaciones o informar posiciones. Recordemos que el Convenio de Chicago de donde devienen las normas actuales era muy reciente; se firmó el 7 de Diciembre de 1944- y la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) aún estaba en pañales. Isidoro no podía hacerles entender a los aviadores del aeroclub local e debían solicitar permisos para aterrizar o despegar. Fue el quien debió generar infinidad de reuniones explicando lo que era la reglamentación sin grandes resultados al principio. Él lo recordó así “la gente no sabía –incluso los pilotos del aeroclub- no conocían de los problemas de tránsito aéreo y entonces tuve muchos problemas cuando empecé a aplicar la reglamentación. Me decían que estaba loco. Entonces tuve que ir y todos los miércoles hacia una charla con respecto al tránsito aéreo en el aeroclub para que los pilotos se fueran ambientando. Lidiaba con Rene Riavitz, con Pedro Etchemaite de Cipolletti y su hermano Juancito después con Gonaldi con Liniack que era mecánico del aeroclub” También relató una anécdota sobre esto sin parar de reirse: Un día estaba en la oficina –lugar que oficiaba de torre de control- y escuchaba gritos lejanos. Salgo de la oficina y Gonaldi –instructor del Aeroclub por aquel entonces- desde el avión en vuelo me gritaba “Permiso para Aterrizar”
Años más tarde, Isidoro fue comisionado al CIPECA [2] -hoy CIPE, instituto donde actualmente se forman los controladores aéreos- en el Aeropuerto de Ezeiza, allí se perfeccionó en tránsito aéreo obteniendo su licencia tal como la conocemos actualmente. Según nuestro ilustre homenajeado fue el 2° curso que se dictó en el país. También se perfecciono en Búsqueda y Salvamento de aeronaves.
A fines de los 50´s participó en las discusiones para la realización de lo que hoy conocemos como aeropuerto Internacional de Neuquén y de la construcción de la aerostación y torre de control provisorias (Looping Bar) que se usaron hasta que estuvo terminada la aerostación definitiva. Como Despachante de Aeronaves trabajo en Aerolíneas y Austral con los Back 1-11, los Comets, etc. Fue Jefe de Operaciones, Jefe de Aeródromo y trabajo en Neuquén, Chapelco, General Roca y Rio Gallegos. Se jubiló el 1º de julio de 1987 después de 40 años de trabajo aeronáutico continuo.
En Julio de 2013, 26 años después de su jubilación, Isidoro fue invitado a conocer las instalaciones de la refaccionada Torre de Control Neuquén. Con casi 90 años subió los 5 pisos del Edificio por las escaleras como cualquier Controlador joven. Pudo sentarse en el puesto de control y quedó admirado de cómo habían cambiado las cosas desde su retiro laboral. Especialmente con el poder visualizar las aeronaves en vuelo en la Pantalla de Datos Radar. Cuando vio en el tramo final un Embraer 190 de Austral se le llenaron los ojos de lágrimas. Seguramente se moría de ganas de decir “Autorizado a Aterrizar”.
Torre de Control de madera, aterrizajes a la luz de las “velas” y Eisenhower en Neuquén:
Como controlador aéreo vivenció y fue testigo de muchas historias. Siempre recordó los primeros y muy duros años de profesión en los 40 y 50´s cuando vivir en la Patagonia era complejo realmente. Entre otras cosas, sus largos e insoportables turnos en la Torre de Control de madera. (En los 50´s cuando empezó a complejizarse el tránsito aéreo debieron improvisar una torre con palos y madera de varios metros de altura sin calefacción ni vidriado allí trabajo Isidoro & cia. Isidoro recordó que su hermano Tinco –que también trabajo como radioperador- realizo el primer turno en la improvisada Torre de Control. Otro recuerdo que hoy parece increíble, es la forma en que ante un vuelo nocturno iluminaban la pista de aterrizajes. Isidoro señaló “recuerdo que íbamos con una carretilla con todos los bochones y la íbamos poniendo de ambos lados de la pista cada no sé cuántos metros, luego las encendíamos. Así lo vuelos operaban en la noche. Los bochones eran una especie de velas de gran tamaño que posibilitaban al aviador visualizar la pista desde el aire a baja altura. Isidoro recordó, que después que los colocaban, el encendido se hacía en minutos antes del aterrizaje en bicicleta o moto. Hasta que contaron con una camionetita, aquel era el procedimiento establecido.
Sin dudas el desafío profesional más importante que debió enfrentar y que siempre recordó Isidoro fue la prestación de los servicios de navegación aérea -durante la escala técnica en Neuquén- a los aviones presidenciales de Estados Unidos durante la visita de Dwight Eisenhower a Bariloche en Febrero de 1960. Aunque no pudo ver al general vencedor de la IIWW y creador de la NASA pisando suelo neuquino.
[1] No se encontró militar con ese nombre que haya prestado servicios en Neuquén. Si algún entrevistado menciono a un ¿Arturo? Pérez Roca quien habría sido uno de los primeros responsables del aeródromo Colonia Valentina-. [2] Centro de Instrucción, Perfeccionamiento y Experimentación de Circulación Aérea (CIPECA) inaugurado el 4 de Octubre de 1960 en colaboración con el Programa de Colaboración Técnica con Estados Unidos.
Diego Wonham
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Artículo escrito para Más Neuquén por Diego A Wonham: Controlador de Tránsito Aéreo, Controlador de Tránsito Aéreo Radar y Supervisor de Servicios Aeronáuticos. (CIPE) Considerado administrativo en la ANAC Neuquén fue finalista del concurso público en la historia para ocupar el lugar Argentino en la Air Navigation Commission de la OACI en Montreal Canadá en el año 2017 –concurso cancelado-. Es además Licenciado en Turismo egresado de la Facultad de Turismo de la Universidad Nacional del Comahue, y autor del libro “TAN. Alas neuquinas para la integración regional”
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