Un caso testigo confirma esta situación. Se trata del llamado a licitación pública realizado en la capital de Neuquén a los efectos de cubrir la alimentación de los detenidos en la cárcel nacional durante el primer trimestre de 1932.
El gobernador del territorio Carlos H. Rodríguez, dictó una resolución al respecto por la cual abría la convocatoria para la provisión mensual de una cantidad muy importante de alimentos de todo tipo. La variedad y magnitud de estas provisiones, que seguramente no recibían los presos —al menos no en su totalidad dadas las denuncias por mala alimentación—, habían sido previamente establecidas en un viejo decreto emitido por el Poder Ejecutivo nacional en el año 1910. Abierta la licitación y remitida la información a los comercios más importantes de la localidad, se presentaron sólo dos ofertas correspondientes a proveedores ya existentes, una por los víveres secos y otra por la carne, por montos considerables. Declarado desierto el acto por falta de otras presentaciones, se mantuvo vigente la licitación anterior y, por lo tanto, los mismos proveedores, hasta tanto se hiciera una nueva convocatoria pública.
De los resultados de este llamado a licitación, cuyas características hemos visto repetirse en otras oportunidades, se desprende el importante negocio resultante de convertirse en proveedor casi vitalicio de las instituciones oficiales. El resto de los comercios invitados a participar de la licitación, por tener capitales más reducidos, no estaba en condiciones de esperar la considerable demora en los pagos en que incurría la gobernación, producto a su vez de los retrasos presupuestarios nacionales.
Efectivamente, recién en el mes de noviembre de ese mismo año se recibieron los giros nacionales destinados a cubrir los gastos en sueldos y mantenimiento de la cárcel correspondientes al mes de agosto. En conclusión, sólo los grandes comercios podían resistir la cadena de demoras y transformar la provisión de raciones en un excelente negocio a largo plazo. Si trasladamos el esquema a todas las localidades del interior, donde comisarías y cárceles requerían aprovisionamiento diario, la importancia de la cadena de proveedores se multiplica, máxime en lugares del interior rural donde ni siquiera se hacía el llamado a licitación sino que se completaba una planilla de racionamiento en cada comisaría donde se indicaba el proveedor, que por supuesto era casi siempre el mismo. Igual situación se repitió con la creación de regimientos en diversos puntos, a los que los comerciantes proveían de carne y otras mercancías. La construcción de ramales ferroviarios y la radicación de las plantas de YPF demandaron también importantes cantidades de bienes que fueron cubiertos por las más importantes casas comerciales del lugar.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Extraído del libro: Historia de la Patagonia, de Susana Bandieri, editorial Sudamericana (2005) – La presencia estatal en la Patagonia y el orden social. Justicia, policía y cárceles.
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