Las poblaciones de Neuquén tienen una conexión especial con el pehuén por ser fuente de alimento y por su rol cultural y espiritual. Sin embargo, aún queda por responder: ¿A partir de qué momento existe la vinculación entre los humanos que habitaron la Patagonia en el pasado con los pehuenes? ¿De qué manera se relacionaron? ¿Cómo influyó el pehuén en la dieta y la movilidad de las poblaciones humanas prehistóricas del norte de la Patagonia a lo largo del tiempo? Para responder estas preguntas es necesario explorar el registro arqueológico y aquí aportamos datos para conocer más sobre esta especie.
Las poblaciones humanas, a lo largo del tiempo, mantuvieron interacciones de mutuo beneficio con otras especies. Particularmente, los árboles nos brindan alimento, materia prima para la fabricación de herramientas y la construcción de lugares ceremoniales, de descanso y recreación, combustible para encender fuegos, sombra, refugios para espíritus y para protección contra depredadores. A su vez, los humanos podemos dispersar sus semillas y así conservar ambientes forestales, o disminuir la abundancia de especies competidoras.
En Neuquén, uno de los árboles que ha tejido una conexión especial con sus habitantes es la Araucaria araucana, conocida en lengua mapuche como pehuén. Este árbol, no solo ha sido una importante fuente de alimento para el pueblo Mapuche-Pehuenche, gracias a sus semillas nutritivas conocidas como piñones, sino que ha tenido un significativo rol cultural y espiritual. Para los habitantes más recientes de Neuquén su importancia se ha expresado en leyendas, canciones y poesías, y se ha convertido en un símbolo de identidad provincial plasmado en el escudo y en el himno.
Actualmente, contamos con una considerable cantidad de información sobre la importancia del pehuén para los grupos humanos de la región en tiempos históricos, obtenida a partir de registros de viajeros que recorrieron el norte de la Patagonia a partir del siglo XVI. Estos registros documentan cómo las comunidades mapuche y pehuenche integraron al pehuén en su vida cotidiana y su cosmovisión. Sin embargo, sabemos poco sobre cómo las poblaciones prehistóricas interactuaron con el pehuén y aún quedan muchas preguntas por responder. ¿A partir de qué momento se registra la vinculación de los humanos que habitaron la Patagonia en el pasado con los pehuenes? ¿De qué manera se relacionaron? ¿Cómo influyó la presencia del pehuén en la dieta y la movilidad de las poblaciones humanas prehistóricas del norte de la Patagonia a lo largo del tiempo?
Para responder a estas preguntas, es fundamental recurrir a la arqueología, que nos proporciona pistas sobre los primeros momentos de esta conexión y permite reconstruir el rol del pehuén en la subsistencia, movilidad y cultura de las sociedades que habitaron la región miles de años atrás.
Características de Araucaria araucana
La Araucaria araucana, conocida localmente como pehuén, es una especie endémica de los Andes del sur de Sudamérica, se encuentra en una distribución geográfica muy restringida, entre las latitudes 37º30’S y 40º10’S en los bosques del noroeste de la Patagonia argentina y el centro de Chile (Figura 1). El pehuén presenta una apariencia singular, con un tronco grueso y recto que alcanza grandes alturas y una copa formada por ramas horizontales cubiertas de hojas rígidas y punzantes. Se caracteriza además por su longevidad, alcanzando más de mil años de vida, y su resistencia a condiciones ambientales extremas como glaciaciones o incendios forestales. Crece en terrenos planos y con pendientes pronunciadas y con suelos desarrollados sobre rocas ígneas, en condiciones de precipitación que varían entre los 900 y los 4.000 mm anuales y en altitudes que van desde los 900 hasta los 1.800 metros sobre el nivel del mar, lo que le permite adaptarse a cambios significativos en el clima y en la disponibilidad de agua.

Uno de los aspectos más destacados del pehuén es su capacidad de producción de semillas o piñones. Los árboles femeninos pueden producir un promedio de 270 kg de piñones por hectárea al año, y en años muy productivos pueden superar los 600 kg. Estas semillas tienen un alto valor nutritivo con elevado contenido en carbohidratos y proteínas. Su dispersión se produce por gravedad entre los meses de febrero y mayo, cuando está disponible para la recolección.
Reconstruyendo la conexión entre humanos y pehuenes
A partir del análisis de los restos preservados en el registro arqueológico podemos conocer cómo fue la relación a lo largo del tiempo entre humanos y pehuenes en el norte de la Patagonia a lo largo del tiempo.
Las investigaciones arqueológicas en el norte de la Patagonia revelan que los habitantes prehistóricos de esta región fueron cazadores-recolectores. Estos se organizaban en pequeños grupos que se movían estacionalmente por el territorio y dependían de la caza de animales como guanacos y ñandúes, y la recolección de frutos y semillas, adaptándose a los recursos disponibles en cada época del año. Los primeros registros arqueológicos del uso del pehuén por parte de los grupos cazadores-recolectores datan de aproximadamente 7000 años atrás. Este dato proviene del análisis químico de huesos (isótopos estables) de esqueletos humanos prehistóricos que mostraron señales del consumo de piñones en el sitio Cueva Haichol, localizado en cercanías del Bosque de Pehuen –próximo a Las Lajas, Dpto. Picunches–. En este sitio –que cubre un lapso temporal amplio entre ca. 8.000 y 200 años antes del presente (AP)– se hallaron además cáscaras y semillas carbonizadas, morteros con restos de pehuén producto de la molienda de piñones, así como un instrumento para encender el fuego. Esto muestra la importancia del pehuén para la vida de estos habitantes y sus múltiples usos más allá de lo nutricional.
A lo largo de los milenios siguientes, se observó un uso sostenido, aunque con una densidad baja de hallazgos entre 7000 y 4000 años AP, y un intervalo sin registros entre 4000 y 3000 años AP, lo que podría indicar un cambio en el uso o en las condiciones ambientales.

A partir de aproximadamente 1200 años atrás, el uso del pehuén experimentó un notable incremento, en un contexto de aumento de la densidad poblacional humana y la introducción de tecnologías como la cerámica –disponible desde alrededor de 2000 años AP–. Esta innovación cultural resultó clave, facilitando el almacenamiento y procesamiento de alimentos y permitiendo métodos complementarios al tradicional molido de las semillas del pehuén. En particular, los piñones también pueden hervirse y fermentarse. Los hallazgos arqueológicos de semillas carbonizadas, cáscaras y granos de almidón en artefactos en sitios alejados del Bosque de Pehuén evidencian su consumo tanto en forma de alimento como de bebida –posiblemente muday–. En particular, los valores isotópicos en restos óseos humanos indican que las semillas del pehuén fueron un componente significativo de la dieta –entre 30 y 50%– en áreas cercanas al bosque, entre 7 y 20 km de distancia (Figura 2).

Un hallazgo destacable es la presencia de micro-restos en artefactos provenientes de sitios más alejados del bosque –en la meseta de Somoncura y en el valle inferior del Rio Negro, distantes a 380 y 550 km–, lo que indica una posible extensión del transporte y consumo de pehuén en zonas muy distantes del Bosque (Figura 2).
Los estudios arqueológicos revelaron una interacción compleja y dinámica entre las poblaciones humanas y el Bosque de Pehuén en el norte de la Patagonia a lo largo del Holoceno. El uso intensivo del pehuén, su transporte a larga distancia y el aumento de su consumo asociado con cambios demográficos y tecnológicos resaltan la importancia de esta especie para la subsistencia de los pueblos prehistóricos. En el contexto de los desafíos que actualmente ponen en riesgo la conservación del Bosque de Pehuén, como el cambio climático y los incendios forestales, estos resultados señalan la necesidad de preservar y protegerlo ya que implica resguardar un legado natural y cultural que conecta a las generaciones presentes con la historia de Neuquén y de la región patagónica.
Glosario
Arqueobotánica: disciplina que estudia los restos vegetales hallados en contextos arqueológicos.
Años antes del presente (AP): cantidad de años transcurridos antes de 1950 d.C., año que se toma por convención considerando que después del mismo los ensayos nucleares alteraron la concentración del Carbono 14 en la atmósfera.
ca.: abreviatura de la palabra latina circa que significa “alrededor de”.
Endemismo: especie o conjunto de especies nativas con una distribución geográfica restringida.
Etnohistoria: disciplina que estudia a los pueblos originarios y sus relaciones con otras poblaciones mediante la integración de herramientas teórico-metodológicas de la historia y la antropología.
Holoceno: época geológica actual, que comenzó hace aproximadamente 11.700 años.
Macro-restos vegetales: restos vegetales observables a simple vista, como semillas, madera, y carbón.
Micro-restos vegetales: restos vegetales microscópicos, como granos de almidón y polen.
Muday: bebida tradicional mapuche elaborada a partir de la fermentación de granos de cereales o semillas.
Isótopos estables: variantes de un elemento químico con diferente número de neutrones. Los isótopos estables en restos humanos pueden proporcionar información sobre la dieta.
Postglacial: período posterior a una glaciación, el último comenzó hace aproximadamente 12.000 años.
Más Neuquén es una publicación declarada de interés por el Congreso de la Nación (355-D-20 y 1392-D-2021 / OD 391) y la Legislatura del Neuquén (2373/18), por su aporte al conocimiento e historia del Neuquén.
Autores: Valeria Bernal1,2,3*, Natalia Brachetta-Aporta2,4, Bruno F. Moscardi2,3, Martín Vilariño5, Virginia A. Cobos2,3, Sergio D’Abramo1,2, Paula N. Gonzalez2,6, S. Ivan Perez1,2
1 – Museo Histórico y Arqueológico “Ricardo P. Rosa”. Senillosa, Neuquén, Argentina.
2 – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina.
3 – Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Buenos Aires, Argentina.
4 – Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología, Universidad Nacional de Río Negro, Argentina
5 – Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires, Argentina.
6 – ENyS. Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos, CONICET-HEC-UNAJ. Buenos Aires, Argentina
e-mails: valeria.bernal@gmail.com; ivanperezmorea@gmail.com
Lectura recomendada: Bernal V, Brachetta-Aporta N, Moscardi BF, Vilariño M, D’Abramo SL, Cobos VA, Gonzalez PN, Perez SI. 2025. Human-araucaria interactions during the Holocene –from ca. 11,700 to 200 years BP– in North Patagonia, Argentina. The Holocene 1-12. https://doi.org/10.1177/09596836251333318
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