Los chenques: “Chacay y yo nos detuvimos ofuscados al frente de un fogarín que en la boca de una cueva crepitaba… Cuando eché pie a tierra, un suspiro de Chacay había ya despertado a varios mineros que, hacinados, dormían dentro de la cueva… Uno de los mineros se incorporó sobre el codo para examinarme. Bajo el ala de su sombrero, calado hasta las orejas, sus miradas vinolentas chispearon ira un instante. Luego guardó el cuchillo, y como para tranquilizar al resto del grupo que gruñía entre sueños, se acostó de nuevo, volviéndome la espalda y diciendo en chileno: —Es un cabayero acomodao—.” Eduardo Talero – La voz del desierto.
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