Kalfukurá (piedra azul), el lonco guerrero que supo hacerse respetar en las llanuras pampeanas del siglo XIX, que muriera años antes del inicio de la segunda denominada “campaña del desierto”, era objeto de temible respeto por parte de los pueblos que habitaban el actual Neuquén, que no dudaban en pedirle ayuda en caso de que su mapu (tierra) estuviera en problemas, especialmente si se lo pedía su hermano Reuquekurá, como sucedió cuando entre 1860 y 1865 aproximadamente, se produjo la invasión muluche desde Chile.
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