Purrán, el gran cacique pehuenche trazó una estrategia para enfrentar la invasión. El desbande de los pampeanos estaba tomando proporciones alarmantes. Esta vez, la situación ocurría de otro modo… ¡Era el huinca el que atacaba! ¿Qué iba hacer él de su familia, de sus tribus y su patria? ¿Qué se propondrían las fuerzas del ejército de los argentinos?. Comenzaba a comprender que abandonar sus tierras era uno de los arbitrios más dolorosos. Era alejarse del Neuquén, su río, el que con su eterno canturrear le endulzaba las noches de su infancia y de igual modo, llamaba al sueño de sus pichivotones (niños).
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