Alfredo Neiculfilu vivía en la comunidad de Chiquilihuin (cercana a Junín de los Andes); su “Ruca” pequeña, humilde, estaba ubicada en las últimas estribaciones de la cordillera, entre unos ñirantales, a pocos metros de un cañadón por el que bajaba un arroyito. Él y sus hermanos habían aprendido de su padre Manuel Neicufilu el arte de trabajar la madera.
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