Cuando aún los médanos no estaban vencidos en la nueva capital neuquina de la Confluencia desde hacía doce años, vivía la sorpresa, el estupor de la fuga de presos de la cárcel pública el 23 de mayo de 1916, con varios muertos, ocho fusilamientos, el asesinato del ingeniero Plottier y el de dos hombres de prensa. Fueron ocho meses de expectantes y diarios aconteceres para aquel grupo de neuquinos, agrandados en los límites administrativos al incorporarse los departamentos Roca y El Cuy rionegrinos.
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